«Tomar una taza de té es tan importante en mi carrera criminal, como lo es el whiskey para otros asesinos», escribió John Christie en su diario
Edda Pujadas, @epujadas.- A finales de marzo de 1953, el nuevo inquilino del Nro. 10 del edificio Rillington Place, realizaba las reformas que necesitaba su nuevo apartamento. Cuando agujereó la pared de la cocina, se percató de que había un hueco que estaba empapelado. Arrancó el resto del papel y al enfocar con su linterna, se sobresaltó al encontrarse con un cuerpo envuelto en una sábana.
Detrás de este cuerpo, se hallaban dos cadáveres más. Se trataba, en total, de tres mujeres que habían sido estranguladas. En un registro posterior se hallaron, a parte de los tres cuerpos del hueco de la cocina, otros dos enterrados en el jardín y el cadáver de la señora Ethel Christie, sepultado bajo las tablas del suelo de la habitación principal. El anterior inquilino había abandonado el edificio Rillington Place tres días antes, su nombre era John Christie.
MATANDO EN SERIE
John Reginald Christie nació el 08 de abril de 1899 en Halifax, Nueva Escocia y fue un asesino en serie de origen inglés, activo en las décadas de 1940 y 1950. Este sujeto asesinó a por lo menos seis mujeres, incluyendo a su esposa Ethel, por estrangulamiento, en su apartamento ubicado en el edificio Rillington Place de Notting Hill en Londres.
Contaba con el cariño de sus seis hermanos y de su madre, aunque no se podía decir lo mismo de su padre, de carácter severo y autoritario. Fue un buen estudiante y formó parte de los boys scouts, sin embargo, en su adolescencia, sufrió una gran humillación cuando sus compañeros se enteraron que era impotente y comenzaron a llamarle «Reggie no puede».
A los 17 años es sorprendido robando dinero mientras trabajaba como oficinista en la policía local. A raíz de esto, su padre le echa de casa y a los 18 años es reclutado para la Primera Guerra Mundial, donde fue gaseado, lo que le permitió, posteriormente, recibir una pensión por incapacidad.
En mayo de 1920 se casa con Ethel Waddington. En años posteriores es encarcelado en varias ocasiones por robo de dinero y en 1924 pasa varios meses en prisión. Como consecuencia de su conducta delictiva, Ethel lo abandona y él se dedica a vagabundear hasta que decide escribirle a su mujer y pedirle que regrese: ella accede, se mudan juntos al Rillington Place y él consigue trabajo como policía.
Es en agosto de 1943, mientras investigaba a un hombre por robo, cuando conoce a su primera víctima: Ruth Fuerst, una prostituta de 17 años. Aprovechando que Ethel está ausente, Christie invita a la joven a su casa y después de tomar el té, la estrangula y entierra el cadáver en el jardín trasero.
A finales de 1943 deja la policía y comienza a trabajar en los Ultra Radio Works, al oeste de Londres. Allí hizo amistad con Muriel Eady, de 31 años, quien fue su siguiente víctima, a quien estranguló y violó. Pasarían cinco años antes de que Christie volviera a actuar.
En marzo de 1948 Timothy y Beryl Evans se mudan al edificio Rillington Place, junto a su hija Geraldine, de poco más de un año. El joven matrimonio se llevaba bien con Christie y su mujer, pero en 1949 Beryl queda embarazada y no desea tener el hijo por su pésima situación económica. John se ofrece a practicar el aborto.
El 08 de noviembre de 1949 Timothy regresa de trabajar y recibe la noticia de que Beryl no ha sobrevivido a la operación, Christie lo convence de ocultar el cadáver, él acepta y se va de la ciudad, dejando a Geraldine en manos de Christie. Aunque el joven se marcha, no puede olvidar el trágico suceso, así que confiesa en la policía haber matado a su esposa.
El cadáver de Beryl Evans se encontraba doblado debajo del fregadero, enrollado en una manta y ocultado por unos troncos. Había sido estrangulada y la pequeña Geraldine se estaba, también estrangulada, junto a su madre. Evans es acusado del homicidio de su mujer e hija. Desesperado, decide confesar la verdad e implicar a Christie como único responsable del aborto fallido.
En el juicio se comprobó que Christie sirvió a su país en la primera Guerra Mundial y que había sido policía, con lo que se ganó la compasión del jurado. Negó su participación en el aborto y comentó las continuas peleas entre el joven matrimonio, así como los malos tratos que sufría Beryl. El jurado encontró a Timothy culpable y fue sentenciado a la horca, a pesar de que siempre insistió en su inocencia.
La siguiente víctima de Christie fue su propia esposa, a quien estranguló el 14 de diciembre de 1952 para «controlarle» un ataque de tos. Conserva su cadáver varios días en la cama, hasta que decide sepultarlo bajo las tablas del suelo. Prácticamente arruinado, vende todos los muebles y excusa la muerte de su mujer diciendo que se encuentra de viaje.
Después de matar a Ethel, la poca cordura que le quedaba se deteriora y entre diciembre de 1952 y su detención, en marzo de 1953, atrae hasta su casa a las que serían sus tres últimas víctimas y cuyos cadáveres fueron escondidos en un hueco en la pared de la cocina, que cubriría con papel.
El 21 de marzo abandona su apartamento y empieza a vagabundear por la ciudad, poco después es atrapado por la policía. Comienza entonces el juicio en el mismo tribunal que tres años antes había mandado a la horca a un hombre inocente.
Christie admitió sus crímenes, aunque nunca confesó el asesinato de la pequeña Geraldine. Fue sentenciado a morir en la horca y la condena se cumple el 15 de julio de 1953. Lastimosamente, 16 años después de ser ahorcado, Timothy Evans recibe el perdón de la justicia.
El 14 de diciembre de 1952 John Christie despertó por unas repentinas convulsiones que estaba sufriendo su esposa. Ella tenía un ataque de tos y él escribió en su diario que no podía hacer nada para devolverle la respiración, por lo que decidió dar fin a su desgracia de la manera menos dolorosa. Ethel Christie murió en su cama por estrangulación. «Durante dos días dejé el cadáver de mi esposa en la cama y luego quité las tablas del suelo del cuarto principal y la enterré».