La última víctima del aberreado reconoció al hombre en una fotografía que le mostraron los detectives de la policía científica. Los restos mortales de Berigionett Péréz Loaiza, de 20 años de edad, fueron inhumados ayer, como fue su deseo antes de morir, en el Cementerio del Este
A las 12:45 del día de ayer partió el cortejo fúnebre que llevaba en féretro con los restos de Berigionett Péréz Loaiza, de 20 años de edad, la más reciente víctima del violador de Casalta III. Tres autobuses de la Asociación Civil Casalta-Chacaíto-El Cafetal, fueron habilitados para llevar a familiares y amigos que acompañarían los actos de inhumación en el Cementerio del Este, en La Guairita, como fue su petición antes de morir.
La joven que logró salir con vida de la vivienda donde fue asesinada Fraiddelyn Martínez (22), pudo testificar como sucedieron los hechos la madrugada del viernes, cuando un sujeto, Wilmer Maestre (19), se metió al cuarto piso de la vivienda donde dormían para ultrajarlas y herirlas de múltiples cuchilladas.
La última víctima del Monstruo de Casalta reconoció al hombre en una fotografía que le mostraron los detectives de la policía científica. Dijo que la noche del sábado, estuvieron reunidos en la casa celebrando su cumpleaños y el un cuñado de su amiga que se aproximó al suyo. Cuando todos se marcharon ambas se fueron a sus camas en habitaciones separadas.
“Ya maté tu amiga,
ahora vienes tú”…
Cerca de las 4:15 de la madrugada, el violador la sometió cuando dormía, la ultrajó y luego la encerró en su habitación. De allí el hombre hasta la pieza de su amiga a quien también violó y mató de varias puñaladas. Cuando regresó a la habitación de la primera le dijo: “Ya maté tu amiga, ahora vienes tú”.
La joven recibió al menos 22 puñaladas en la espalda. Tenía otras en los brazos y piernas, además de una herida cortante en el cuello. Mientras era atacada logró soltarse de su agresor y correr desnuda hasta la calle, donde agritos llamó a la madre de Fraiddelyn. La mujer salió con su hijo de 14 años y la auxilió, pero su hija yacía sin vida en el nivel superior.
Yumansky Loaiza, primo de Berigionett Pérez, dijo que el sujeto presuntamente coleccionaba fotos de sus víctimas y las pegaba en las paredes de la vivienda. Al parecer tenía en su poder otras fotos de habitantes del barrio Raúl Leoni. “Dicen que ahora faltan tres y todas viven en pánico”, comentó.
Pérez Loaiza, estudiante de Informática del IUTA de la avenida Baralt, egresada como bachiller del liceo Cecilio Acosta y menor de cuatro hermanos, murió de un paro respiratorio porque sufría de asma desde niña. Tenía heridas muy profundas y eso agravó su estado.
Intentaron linchar
a un joven detenido
La noche del sábado 26 de enero, un grupo de vecinos de Casalta III capturó a un sujeto identificado como Dikinson Rafael Hernández Suarez, de 21 años de edad. El joven fue brutalmente golepado pero con vida fue rescatado por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana que lo llevaron bajo custodia hasta la sede de la comandancia en la avenida Sucre, antigua zona 2 de la PM.
Madre del violador se fue al
Oriente tras quema de su casa
La misma noche del sábado la comuna enardecida destrozó la vivienda donde residía la madre de Wilmer Maestre junto sus cinco hijos en el sector Las Casitas de Casalta. La mujer tuvo que resguardarse en la casa de unos vecinos y el domingo se fue con su familia hacia el Oriente del país, huyendo de la violencia que deambula por las calles en busca de su hijo para hacer justicia.
La señora Loaiza aseguró que su hija era “espectacular”, pues nunca le dio problemas. Berigionett Pérez Loaiza estudiaba computación y “trabajaba con la misión educación, con los cubanos”.
“En este momento no quiero decir nada, solamente que se haga justicia por la muerte de esas niñas que lo que hacían era trabajar, no se metían con nadie, no eran niñas rocheleras (…) Mi hija llegaba allí de sus clases, del trabajo para su casita y ya, no tenía amistades por allí.”, exigió desde la funeraria donde velaron a su hija, reseñó Globovisión.
Hizo la atribulada madre un llamado a las niñas y mujeres del país para que estén pendientes en las calles. “Cuatro ojos, no confíen de nadie, porque ese muchacho andaba por esas calles. Mi hija lo reconoció, era conocido en la calle, pero que nos íbamos a imaginar que era tal monstruo”.