El documento prevé que la economía china eclipse a la estadounidense y se planteen crisis tanto energéticas como hídricas
Estados Unidos perderá su hegemonía económica en favor de China, la clase media mundial se triplicará -pasando de los 1.000 a los 3.000 millones-, el vínculo entre el hombre y la tecnología protésica acelerará la aparición de los “superhombres”, las estructuras de poder se difuminarán por el acceso universal a la red y el uso de nuevas herramientas digitales, la mitad de la población sufrirá carencia de agua y de otros recursos energéticos -dando lugar a la aparición de los “conflictos hídricos”-, el 60% vivirá en zonas urbanas y el terrorismo islamista será reemplazado por el ciberterrorismo.
Así dibuja el Consejo Nacional de Inteligencia de EE. UU., brazo analítico de la CIA, el mundo que nos espera dentro de 15 o 20 años. Y así se lo ha hecho saber al presidente Barack Obama y otros líderes mundiales en el informe Global Trends 2030 para prevenirlos sobre lo mejor y lo peor que nos deparará el futuro a medio plazo.
El informe estratégico elaborado por el NIC cuenta con una significativa trascendencia al tratarse de una puesta en común revisada por todas las agencias de inteligencia del país norteamericano junto a expertos independientes. Sus conclusiones son pesimistas respecto a la evolución de la economía estadounidense, que dejará de ser la primera potencia económica debido al acelerado desarrollo de los países emergentes, como también habían advertido con anterioridad la OCDE y el FMI.
Además, resaltan las altas probabilidades de que la economía China eclipse a la norteamericana incluso antes de la fecha mencionada, concretamente en la próxima década, según sus cálculos sobre el PIB, la población, el gasto militar y las inversiones en tecnología. Un contexto en el que el mundo será multipolar y el poder se dispersará más, tanto a nivel estatal como internacional, ocasionando problemas de gobernabilidad. Paralelamente, se producirá un auge de las “networks informales”.
Democracia o colapso
El propio presidente del NIC, Christopher Kojm, ya advirtió públicamente que “el espectacular crecimiento de las economías asiáticas está cambiando dramáticamente la influencia de EE. UU. en el resto del mundo”. Unas palabras que no tardó en matizar a la prensa uno de los asesores jefes del consejo, Matthew Burrows: “Que China se convierta en la mayor economía mundial es muy importante, pero esto no significa necesariamente que vaya a ser la primera superpotencia”.
Quizá sea esta la razón por la que los analistas advierten a Obama de que la posición de EE. UU. en el mundo dependerá de su papel pacificador de los conflictos emergentes en Asia y de su éxito en la gestión de crisis internacionales. “Así es cómo actúan las grandes potencias y esto es lo que la comunidad internacional espera de EE. UU. desde 1945”, según matiza el documento.
En este escenario, el futuro de la potencia asiática se enmarca, para los analistas de inteligencia, dentro de dos únicas posibilidades: democracia o colapso. En menos de un lustro, el gigante asiático sobrepasará el umbral de los 15.000 dólares de renta per cápita lo que, según el informe, es la capacidad adquisitiva considerada como “catalizador” para la democracia. Un sistema político que, advierten, no dejaría de ir acompañado de un mayor nacionalismo. Si por el contrario China sufre un colapso económico, “se verá sometida a inestabilidades políticas y afectaría a la economía global”.
Crisis hídrica y energética
De confirmarse estas tendencias, respaldadas por numerosos estudios e informes de diversas agencias supranacionales, el mayor reto al que se enfrentará la humanidad será la carencia de agua. El cambio climático y el incremento de la población (asociado a un aumento de la demanda del 40%) contribuirán al hecho de que “casi la mitad de la población mundial vivirá en zonas con graves restricciones de agua”.
Una situación que, según subraya el documento, podría aumentar los conflictos interestatales, con un mayor riesgo en Oriente Medio y África, aunque también señala la vulnerabilidad de la India y China.
La agencia de inteligencia cifra el límite a partir del cual comenzarán a generarse tensiones hídricas entre países en 1.700 m3 de agua por persona y año. Atendiendo a estos datos, el mayor cinturón de tensión hídrica se extenderá a lo largo del Magreb, Oriente Medio, Asia central y del sur, y el norte de China.
Las cuencas menores de estas regiones son las que soportarán las mayores presiones, según relatan los analistas, que incluyen el río Jordán a su paso por Israel y Palestina, el Kura-Ural y el Kizilimak en Turquía o los lagos Baljash y Tarim en Asia Central.
La crisis de recursos no se limitará solamente al agua, sino también a la energía, con una demanda que duplicará a la actual, e incluso a los alimentos, sobre los que la demanda crecerá en un 35%. Una problemática que previsiblemente sorteará EE. UU., en gran parte, gracias a sus yacimientos de gas esquisto (cuya extracción ya es posible mediante la polémica técnica del fracking).
De hecho, el documento de la CIA predice para 2030 la independencia energética de EE. UU., como ya se explicaba en el artículo: “Así se vive en Williston, la Arabia Saudí de Occidente”.
Innovación tecnológica
Los capítulos del documento dedicados al papel que la tecnología tendrá en el futuro parecen sacados directamente de los libros de ciencia ficción o de series de culto sobre nuevas tecnologías como Black Mirror, creada y dirigida por Charlie Brooker. “La tecnología continuará siendo el gran nivelador y los futuros magnates de internet, como podría ser el caso de Google y Facebook, poseen montañas enteras de bases de datos, manejando en tiempo real mucha más información que cualquier gobierno”.
Sin embargo, ya hace tiempo que EE. UU. intenta hacer frente a esta amenaza de las grandes corporaciones de internet, a las que intenta imitar mediante el Special Collection Service y un megacentro de inteligencia en Utah para rastrear y almacenar las telecomunicaciones de la ciudadanía. El peligro de que las empresas privadas controlen todos estos datos se ciñe, principalmente, en que influirán en el comportamiento a gran escala de la población y hasta de las entidades gubernamentales. EE. UU. dejará de ser la primera potencia económica debido al acelerado desarrollo de los países emergentes.
Los analistas norteamericanos predicen la aparición de tensiones entre ciudadanía y los distintos gobiernos. Por un lado, la universalización del acceso a la red y la generalización del uso de las nuevas tecnologías permitirán a la ciudadanía alcanzar mayores cuotas de libertad y desafiar a sus representantes, mientras que estas mismas herramientas proporcionarán a los gobiernos “una capacidad sin precedentes para vigilar a sus ciudadanos”, según aclara el informe.
Lo más llamativo respecto al desafío tecnológico tiene que ver con el vínculo cada vez mayor entre las máquinas y los hombres. A medida que siga avanzando la tecnología de las prótesis, dicen, “las personas podrían optar por mejorar, por ejemplo, la apariencia física como hoy en día se hace con la cirugía estética”.
Otros de los ejemplos a los que recurren son los incipientes implantes de retina (para ver en la oscuridad) y las técnicas empleadas para aumentar la función neuronal (neuro enhancement), que “mejoran la memoria y ayudan a alcanzar una mayor velocidad del pensamiento”. El mercado laboral será uno de los campos de expansión de la tecnología protésica o robótica. Unos avances que, de cumplirse el resto de tendencias, no parece que irán encaminados a suplir las carencias futuras de agua, energía y alimentos.
(Con información de El Confidencial, España)