El liderazgo de Chávez ha sido tan avasallante que por muy generoso que se sea con la evaluación de sus posibles sustitutos, no es posible encontrar ni en el oficialismo, ni en la oposición alguien que se le aproxime.
Y no es que Chávez sea un superhombre, pero es indudable que ha logrado una conexión con el pueblo que ha sido fuente del poder que ha desarrollado. Los tiempos modernos de nuestra nación no habían conocido de la fuerza de un liderazgo como el de Chávez. Otros líderes hubo, de gran importancia y significación, pero ninguno con la profundidad alcanzada por el Presidente.
Esta revolución ha llegado hasta donde lo ha hecho gracias al impulso personal del Presidente. Él ha sido la fuerza motriz de este proceso. De allí que luzca comprensible las dificultades que surgen a la hora de cubrir el vacío que su ausencia temporal o absoluta dejarían.
La experiencia dice que liderazgos de estas características solo es posible sustituirlos a través de fórmulas donde lo colectivo tenga un peso fundamental. Quizás esto haya sido uno de los grandes méritos de Rómulo Betancourt, quien se propuso forjar un partido como respuesta alternativa al caudillismo y al predominio de la individualidad propia del post gomecismo.
En el chavismo comienzan a darse pasos en el sentido de dar un mayor paso a lo colectivo. Se siente el esfuerzo por alcanzar acuerdos que permitan orientar a ese basto movimiento social que es el chavismo. Desde luego, no será una tarea sencilla y mucho menos excepta de dificultades. Mantener a una multitud de esas dimensiones y de un carácter abigarrado, bajo cierto orden costará, mucho. De hecho, es posible que se produzcan serios enfrentamientos internos que solo podrán ser resueltos adecuadamente si el proceso no va forzando un Estado mayor que actúe con sabiduría y decisión. Si, al contrario, se desatara una lucha por su control, el resultado esperado no puede ser otro que el de la derrota.
Pero en la oposición tampoco las tienen fácil. Existe una profunda desconexión entre las bases electorales y las organizaciones políticas. La clase media, componente fundamental de aquel electorado ha sido reacia a la participación política organizada. La inconformidad se ha convertido en una manera de vivir, criticando descarnada y agriamente a todo lo que no asume su manera de ver las cosas.
Sé que es duro decirlo, pero la clase media no en balde ha sido señalada como aliado social de las dictaduras en nuestro continente. Lo fue en Chile, Argentina y Uruguay. Lo fue también en Venezuela, respaldando a Pérez Jiménez. Y más recientemente, siendo el activo del Golpe del 11 de abril y soporte social del paro petrolero.
Basta observar los mensajes que se cruzan en las redes sociales para comprobar que aquella vocación aún está vivita y coleando. Allí no ocultan su disposición a apoyar cualquier evento que les permita salir del chavismo, sin medir las consecuencias que un hecho como ese podría tener.
Ella constituye el combustible que mantiene viva la llama golpista. Por supuesto, de manera irreflexiva, sin darse cuenta que ellos sufrirían directamente las consecuencias de lo que genere una situación como esa. Juegan o ligan a que se produzca un estallido social que ponga en Jaque al gobierno, pero no se pasean por la idea que si ello se produjera podría direccionarse contra ellos.
No me cabe duda que hay gente jugando a quebrar la unidad de las FANB con el objetivo de provocar cuando menos una asonada que aun derrotada, pudieran estar pensando, podría provocar efectos expansivos que acabarían con el gobierno. Quizás piensan que pueda ocurrir lo mismo que se produjo con Chávez, quien pese a ser derrotado en la asonada que encabezó, terminó siendo la opción que surgió ante el derrumbe del Pacto de Punto Fijo.
El asunto fue que Chávez logró acordar en torno a su candidatura un amplio consenso que incluyo a sectores internos y externos decisivos. Eso luego de haber conquistado una amplia mayoría en el seno del pueblo.
Esto no ocurre con quienes se oponen al gobierno; al contrario, en las consultas electorales realizadas han sido ampliamente derrotados. Si no asumen esta realidad no habrá “golpe de manos” que puedan hacerle la tarea y en su desesperación y arrogancia pudieran llevarse en los cachos muchas cosas valiosas para el país y su gente.
Iván Gutiérrez