Habían nacido sordos pero al menos podían verse. Eso era lo que dos gemelos belgas de 45 años, Marc y Eddy Verbessem, le explicaron a los médicos del hospital universitario de Bruselas, en Jette: que ahora que estaban perdiendo la visión a la vez y ya no podrían seguir viéndose, no querían vivir.
El 14 de diciembre, consiguieron su deseo. Se les fue suministrada la inyección letal y así, sus vidas de 45 años, de estar siempre uno al lado del otro, llegaron a su fin.
Los dos hermanos, que trabajaban como zapateros y vivían juntos, tomaron la decisión de morir «con toda su consciencia», según ha explicado David Dufour, el médico encargado de presidir la eutanasia.
«Estaban felices y fue un alivio ver el fin de su sufrimiento», ha añadido. «Tomaron un café en el hospital y charlaron en profundidad. La separación de sus padres y de su hermano fue serena, hermosa. Y entonces se despidieron con la mano y se fueron».
«Para mis hermanos, era insoportable el no verse», ha explicado su hermano mayor, Dirk. No solo se perderían el uno al otro, sino que con su visión se iría también su independencia. Tendrían que mudarse a alguna institución o similar.
Agencias