NEWTOWN. La Casa Blanca reveló el miércoles las primeras medidas de un plan de control de armas, mientras Estados Unidos vivía el duelo por las víctimas de la masacre en la escuela primaria Sandy Cook en otra serie de funerales.
La iniciativa del presidente Barack Obama busca lidiar con la indignación nacional por el tiroteo en Connecticut, que llevó a partidarios por el derecho a portar armas a reconsiderar sus posturas y a un gran fondo de capital privado a colocar a la venta a su negocio de fabricación de armas.
Los funerales previstos para el miércoles eran para cuatro niños, una maestra y la directora de la escuela en la que Adam Lanza, de 20 años, mató a 26 personas.
Tras asesinar a su madre en su casa, el joven condujo hasta la escuela y utilizó un rifle semiautomático de asalto para matar a 20 niños y seis mujeres que formaban parte del personal del colegio. Luego se suicidó.
El vicepresidente Joe Biden liderará un esfuerzo para crear políticas tendientes a reducir la violencia armada, dijo Obama.
Las medidas específicas que recomiende Biden se harán públicas en el discurso de Obama sobre el Estado de la Unión, que generalmente tiene lugar a finales de enero, aunque el presidente indicó algunas prioridades.
«Vamos a necesitar hacer que el acceso a la salud mental sea al menos tan fácil como el acceso a un arma de fuego», dijo Obama a los periodistas.
El mandatario agregó que espera que la Asociación Nacional del Rifle, un poderoso grupo de presión en favor de la industria armamentista, reflexione sobre la tragedia mientras espera las recomendaciones de Biden.
«La vasta mayoría de propietarios de armas que acatan la ley serán algunos de los primeros en decir que deberíamos ser capaces de impedir que unos pocos irresponsables que rompen la ley compren un arma de guerra», afirmó Obama.
«Si hay aunque sea una cosa que podamos hacer para prevenir uno de estos sucesos, tenemos una profunda obligación -todos nosotros- de intentarlo», agregó.
La matanza, en su mayoría contra niños de apenas seis y siete años, ha conmocionado a Estados Unidos y al mundo, reviviendo el debate sobre el control de armas en un país donde el derecho a portarlas está protegido por la Constitución y es defendido ferozmente por muchos.
Adam Lanza llevaba consigo cientos de municiones y disparó a sus víctimas repetidamente, a una de ellas en 11 ocasiones.
Agencias