En la zona 1 del barrio José Félix Ribas, Grisela García Azuaje, de 35 años, ama de casa y madre de dos niños, fue objeto de la furia del hijo de su esposo, a quien crió desde que tenía 3 años de nacido, que entró en su habitación para golpearla con un bate en al menos siete ocasiones
Un adolescente de 13 años de edad, asesinó a batazos a su madrastra Griselda García Azuaje, de 35 años de edad, en un horrendo hecho de sangre que la mañana de este domingo se desarrollo dentro de una vivienda del callejón «Hola Que tal?», en la zona 1 del barrio José Félix Ribas en Petare.
García, ama de casa y madre de dos niños dormía cuando el hijo de su esposo, a quien crió desde que tenía 3 años de nacido entró en su habitación. En su defensa, tras confesar los hechos, el adolescente alegó que tuvo una pelea con su madrastra y que esta lo abofeteó. En respuesta, habría tomado el bate de madera que utilizada para sus prácticas de beisbol y la golpeó «sin intención de matarla», dijo.
Después de golpearla en por lo menos siete ocasiones, entre el rostro y extremidades, el hijastro de la víctima salió del cuarto y lo cerró con llave. Eran aproximadamente las 8.00 de la mañana cuando el jovencito salió a la calle en busca de su prima, una jovencita de 15 años, a quien pidió ayuda porque algo le sucedía a Griselda.
El cuarto de la mujer, separado solo unos metros de la habitación donde dormían sus hijos, de 8 y 4 años de edad, respectivamente, estaba cerrado. Cuando lo abrieron hallaron el cuerpo ensangrentado. Había sangre en las paredes en forma de salpicadura.
Una hermana de la víctima, de nombre Jazmín García, estaba en su vivienda cambiando a su bebé. Acababa de bañarse y apenas cubría su cuerpo con una toalla cuando uno de sus hijos llegó gritando que su tía estaba muerta. De prisa, la mujer salió a la calle y encontró la casa rodeada de vecinos consternados ante el macabro hallazgo.
Entre los lugareños estaba el hijastro de Griselda García, quien aseguraba no haber visto ni escuchado nada. La hermana de la víctima ingresó a la vivienda y allí a su hermana muerta, casi desfigurada por la acción certera de los golpes. «Le destrozó la cara. Yo no quiero que esto se quede así. El tiene que pagar lo que hizo», confesó al llorar recordando el escenario de sangre.
Cuando comisiones de la Policía Municipal de Sucre llegaron a la vivienda, tomaron nota del sitio y avisaron al Cicpc. El esposo de la víctima que estaba ausente para el momento del crimen, pues había asistido a un encuentro de softball, atribuyó el hecho a presuntos azotes del barrio que habían confrontado a su mujer meses atrás.
Cuando los funcionarios de la División contra Homicidios citaron a los miembros del entorno a declarar, encontraron especial contradicción en las declaraciones del adolescente. Cercado por la secuencia de preguntas, el jovencito intentó evadir su responsabilidad diciendo que fue su padre el autor del asesinato. Luego confesó su crimen que dijo cometió con la ayuda de su prima, pero ya más tarde, admitió su autoría.
Karelis García y otras hermanas de Griselda García, contaron que la mujer tenía 10 años de relación con el padre de sus hijos. Cuando comenzaron a vivir juntos, el hombre llevó a su casa al hijo de su primer matrimonio a quien ella crió, a pesar de que su madre biológica reside en San Blas, Petare y de vez cuando veía de él.
Maltratos y juegos diabólicos
Contaron familiares de la víctima que la ama de casa, sufría maltratos por parte de su pareja y que el niño, se crió bajo ese escenario de violencia. A la par, siempre mostró una conducta retraída que se tornaba violenta. «Todas las discusiones entre ellos eran por el niño. El al principio hasta le decía mamá pero de pronto cambio y tenía una inclinación hacia juegos diabólicos. Dibujaba muñecos satánicos y casi no se comunicaba», dijo una tía de la víctima.
El adolescente de 13 años quedó en manos del Cicpc este domingo para ser puesto a la orden de un tribunal en materia de Lopna. Su padre, que ayer se reunió con los familiares de su pareja en la morgue, dijo no amparar semejante crimen que su hijo deberá pagar con todas sus consecuencias aún con la protección de los derechos consagrados por la ley.
AA