El país espera una renovación, porque también es un error creer que las mismas caras tienen aceptación. La sociedad ya no vota por partidos políticos, a nivel mundial se ve el fenómeno de que se apoya a nombres y apellidos, razones, perfiles, emociones, pero no por grupos electorales. La afinidad partidista está en declive, y sino interpretamos esto como una oportunidad para plantear una oposición unida, entreguémonos a Chávez
El revés fue grande, inesperado. En todos los cálculos la alternativa democrática no había apuntado un escenario en el que sólo sobreviviesen los gobernadores de Miranda, Lara y Amazonas. La imponencia y solidez por años del gobierno opositor del Zulia, sumada a la lograda votación por Henrique Capriles en Táchira, rompieron pronósticos al verse en el suelo estos paradigmas.
La pregunta común es “¿qué pasó?”. En esta columna no nos aventuramos a dar esa respuesta en su totalidad. Sin embargo, hay que hacer aportes que desde la juventud se han sostenido porque son causas evidentes de una oposición que se ha desmembrado por la falta de conducción nacional.
La MUD es un espacio que recibe críticas a diario, no sólo por quienes opinan comúnmente (que existimos en demasía), sino por todos lados, y uno de esos flancos es el ciudadano común.
Durante la precaria campaña regional de apenas mes y medio, los reclamos de la MUD ante el CNE por los cuantiosos atropellos, no pasaron de más de una rueda de prensa. La sociedad no exigía una huelga de hambre ni encadenarse en Caracas, pero sí esperaba un acto de mayor gallardía y coraje contra todas las medidas que tomó el partidizado CNE y que sin duda fueron definitivas en el resultado.
Nuestro líder nacional, Henrique Capriles Radonski, bregó su victoria en Miranda para reelegirse como gobernador y hoy consolidarse como referencia de la oposición a Chávez, pero ¿quiénes asumieron la motivación del venezolano triste y doblegado que no sintió importante salir a votar? Los recorridos por el país no se hicieron, y las campañas fueron débiles, aunadas a la fatídica condición de hacerlas un 16 de diciembre.
Otro ingrediente no puede dejar de ser la ausencia de la bancada parlamentaria de la MUD en el debate político venezolano. Los diputados se retiraron para ser candidatos en su gran mayoría, y sus suplentes no aparecieron en el quórum. Para muestra un botón: el pasado 9 de diciembre, día en que la AN aprobó la salida del Presidente a someterse a una intervención quirúrgica nuevamente en Cuba, sólo habían 15 parlamentarios MUD en el hemiciclo.
De 65 diputados, sólo la pequeña representación mencionada defendía los intereses de la alternativa. A ese grupo debemos restarle las desincorporaciones más recientes de legisladores que la oposición llevó al cargo, y vendieron el país por lochas para irse al oficialismo.
Esa discusión está inconclusa, a nuestra forma de ver tenemos todas las herramientas para ser un bloque parlamentario contundente, que se oponga rotundamente a las políticas retorcidas del Gobierno Nacional. Por estas razones la alternativa pierde credibilidad, no hay coherencia en el discurso y seguimos creyendo que el espectador no se percata.
Ni mencionar los diputados regionales y concejales que ya la MUD tiene, que en su mayoría no hacen política en sus espacios y no hay quien los controle porque la prioridad es desarrollar el arte de la negociación y así mantener todo en calma.
Sin una dirigencia política que vea estas deficiencias, nunca la MUD cumplirá el propósito de llegar al poder. Se engalana al motor de la juventud en los discursos, pero se reduce a cúpulas la toma de decisiones. Es democrático colocar publicidad en las paredes, pero dictatorial definir las estrategias a seguir.
Exigimos perseverancia porque sin ella mejor será colgar las banderas. El país espera una renovación, porque también es un error creer que las mismas caras tienen aceptación. La sociedad ya no vota por partidos políticos, a nivel mundial se ve el fenómeno de que se apoya a nombres y apellidos, razones, perfiles, emociones, pero no por grupos electorales. La afinidad partidista está en declive, y sino interpretamos esto como una oportunidad para plantear una oposición unida, entreguémonos a Chávez.
Ángel Orellano