Lo que se percibe más allá de lo conocido de la ley escrita pudiéramos encontrarlo en las reflexiones y la filosofía dialéctica-científica del incomparable y más grande genio que ha existido Alberto Einstein, socialista furibundo por excelencia quien explica y sostiene: solo existe el origen de las cosas, no hay ni antes ni después en el existir filosófico dialéctico. Lo demás que se diga no tiene asidero evidenciar de existencia objetiva, lo que significa que no puede fundamentarse ni argumentarse en lo que es susceptible ser negado. Que para la dialéctica materialista de Carlos Marx y sus seguidores existe lo que existe, lo que se puede probar y comprobar, aquello que simula un tiempo acortado, un instante o un tiempo previsto de antemano de desaparición, compete exclusivamente a un formalismo protocolar infundado de una razón sin ser no conveniente, que viene hacer lo antilógico de la no permanencia en el tiempo para hacer valer en las instancias correctas las pruebas por demostrarse de lo verdadero que son las cosas perpetuas en el correr de los tiempos y lo falso que son también, como por ejemplo, en las apariencias suscitadas con que se ven los cometas cuando se hacen visibles en el firmamento, que le apreciamos que aparecen y desaparecen fugazmente sin dejar las pruebas fehacientes de lo que son de verdad, hacia donde se dirigen y de donde vienen, solo dejan su apariencia.
Así procede esta desarticulada oposición irritante con pura apariencia y con un arrume de falsos argumentos jurídicos que esgrimen en ese formalismo protocolar vilipendioso que adolece de todos los elementos sustentables que sí los posee el poder trascendente originario del pueblo, pero que estos desaforados gruperos los asumen como suyos irresponsablemente y los manipulan para transferirlos y aplicarlos si se llegara a crear en el supuesto negado una junta de juramentación a la cual ya le pasó su tiempo y fue eliminada y pasó el procedimiento legal al TSJ no puede jamás un grupo envalentonado de falsos criterios y violentos de oficio desadaptarse de una decisión del pueblo y de la formalidad de la Constitución que preside al Tribunal Supremo de Justicia.
La formalidad de interesarse por las doctrinas que dominan estas escogidas mentes apartadas de lo normal para esforzarse en buscar lo verdadero y donde podría estar el existir como dicen ellos, lo estimulante es ponerle atención a sus puntos de vista con pasión para meditar en ello y extraer experiencias prácticas y sabias, pero debemos darnos cuenta con exactitud ¿qué es la existencia de las cosas? como lo esbozan los cerebros lúcidos de estos sabios que mordean este pronunciamiento así, todo lo que existe en la vida como verdad, permanece perenne como si se tratara de un presente que no pasa en el tiempo y no tiene pasado ni futuro que lo anteceda y lo suceda.
Probemos someter las exposiciones antecedidas a las síntesis de lo político que nos ocupa e intuiremos que en la correlación de pueblo, gobierno y estructura del estado, se pueda comentar que el verdadero existir, es el pueblo en su pura esencia, la aureola del poder del pueblo cuando la proyecta, ahí lo arropa todo sin tropiezos, ni tapujos, es como el sol y su luz cuando la regala llega con tanta fuerza a lo más mínimo de lo increíble de la galaxia y prodiga así que el sumo poder del pueblo cuando lo regala al elegido, al estado y sus estructuras, pero en cuanto al Presidente desde una vez lo empodera del nombramiento presidencial por consiguiente la juramentación es tácita como también los muchos dones como bendiciones, santificaciones, o santiguaciones, éxitos, testificaciones, demostraciones, comprobaciones, decisiones y demás instrumentos de estabilización y protección legal con que la acción de ese poder adiciona incólume de toda interferencia y resistencia al antireconocimiento de lo legitimo, porque su libertad plena y los derechos que le admite el pueblo al Presidente deben operar con luz verde de paso libre.
Pedro Núñez Caripe