Cada cierto tiempo, nos vemos envueltos nuevamente en una especie de incertidumbre sobre qué va a pasar con el tema cambiario, aderezado actualmente por un mercado negro paralelo, que además de ilegal, distorsiona la realidad
La insistencia y el simplismo con respecto al tema cambiario se concentra -una vez más- en dos vertientes: el ajuste del precio del dólar y el incremento de la oferta de dólares. La opinión pública hace tanto foco en estos dos aspectos que pareciera que -de cumplirse los pasos anteriores- los problemas se solucionarían como por arte de magia.
En este sentido, debemos formularnos las siguientes preguntas: ¿Ha resuelto el dilema los ajustes cambiarios y el incremento de la oferta, de la cantidad de dólares que se ofrecen a través de Cadivi, en anteriores ocasiones? temporalmente sí.
Pero los venezolanos y venezolanas, cada cierto tiempo, nos vemos envueltos nuevamente en una especie de incertidumbre sobre qué va a pasar con el tema cambiario, aderezado actualmente por un mercado negro paralelo, que además de ilegal, distorsiona la realidad, e incluso, termina influyendo en las toma de decisiones posteriores en la materia.
Por esta razón, es conveniente recordar que debemos ser perseverantes en plantearnos un enfoque integral sobre la política cambiaria. Y ello significa que, adicional a las variables precio del dólar y cantidad del mismo que se oferta en el mercado oficial, se considere los factores que generan presión de demanda sobre la divisa norteamericana.
Y aclaró, la presión de demanda no solo la puede estar generando el precio oficial (4,30), indudablemente apetecible y atractivo. También existen razones estrictamente económicas y racionales que determinan el estrés cambiario como la no producción o producción insuficiente de materias primas en el país que sean capaz de satisfacer los requerimientos del sector manufacturero.
De allí, que una solución que ataque la causa y no el síntoma, obliga al Gobierno, al sector productivo, al pueblo organizado, a las universidades, y en fin, a toda la sociedad, a rompernos el coco para que, en Venezuela, tierra adentro, seamos capaz de producir más y mejores insumos que son necesarios para la industria, para no tener que pedir o buscar dólares para importar materia prima, por lo menos en la cuantía actual.
Igual argumento es perfectamente aplicable para los productos terminados en el área alimenticia, textil y calzado, línea blanca, lencería, entre otros. Si logramos fabricar la mayor cantidad posible en nuestras factorías, sin duda, menos actores tienen que recurrir a la solicitud de divisas para importar.
Claro está, este enfoque cambiario integral, es mucho más difícil que devaluar la moneda y aumentar la fuerza del grifo que lanza los dólares oficiales al mercado. Esto último se hace con simplemente redactar un decreto.
Miguel Pérez Abad