No acostumbro a usar este espacio para desarrollar temas de contenido político, pero no hay duda que la política tiene que ver de manera directa con nuestros Derechos Humanos. Fundamentalmente con algo tan trascendente en la democracia como el derecho a elegir y ser elegido, por aquello de que la soberanía recae en el pueblo quien la ejerce a través del sufragio que aprendimos desde muy pequeños en las escuelas y que luego de tantos y seguidos procesos electorales nos hace expertos en el ejercicio al sufragio, más no sé si aún en el ejercicio de la ciudadanía.
El 07 de octubre fue una fecha trascendente para reelegir, una vez más, al Presidente Hugo Chávez en el poder. Una oposición radical sobredimensionó la opción de ganar, pero lo peor fue que centraron sus esperanzas en ese único proceso, al punto que luego de perder pareciera que se entregaron al letargo propio de la resaca post electoral y muchos se manejaron afirmando “ahora sí que no voto más”. Quizá esto influyó en lo que sucedió el 16 de diciembre, donde casi un 50% de los electores decidieron no votar. Quedarse sólo en la abstención como la razón de los resultados pareciera no sólo básico, sino absurdo.
El análisis del mapa político debe tener una interpretación muy profunda que se traduzca en opciones y oportunidades distintas, para aquellos que aspiran el poder desde la oposicion. Algunas preguntas pueden ayudarnos a realizar un ejercicio para saber ¿qué pasó ayer? Al día siguiente del 16 de noviembre nos encontramos con 20 estados en manos del oficialismo y sólo 3 para la oposición.
Algo importante es que de esos 3 estados, en 2 fueron reelegidos como gobernadores dos antiguos radicales militantes del oficialismo, con lo que sólo el estado Miranda y por escasos 5 puntos, quedó en manos de un civil opositor ex candidato a la presidencia de la República. ¿Por qué la gente no salió a votar el 16D? ¿Será cierto que ya muchas personas estaban de viaje y por eso se planificó previamente esa fecha? Este argumento lleva a pensar ¿sólo los opositores salen de vacaciones y los oficialistas no? Un argumento que en sí mismo se considera discriminatorio y por demás clasista. Acaso ¿el 50% que no votó es todo de oposición? ¿Hay mejor organización en el oficialismo y en casi 16 años no ha podido la oposición preparar una maquinaria que logre sus objetivos electorales? Los candidatos del oficialismo fueron elegidos de una manera estratégica.
No me queda duda que el aspecto militar de la planificación política del oficialismo tuvo una marcada influencia en la toma de decisiones. Se pensó milimétricamente en las opciones que darían resultados, al punto que candidatos sin ninguna pertenencia o vinculación con las regiones ganaron de manera abrumadora, como el caso de Aristóbulo Isturiz, en Anzoátegui, que además sustituía a una gestión oficialista radical que fue rechazada desde sus propias filas como una mala gestión, a pesar de esto los electores decidieron nuevamente por ellos. ¿Pensó la oposición en la elección de sus candidatos conforme a las estrategias que usaría el oficialismo o el exceso de democratización en la selección de sus candidatos les restó opciones políticas? ¿A qué se debe que 11 militares estén en la cabeza de las Gobernaciones? Algunos de ellos recién entregando los cargos como el caso de Mata Figueroa y Henry Rangel, quienes ganaron con suficiente distancia a sus contrincantes opositores.
El componente militarista de la política venezolana tiene una clara influencia cultural, más que en otros países latinoamericanos y va creciendo de manera abrumadora. Cuando los ciudadanos palpamos el caos y la anarquía pareciera suponemos de ipsofacto que un militar es sinónimo de orden, de seguridad, de represión y de sanción. ¿Influyó realmente el dinero invertido en la campaña?, según el argumento opositor. Es decir que ¿definitivamente chequera puede más que necesidades no satisfechas? Sin duda la inversión en campaña es relevante para algunos aspectos, pero no para lograr de manera proporcional y determinante resultados electorales de más de 10 puntos de ventaja como el caso de los estados: Vargas, Guárico y Aragua, por citar algún ejemplo.
Cuando se viaja al interior del país uno se da cuenta que agota el discurso de los opositores que justifican que no se puede hacer nada “porque el gobierno central no baja los recursos” por ende es muy fácil pensar “mejor voto por un oficialista porque a este si le bajan los recursos”. Los electores en Carabobo, Zulia y Nueva Esparta decidieron poner fin a hegemonías familiares y políticas de ya muchos años. Más allá de la gestión reprochable o no, la lectura podría ser: queremos un cambio, pero ¿por qué razón esa premisa no acompañó la decisión del cambio presidencial el 7 de octubre? ¿Influye realmente la figura del Presidente Chávez enfermo en un proceso de victimización del elector? Si eso fuera así ¿por qué no hubo estrategia en la oposición que diera respuesta anticipada a algo que lucía previsible?. ¿Son los afectos los que deciden en las urnas electorales venezolanas? Somos electores emocionales y no racionales, entonces definitivamente se vota con el corazón y no con la razón, de allí las campañas basadas en los afectos como premisa de la estrategia oficialista de los últimos años: amor, corazón, patria.
Otra pregunta relevante es ¿Desde la oposición se han movido los afectos? ¿Hay conexión real con los “líderes” opositores o sólo se vota en contra del oficialismo? ¿Se ha planteado la oposición la verdadera revisión de sus estrategias y la necesaria e impostergable renovación de su discurso, de sus políticos, de sus partidos y de su forma de manejarse no sólo electoralmente, sino en el día a día de sus actividades? Es absurdo pensar que todo está perdido, o que todo está ganado con el control total de las regiones. Los planteamientos sobre estados comunales y la posible desaparición de algunos cargos de elección popular puede estar entre las próximas acciones.
Angustia una oposición que camina sobre el día a día y que, por lo menos ante la opinión pública, no pareciera mostrar un olfato político que vaya más allá de la inmediatez de los procesos electorales. Sus esfuerzos han sido grandes y los cambios, aunque pocos, pueden reconocerse como plausibles, pero hay que saber responder a un contrincante que no sólo tienen poder económico, dominio territorial, hegemonía en los poderes públicos, sino que por sobre todas las cosas tiene un líder, enfermo o no, que mueve emociones que se traducen en confianza para sus elegibles. De nada sirve la resaca post electoral. Menos aún sirven los insultos que califican a los electores oficialistas de ignorantes, entre otros que me resultan irrepetibles. El ejercicio de su Derecho Humano a elegir es usado a su mejor conveniencia y si para algunos estos electores están equivocados deben, entonces asumir que quienes deben demostrarles su equivocación no han logrado el objetivo.
El 16D pasó lo que tenía que pasar, si alguien se sorprendió es el momento de que comience a analizar su futuro político como elector o como elegible. En la Democracia hay algo más allá de votar, elegir y ser elegido la estrategia, la técnica y hasta la táctica son imprescindibles. Mucho por responder, pero más aún por hacer. Es la hora del relevo real, hay otros que merecen espacio en ambos bandos.
Para que te defiendas
Mónica Fernández
@monifernandez