Leopoldo Puchi
Los escenarios políticos que se han abierto como consecuencia de la enfermedad de Chávez tienen como eje la posibilidad de que se celebren elecciones el año entrante. De que gire de nuevo “la rueda de la fortuna”
El centro de los escenarios políticos del año entrante se sitúa en la posibilidad de celebración de nuevas elecciones presidenciales, tal como lo anunció el 8 de diciembre el propio presidente Chávez. Todo dependerá del informe médico que le sea presentado y del análisis y las conclusiones a las que él llegue, una vez que lo haya escuchado o lo tenga en sus manos.
En el caso de que su estado de salud le permita, de algún modo, ejercer el cargo durante los próximos años, tomará posesión de su nuevo mandato y no habría elecciones anticipadas. En caso contrario, si se encuentra en una situación que le impida el ejercicio de la presidencia, seguramente se retiraría antes o después de juramentarse y se convocaría al acto electoral en treinta días, luego de ser declarada la vacante absoluta, a solicitud suya o con su consentimiento.
Como se sabe, las elecciones son el mecanismo actual de la lucha por el poder, la guerra por otros medios, la arena civilizada en la que se baten los intereses sociales y políticos. ¿Resonarán esos tambores? Ése es el meollo de los acontecimientos en curso y no el acto de juramentación del 10 de enero, asunto importante, pero de otra naturaleza. Es el simple olor a elecciones lo que ha acrecentado el nerviosismo entre activistas y dirigentes del Gobierno y de la oposición.
En nuestro país el mando se traspasa mediante comicios. De allí deriva el valor de ser candidato presidencial, designación política de mayor monta que cualquier otra cuando se avecinan las elecciones. Elecciones y competencia de candidatos van de la mano. Ya el chavismo ha escogido el suyo, Nicolás Maduro. Está pendiente la decisión de la Mesa de la Unidad. Dicen que lo harán en el momento adecuado y oportuno.
Hay sectores de la oposición que se han manifestado a favor de una declaratoria inmediata, el mismo 10 de enero, de la vacante absoluta por la enfermedad del presidente, lo que significa, en la práctica, que son proclives a que se celebren nuevos comicios en febrero. Quizás estiman que es el mejor momento para ellos y que en esa fecha tendrían mayores posibilidades de vencer.
Pero hay otros grupos en la oposición que son partidarios de ganar tiempo, apuestan a un diferimiento y no se apresuran con la juramentación o la declaratoria de vacante absoluta.
También del lado del chavismo se analiza si convocar las votaciones para febrero, o a más tardar marzo, les pueda resultar favorable, en caso de que Chávez se vea obligado a separarse del cargo. Estiman que se cometería un error si esperan seis o nueve meses para hacer un anuncio de retiro del presidente y que es preferible tomar la decisión a tiempo. Las condiciones pueden cambiar y se perdería el empuje de los recientes triunfos.
En todo caso, los escenarios políticos que se han abierto como consecuencia de la enfermedad de Chávez tienen como eje la posibilidad de que se celebren elecciones el año entrante. De que gire de nuevo “la rueda de la fortuna”.
Aunque todo indica que, de celebrarse en febrero, las ganaría el candidato del Psuv, Nicolás Maduro, a quien le correspondería culminar el período de seis años. Nada extraordinario, porque vienen de ganar las presidenciales y las elecciones de gobernadores.