Isabel Rivero De Armas: Los celos… ¿son sanos?

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Se basan en un cúmulo de sentimientos que surge cuando tememos perder a la persona amada. Aparte de temor, pueden ir acompañados de ira, humillación o desconfianza

Cualquiera ha sentido celos por lo menos una vez en su vida. Son una respuesta natural cuando podemos creer que, por alguna razón, nuestra relación sentimental está siendo amenazada.

Asimismo, cuando el vínculo sentimental aún no se ha consolidado del todo, porque es un proceso que necesita tiempo para que surjan sentimientos de seguridad y confianza, resulta inevitable que aparezcan los celos. No obstante, cuando viene la consolidación del vínculo deberían desaparecer si no hay motivos que los causen.

Aparte de lo anterior, de manera constante o reiterada, si se manifiestan, sin algún  motivo, pasan de ser algo normal a un comportamiento no sano, que para mejorar necesita ayuda profesional porque existe un trastorno psicológico de por medio.

1. Pueden causar una separación

Los celos se basan en un cúmulo de sentimientos que surge cuando tememos perder a la persona amada. Aparte de temor, pueden ir acompañados de ira, humillación o desconfianza. Se fundamentan en hechos imaginarios o pueden tener una base real porque un sentimiento de posesión hacia la pareja los mueve. Sin embargo, sin razón alguna, la presencia reiterada de este sentimiento, lo convierte en una conducta enfermiza por la que habrá que lidiar con ayuda especializada porque hay un trastorno de fondo que tratar.

Asimismo, los celos permiten que las relaciones sentimentales de pareja sean monógamas. Esto significa que favorecen la fidelidad cuando funcionan como un mecanismo de defensa de tipo emocional y garantizan la permanencia en pareja. Por esto, los celos no son negativos en sí mismos, pero las reacciones que ellos originen sí lo pueden ser. No obstante, cuando se vuelven reiterados, o mejor enfermizos, se pueden convertir en una de las principales causas de separación.

De igual manera, como nuestros vínculos sentimentales están determinados por cómo nos relacionamos con los padres, los celos también tienen que ver con cuán satisfactorio resultó el modo cómo nos vinculamos con los progenitores, ya que si nos llegamos a sentir abandonados por uno de ellos es posible que un sentimiento de temor de perder a la persona amada nos acompañe sin que estemos conscientes de esto.

Del mismo modo, nuestras creencias, tienen relación con los celos, ya que si pensamos que todos los hombres son infieles es inevitable que estemos celosas muchas veces. También hombres que creen que todas las mujeres son coquetas vivirán celosos la mayor parte del tiempo.

3. La celopatía

La celopatía son los celos reiterados, sin algún motivo real que los provoque, cuando todo lo que haga una persona se convierte en una razón para sospechar que se trata de una infidelidad. Son dañinos para quien los parece como para quien es víctima de ellos. Y, en general, estos celos destructivos terminan con cualquier vínculo amoroso porque no hay quien los aguante.

La celopatía es una reacción que no depende de la pareja en cuestión, que se convierte en víctima del celópata sino de quien los sufre que no puede controlarlos porque no tiene conciencia de ello. Por esto, se vuelve incapaz de reconocer tales percepciones falsas del supuesto comportamiento de infidelidad, y por ende también se vuelve incapaz de controlar tales celos infundados.

Finalmente, la vida con un celópata se vuelve insoportable, y casi todas las relaciones terminan porque la víctima se cansa, pero con ayuda profesional este comportamiento puede mejorar significativamente.

4. ¿Cómo evitar que nos dominen?

Aunque los celos pueden ser en sí sanos cuando se vuelven frecuentes se convierten en perjudiciales, así que debes controlarte ante ellos de la manera siguiente:

1) desterrar los pensamientos destructivos y sustituirlos por otros positivos como seguridad y confianza;

2) tratar de diferenciar lo que es real de los juegos que te puede hacer tu imaginación;

3) procurar ser más tolerante con tu pareja y permitir que tenga su espacio; lo cual se traduce en dejar de averiguar en todo momento lo qué hace y con quién.

4) reflexionar sobre lo que nos ocurre para sacar a la luz los sentimientos de inseguridad, miedos, en fin todo aquello que pueda estar incomodándonos que venga de atrás e incluso de la infancia;

5) evitar las amenazas o cualquier tipo de agresión verbal;

6) evitar también echarle la culpa a alguien de lo que nos ocurre porque lo que hagamos o no sólo depende de nosotros; y

7) finalmente, demostrar los celos de forma amorosa, y nunca a través de la ira, la envidia, el rencor o la venganza, y dialogar en todo momento.

Evitando que los celos acaben con tu relación

Trata de averiguar si estás celoso por una situación real o por algo que imaginas. Si tienes un basamento en la realidad, habla con tu pareja, y llega a acuerdos para solventar esto. Si no lo tienes, destierra esos celos o acude a un profesional.

Manifiesta que sientes celos de forma afectuosa y nunca con ira porque te pueda llevar a ofender.

Mantén una buena comunicación con tu pareja.

Y es bueno que sepas que en la medida en que nos sentimos más seguros con nuestro compañero y crece la confianza que se devengan ambos en la relación, tener celos se vuelve algo excepcional.

2. Causas 

Algunas posibles causas de los celos son:

1) Una baja autoestima o falsa de confianza en sí mismo, que lleva a desconfiar del afecto y de la sinceridad del otro;  por esto, se vive con el temor de que la pareja conozca a alguien mejor y descubra lo poco que vale;

2) experiencias familiares: es muy probable que una persona que haya presenciado escenas de  celos de uno de sus padres esté más predispuesto a ser celoso que otro de padres seguros;

3) personas que han sido engañadas y finalmente abandonadas al igual que los sienten mucho temor a la soledad pueden estar propensos a sentir celos

4) algún trastorno psicológico como, por ejemplo, paranoia, esquizofrenia o bipolaridad, origina celos, pues quienes lo sufren desconfían siempre de las personas que lo rodean.

La voz de la mujer

Isabel Rivero De Armas/ La Voz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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