Washington se pregunta cuándo se podrá discutir la reforma migratoria, que afecta a millones de personas, especialmente latinos
La prolongada y difícil batalla entre la Casa Blanca y el Congreso para resolver la crisis presupuestaria de Estados Unidos a finales de 2012 augura un nuevo año de debates polarizados y posible estancamiento entre legisladores que podrían marginar la promoción de importantes proyectos como la reforma migratoria.
Una amplia reforma al sistema migratorio, incluyendo la normalización de casi 11 millones de indocumentados y una posible vía a su naturalización, fue un tema central en la campaña de reelección de Barack Obama y una de las razones que explican el abrumador apoyo que recibió de los votantes latinos.
Como se ven las cosas, las intensas discusiones sobre los impuestos y el límite de la deuda seguidas de otros temas candentes como el control de armas o la legalización de la marihuana podrían restarle espacio, tiempo y energía al gran debate que proyecta ser el de la reforma a las leyes de inmigración.
Los analistas apuntan que el presidente debe tomar la iniciativa en este aspecto. Por otra parte, la oposición republicana -de mayoría en la Cámara Baja- tiene que evaluar la supervivencia del partido tras el rechazo a sus políticas antiinmigrantes en las recientes elecciones.
Espacio para el debate
Es de esperar que varios activistas y observadores estén preocupados que la reforma migratoria quede completamente marginada por las batallas legislativas en torno a los impuestos, el gasto público y el límite de la deuda.
El presidente Obama tiene la ventaja del mandato que le otorga su victoria electoral y cuenta con amplio apoyo popular para promover los temas que considera más importantes en su agenda pero los analistas estiman que tiene que actuar cuanto antes para aprovechar este impulso y no dejarse estancar por otros debates.
«El calendario es apretado y si algo se va a hacer, tiene que ser antes del verano», consideró Israel Ortega, editor de Heritage Libertad, la página en español del Heritage Foundation, un centro de análisis conservador en Washington.
Ortega no solo cree que las discusiones sobre la deuda y las armas podrían frenar un proyecto de ley migratorio pero el actual estado de la economía podría complicar las negociaciones y retardar la reforma.
«Si tuviéramos una economía creciendo más, con menos desempleo, veríamos más apetito del Congreso y del presidente para enfrentar el tema», afirmó a BBC Mundo.
El editor de Heritage Libertad recalcó, sin embargo, que es Barack Obama el que tendrá que mostrar liderazgo, vender su idea y buscar apoyo, si es que busca una reforma amplia.
En eso coincide Mary Giovagnoli, directora de política migratoria del Consejo para Inmigración de EE.UU. en Washington, un grupo que aboga por la reforma. «La Casa Blanca tiene que ser muy agresiva», dijo.
«Obama es un tanto reticente en ese aspecto porque prefiere el modelo académico de esperar a que el Congreso proponga y luego meter la cucharada», comentó. «Eso no funciona si se tiene una agenda que considera importante. No puede esperar a que el Congreso actúe».
Esa es una de las lecciones que aprendió el presidente cuando promovió el Acta de Salud Asequible, tema central de su primer gobierno, señaló Giovagnoli. El acuerdo solo se logró cuando Obama se «arremangó la camisa» y utilizó su poder ejecutivo.
La cuestión es cuánta energía y cuánto capital político quiere utilizar el presidente cuando tiene todas estas otras batallas asomándose en el horizonte inmediato.
La experta en política migratoria acepta que mucha energía se puede escapar lidiando con estos problemas puntuales pero indica que ha habido un grupo bipartidista de legisladores reuniéndose desde diciembre para producir un proyecto de ley que se pueda presentar ante el Senado.
«Ese sería un primer paso que, aunque con reservas, podría ser aprobado», aseguró. De ahí tendría que pasar a la Cámara de Representantes donde no hay suficiente apoyo y todavía tiene una fuerte corriente de conservadores del Tea Party que quieren imponer «ideas extremas así sean justificadas o no».
No obstante, Giovagnoli resaltó el consenso que hay en el país para lograr una reforma migratoria seria que cuenta, además, con apoyo fuerte entre latinos, asiáticos y otros grupos cuyas voces políticas se están escuchando más y serán una fuerza significativa en los próximos ciclos electorales.
«Sería difícil para ellos llegar a 2014 -en las elecciones legislativas- y en 2016 -las presidenciales- y decirle al votante que lo intentaron pero no se logró», manifestó a la BBC. «La gente está cansada de eso y expresarán su disgusto con sus votos».
Pero reconoció que hay muchos republicanos que están exasperados con los puntos de vista extremos del partido y aseguró haber hablado en privado con muchos que desean ver un cambio, particularmente a nivel estatal y local.
«Desde los estrategas hasta los líderes del partido buscan una nueva dirección», afirmó. «El problema es que el país cambia más rápido que la maquinaria política».
Reforma diluida
El temor, sin embargo, es que la amplitud de la propuesta migratoria se diluya en aras de llegar a un acuerdo antes de mediados de 2013, que es lo que muchos están llamando «la ventana de oportunidad» para aprobar la legislación.
Aunque los promotores de la reforma estarán empezando con propuestas muy grandes, es muy factible que se manejen varios escenarios y el paquete final sea una versión muy diferente y reducida de la original.
Israel Ortega de Heritage Libertad indicó que los cambios en las leyes de Estados Unidos por lo general se dan en incrementos.
«El Congreso no suele hacer las cosas muy bien cuando aprueba una legislación gigantesca como con el tema de la salud», declaró. «Ahora está saliendo toda una serie de detalles sobre el Acta de Salud Asequible a las que se les tiene que hacer arreglos y enmiendas».
Ortega dijo que senadores republicanos como Marco Rubio quieren abordar el tema pero en etapas y no como un único proyecto de ley. Lo mismo dice de algunos demócratas más conservadores y elementos dentro de los sindicatos que necesitarían ser convencidos si se busca una amplia reforma.
Todo depende de lo que quiera hacer el presidente y cuánta batalla quiera dar, señaló. «Si reconoce que tiene que contar con apoyo republicano va a tener que moderar su posición. Eso de ofrecer ciudadanía automática a 11 millones no va encajar con muchos».
Mary Giovagnoli reconoce que lo que las partes estarán tratando de determinar cuál sería el mínimo resultado que podrían aceptar sin revelar su mano pero «es absolutamente esencial que se haga ahora mismo».
William Márquez / BBC Mundo, Washington