El Espíritu de La Guacamaya brilla en el cielo venezolano

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Las guacamayas son animales muy sociables y especialmente inclinados a demostraciones afectivas ya que resienten mucho la soledad.

Una escultura anclada en el helipuerto El Ávila recordará el infinito trabajo de Francisco Pacheco al mando de La Guacamaya, helicóptero y pájaro de metal, que salvó vidas en desafortunados eventos como el deslave de La Guaira, la explosión del oleoducto en Aragua. También anidó sueños como la travesía de Colón a la inversa. Finalmente sucumbió en manos de grupos irregulares, fue secuestrado y enterrado en la selva.
Información especial (MR) 16.12.12 Celebrados 20 años de la travesía de Cristóbal Colón, cuando en su tercer viaje llegó a las costas de Macuro en el estado Sucre, fue en 1992 cuando dos pilotos venezolanos se propusieron cruzar el océano Atlántico saliendo desde la población sucrense hasta llegar a Puerto de Palos en un pequeño helicóptero, allá, en España dejaron una plaza para orgullo del grupo humano que trabajó en el proyecto.
Ahora, justo para este mes que tantos recuerdos le trae a los venezolanos, la gente de la Fundación Espíritu de La Guacamaya, hizo posible la remembranza a través de una escultura de hierro a tamaño natural que por el momento descansa en el helipuerto El Ávila. Su creador, Francisco Pacheco, aspiraba colocarla en la plaza Ana Francisca Pérez de León de El Hatillo, ya que él es oriundo del municipio turístico, sin embargo, las autoridades de la alcaldía no otorgaron los permisos necesarios para ello.

La Hazaña
Se cumplían 500 años del descubrimiento de América y comenzó a rondar la idea de hacer algo muy especial para que los venezolanos dejasen su marca en el llamado “viejo continente”, fue entonces cuando los veteranos pilotos, Francisco Pacheco y Tomás Spanier, junto a familiares y amigos en meses de trabajo intenso y con criterios unificados lograron la travesía de 30 horas continuas desde Macuro hasta Puerto de Palos, hoy Palos de la Frontera, y posaron las palas del helicóptero en España a las 5 y 15 minutos de la tarde, hora española, un 16 de diciembre de 1992.
En esta travesía se tocaron tres continentes, salieron de América, bordearon las costas de Cabo Verde en África rumbo a Islas Canarias hasta llegar a la península ibérica en Europa. Los pilotos venezolanos se reabastecieron de combustible un poco más adelante de Trinidad utilizando un buque de carga a granel. Este trabajo fue complementado con la plaza “Macuro”, en donde quedó por siempre una escultura del conocido artista plástico Rafael Barrios, titulada “Tercer Horizonte”, una gran roca sacada del lecho del río Orinoco como símbolo de los orígenes y de las fuerzas naturales que configuraron nuestro continente, en cemento freso las palas de La Guacamaya y las manos de los pilotos.

Miles de personas se salvaron
Hoy también debemos recordar de manera general que los helicópteros son las aeronaves más usadas en desastres ambientales, humanos, en calamidades y accidentes. Aún quedan en nuestro litoral varguense, mirandino y falconiano los recuerdos de las intensas lluvias del 14,15 y el jueves 16 de diciembre de 1999, el peor de los días, allí actuaron estos “ángeles caídos del cielo” para salvar la vida de más de 350 mil personas, transportar heridos, alimentos, medicinas, en definitiva, para llevar vida: Francisco Pacheco y La Guacamaya estuvieron presentes, como no estarlo, él contó en su oportunidad, a la revista Cielos Abiertos, que la integración del piloto y la máquina es indispensable para lograr los objetivos propuestos y en el caso al que hacemos referencia, la eficiencia y el deseo de salvar a la gente que enfrentaba el riesgo de morir arrasada por las aguas era la prioridad y ello se cumplió en un elevado porcentaje.

Y muchas cosas más…
Por los innumerables viajes a la selva, al Sari Sari Ñama, donde nuestros indígenas señalaban al helicóptero y decían toko-toko, por el sonido del motor, Ara (guacamaya) en su lengua, por su colorido semejante al del la hermosas ave de la amazonia nacional. Por sus rescates en el páramo andino a más de 5 mil pies de altura, por el trabajo diario e incansable de bordear a Venezuela cada vez que fuese necesario, La Guacamaya perdurará en el tiempo, aun cuando el 21 de noviembre de 2002 fue contratado un servicio para hacer auditoría en una finca del estado Cojedes, allí cuando el piloto González aterrizó, fue abordado por un grupo de hombres y mujeres que levantaron el vuelo de no retorno. La averiguación quedó como muchas otras en el país, pero quienes navegaron en ella, o la conocieron reposando en el helipuerto, rendirán por siempre homenaje a La Guacamaya.

Magaly Ramirez

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