Con ritos similares se recibió la nueva era en la vecina Guatemala, donde líderes espirituales mayas quemaron ofrendas y familias bailaron en celebración
MERIDA. Las hogueras ceremoniales se encendieron y algunos indígenas resoplaron en las conchas de caracol, para hacerlas sonar, mientras el amanecer dejaba entrever los escalones de la pirámide principal de las ruinas de Chichén Itzá el viernes, marcando lo que muchos creen es la conclusión de un vasto ciclo de 5.125 años en el calendario maya.
Personas en todo el mundo habían interpretado el hito como el fin del mundo. Cientos de personas reunidas en la antigua ciudad maya, sin embargo, dijeron creer que marcó el nacimiento de una nueva y mejor era.
Genaro Hernández se mantuvo de pie con sus brazos extendidos ante la luz de la mañana, vestido completamente de blanco, frente a las piedras grises de las pirámides, para abrir el nuevo ciclo.
«Este mundo ha renacido como uno mundo mejor», dijo Hernández, un contador de 55 años que mostraba una expresión de dicha.
Los fatalistas que pronosticaron el apocalipsis no estuvieron presentes. En lugar de ellos había gente vestida con playeras que decían «El fin del mundo: Yo estuve allí».
Vendedores ansiosos de vender sus artesanías de cerámica y máscaras de madera llamaban a los visitantes que pasaban a su lado diciéndoles: «Compre algo antes de que se acabe el mundo».
La cifra oficial de visitantes a la media tarde era de 20.000 y seguía llegando gente. Ese número supera la cifra promedio de visitantes por día, pero no la de quienes visitan la zona durante los equinoccios.
Entre la congregación bulliciosa del viernes había budistas, adoradores paganos de la naturaleza, sacerdotes celtas y seguidores de las tradiciones religiosas aztecas y mayas, todos de frente a El Castillo, la pirámide principal.
Con ritos similares se recibió la nueva era en la vecina Guatemala, donde líderes espirituales mayas quemaron ofrendas y familias bailaron en celebración. El presidente guatemalteco Otto Pérez Molina y la mandataria costarricense Laura Chinchilla asistieron a una ceremonia oficial en el departamento de Petén, junto a miles de fiesteros y artistas.
Nadie estaba del todo seguro a qué hora culminaría oficialmente el 13er baktún o ciclo en el calendario de los mayas el 21 de diciembre. Algunos pensaban que de antemano había terminado a la medianoche. Otros consideraron que era el amanecer del viernes en la zona maya. Algunos pensaban que sería después.
Una cosa fue evidente para muchos en el lugar: El mundo no llegó a su fin.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México incluso sugirió que los cálculos históricos para sincronizar los calendarios mayas y de Occidente podían tener algunos días de diferencia. Indicó que el ciclo del Calendario del Largo Conteo Maya podría no terminar realmente sino hasta el domingo.
Sin importar los detalles, la posibilidad de marcar un cambio de época parecía ser el tema principal entre quienes celebraban en la península de Yucatán.
Lo que nadie consideraba es que el momento fuera apocalíptico, como algunos en años recientes habían interpretado el significado del final del 13er baktún —pese a la insistencia de arqueólogos y los mayas mismos de que los mayas jamás habían profetizado tal cosa.
Se extendió la paranoia
por supuesto fin del mundo
Decenas de escuelas en Michigan cancelaron clases para miles de estudiantes esta semana ante los rumores de actos de violencia relacionados con la fecha profética. En Francia, las personas que esperaban el fin del mundo miraban hacia una montaña en los Pirineos donde se creía que una nave espacial oculta los secuestraría. Y en China, las autoridades tomaron medidas contra un grupo cristiano que propagó rumores sobre el fin del mundo mientras predicaba que Jesús había reencarnado como mujer en el centro de China.
Pero mientras el amanecer del viernes empezaba a llegar al planeta, no había señales apocalípticas.
De hecho, la red social Imgur publicó imágenes de relojes poco después de la medianoche en la región Asia-Pacífico con mensajes como: «El mundo no se acabó. Atentamente, Nueva Zelanda».
AP