A Alejandro Escalante le «estresa» caminar por el centro de Caracas debido a la inseguridad, pero esta noche disfruta junto a tres amigos de la Ruta Nocturna, una iniciativa que con arte y música atrae a miles de jóvenes que buscan «perder el miedo» y restar espacios a la violencia.
«A mí me da un poco de estrés caminar por aquí normalmente, porque es muy solo y puede ser peligroso», dice a la AFP Escalante, un ingeniero químico de 31 años, que por primera vez asiste a una de las Rutas Nocturnas, organizadas desde hace unos tres meses en el centro de Caracas, entre las capitales más violentas del mundo.
Mientras esperan el comienzo de un desfile de moda ecológico al lado del Museo de Ciencias y frente a una transitada avenida capitalina, este joven y sus amigos aseguran que «hay que perderle el miedo a la calle» y que a estos eventos la gente va «con buena vibra, no con miras a robar o hacer daño».
La música parece llegar de todas partes: hay un concierto de reggae en una plaza, otro de jazz en los espacios abiertos de un teatro y cientos de personas se desplazan, con folletos y bebidas en mano, de una actividad a otra.
Pero en una ciudad como Caracas, donde la tasa oficial de homicidios se ubicaba en octubre en 64 por cada 100.000 habitantes –superior a los 50 asesinatos por cada 100.000 habitantes que las autoridades registraron en toda Venezuela en 2011–, la seguridad no se deja al azar.
Así, cada edición de la Ruta Nocturna, a la que las autoridades estiman que asisten entre 5.000 y 10.000 personas, es custodiada por unos 200 efectivos policiales.
«No hay un policía en cada esquina, porque si no no es cómodo. Pero hay presencia (policial) y se siente. La gente se siente segura, se siente acompañada y la mayor seguridad la da la presencia de tantos jóvenes» en las calles, asegura a la AFP Jacqueline Faría, jefa de gobierno del Distrito Capital, organizadora de la iniciativa.
«Mientras más sales, mientras hay más calles iluminadas, mientras hay espacios abiertos ocupados, hay más seguridad», añade Faría, explicando que la idea del evento es que la gente se divierta al aire libre, disfrute de los museos y edificios históricos de noche, y retome los espacios públicos.
«Libertad de salir a la calle»
Yovirel Contreras, de 18 años, llega con un grupo de amigos para «explorar» la fiesta, sobre las 21H30. Y apenas salen de la estación de metro de Bellas Artes se encuentran inmersos en la actividad: tres estatuas humanas les reciben muy iluminadas sobre la acera y rodeadas por decenas de curiosos.
«Vinimos en grupo para ver cómo es la Ruta. Hasta ahora, nos sentimos seguros y se ve todo muy tranquilo, así que vamos a seguir hacia la plaza para ir a un concierto de reggae», dice Contreras, estudiante de Administración.
Pero tras sólo dar unos pasos, la joven y sus amigos se encuentran con otra intervención artística: «Amor y paz», «Libertad de salir a la calle», «Seguridad+Vida», se lee en decenas de papeles adhesivos de llamativos colores que otros visitantes han escrito y pegado sobre un pequeño poste intervenido por un colectivo cultural.
«La idea es que los ciudadanos muestren sus deseos para la ciudad en medio del desorden, cada quien escribe lo que quiere y lo pegamos ahí», explica Esther García, a cargo de esta intervención.
«Hay muchas menciones a la política y a la inseguridad», añade esta diseñadora de 26 años, con cierta decepción pero consciente de que los jóvenes son las principales víctimas de la violencia en Caracas, donde la prensa día tras día recoge información de secuestros y asesinatos.
La Ruta Nocturna se extiende por varias cuadras y ocupa desde las aceras hasta teatros y parques, pero se siente también en los pasillos del Museo de Bellas Artes o del Museo de Ciencias, que esos días –y de forma inédita– quedan abiertos hasta la medianoche.
«Estamos recuperando espacios que estaban entregados a otro tipo de placeres. No esperábamos la respuesta y la necesidad de la gente de tener estas actividades. Han venido personas que no visitaban los museos desde que eran niños por sus horarios de trabajo», dijo a la AFP la presidenta de la Fundación Museos Nacionales, Vivian Rivas.
«Necesitábamos algo así. Esto es mucho mejor que estar en un club o en un centro comercial, que era donde nos refugiábamos para sentirnos más seguros. Por eso hay tanta gente, era una necesidad», dice la actriz Bárbara Ayala, mientras un amigo le sirve un trago para seguir con la fiesta.
Lissy De Abreu /AFP