Los problemas económicos del país no son secreto para nadie. Un tipo de cambio enormemente sobrevaluado deprime a la producción nacional, fomenta la corrupción y nos hace cada vez más dependientes de las importaciones
Venezuela enfrentará este 2013 una grave crisis económica en uno de los momentos de mayor incertidumbre política y bajo un marco de crisis económica mundial. Tristemente, hay enormes dudas sobre la capacidad y voluntad de acción de los líderes nacionales.
Los problemas económicos del país no son secreto para nadie. Un tipo de cambio enormemente sobrevaluado deprime a la producción nacional, fomenta la corrupción y nos hace cada vez más dependientes de las importaciones.
Al mismo tiempo, la escasez de divisas y el deficiente estado de los puertos e infraestructura pone en jaque el abastecimiento, mientras que la poca producción nacional se enfrenta a continuos problemas en la cadena de producción y políticas hostiles.
De remate, la inflación, el desempleo y el déficit fiscal van todos en ascenso. Frente a este coctel de molotov los encargados de la administración nacional se debaten entre la duda, conceptos errados, ineficiencia y corrupción.
El gobierno ya ha discutido al menos cuatro reformas importantes: devaluación de la moneda, recorte del gasto público, aumento de las tarifas de servicios básicos y gasolina y una reforma tributaria. Sin embargo, la delicada salud del presidente y la posibilidad de tener que competir de nuevo en unas elecciones presidenciales en el 2013 han hecho que el gobierno ponga en el congelador estas acciones.
Giordani, Merentes y Maduro entienden que las medidas son urgentes; sin embargo, deciden esperar porque saben que este súper paquetazo chavista afectará negativamente a la población y a su popularidad.
En lugar de enfrentar la realidad, prefieren poner todo en pausa y enterrar la cabeza en la tierra. Esta actitud solo logrará que el hueco continúe creciendo ya que para poder afrontar el peso de la nómina estatal y tratar de inyectarle algo de vida al mercado cambiario, el gobierno deberá endeudarse y meterle mano a cualquier otra fuente de fondos que esté a su alcance.
Todo lo anterior ocurre en un contexto en el cual la débil recuperación de la economía mundial se tambalea. Europa aún no consigue una solución adecuada a su crisis y los problemas de su periferia amenazan a la estabilidad de la zona; la falta de acuerdo político en EEUU podría generar una segunda recesión, y por si fuera poco los motores de las economías emergentes apuntan a un período de menor crecimiento.
En este momento crucial para el país, la oposición tampoco pinta bien. El desánimo de los votantes por las derrotas del 7-O y 16-D, y la falta de cohesión en torno a un mensaje único ha puesto de relieve lo debilitados y confundidos que están quienes adversan al chavismo; precisamente cuando al gobierno le convendría dialogar con una oposición unida y coherente para alcanzar un acuerdo en torno a las urgentes medidas económicas.
Este complicado panorama hace del 2013 un año de retos, pero quizás también uno de enormes oportunidades para quienes decidan encarar los retos.
Carlos Díaz