A sus 42 años la modelo sigue siendo una de las figuras más representativas del mundo de la moda
NUEVA YORK, (Especial). La supermodelo británica, Naomi Campbell, sigue siendo, a sus 42 años, una de las figuras más representativas del mundo de la moda y, para demostrar que su privilegiada posición responde a años de duro esfuerzo y sacrificio, no ha dudado en revelar que el secreto de su saludable cabello responde a un extraño ritual de belleza: aplicar sobre su pelo una mezcla de huevo crudo, cerveza Guinness y detergente para lavar los platos.
“Uno de mis trucos para cuidar mi pelo consiste en lavármelo con frecuencia utilizando huevo crudo, cerveza Guinness y un poquito de Fairy. Me lo deja brillante, lleno de vitalidad y muy suave“, confesó a la revista OK!
Aunque es plenamente consciente de su atractivo tras más de 20 años dominando las pasarelas de todo el mundo, la maniquí admite que le sorprendió mucho recibir su primera oferta como modelo a la tierna edad de 15 años. En ese momento, Naomi no era consciente de que su aspecto físico podría resultar aceptable en la industria de la moda, ya que a finales de los 80 se encontraba inmersa en una corriente de estilo que hoy solo puede ser considerada como “extravagante”.
“Nunca me imaginé que acabaría trabajando como modelo. No es que no me viera guapa durante mis años de adolescente, pero en esa etapa era una fan incondicional del grupo Culture Club y solía disfrazarme de Boy George siempre que podía. Me ponía llamativos sombreros, me pegaba extensiones de trenzas en la cabeza y me vestía con los mismos atuendos extravagantes”, bromeó.
Por otro lado, Naomi asegura que los cánones estéticos que imperan hoy en día en su ámbito profesional son radicalmente diferentes a las medidas exigidas a las modelos en la década de los 90, cuando ella se convirtió en una de las bellezas más cotizadas del sector. La rapidez con la que evoluciona la industria, de hecho, le hace preguntarse si su esbelta silueta tendría actualmente cabida en el competitivo mundo de los desfiles.
“La industria de la moda está cambiando a una velocidad asombrosa, y creo que ahora las modelos están inmersas en un proceso de profesionalización que no existía en mi época. Recuerdo que, en mis inicios, tuve que aprender básicamente sobre la marcha, preguntando a otras modelos qué es lo que tenía que hacer a pocos minutos de salir a la pasarela.
También han cambiado las medidas que se consideran ideales para tener éxito en esta profesión. En su momento a mí me consideraban como una de las modelos más altas, pero en la actualidad creo que la media de altura de las nuevas generaciones es muy superior”, reflexionó.
Agencias