595 días después de que Hugo Chávez confirmó que tiene cáncer, 81 desde que anunció que sería intervenido quirúrgicamente por cuarta vez y 69 desde que no se le ve en público, el gobierno venezolano difundió este viernes fotos del presidente de Venezuela en compañía de sus hijas, sonriente, y leyendo el diario cubano Granma del 14 de febrero.
Como era de esperarse, las fotos se convirtieron en tendencia en redes sociales y portada de medios de comunicación por todo el continente latinoamericano. Y el mundo.
Las imágenes, sin embargo, no despejan del todo las dudas que hay sobre el cáncer que padece Chávez: por ejemplo, el comunicado emitido el viernes por el gobierno habla, por un lado, de un presidente que «está en estrecha comunicación con su equipo de gobierno» pero que, por el otro, no puede hablar.
Las fotos se publican en la misma semana que el vicepresidente, Nicolás Maduro, anunció que Chávez «se somete a tratamientos complejos y duros». Después, el periodista Nelson Bocaranda dijo que el presidente «entró a cuidados intensivos». Y, luego, el canciller canceló a última hora su visita a Lima y viajó a La Habana.
En efecto, la semana fue un capítulo más de las confusiones y ambiguedades que han caracterizado a la información en torno a la enfermedad de Hugo Chávez y que han incluido episodios tan polémicos como la publicación, el pasado mes de enero por parte del diario español El País, de una foto que supuestamente mostraba al mandatario entubado en el hospital y que a la postre resultó falsa.
Ese incidente, que el ministro de comunicación Ernesto Villegas calificó en su momento de «grotesco», sirvió para que el gobierno venezolano intensificara sus críticas contra los medios de comunicación que aseguran conocer el estado de salud del gobernante. Pero incluso después de la difusión oficial de las fotos de este viernes, el gobierno sigue sin aclarar qué tipo de cáncer tiene Chávez, en qué parte de su cuerpo está localizado y cuán desarrollado estaba cuando se lo detectaron.
La falta de detalles concretos en las informaciones oficiales sobre la enfermedad de Chávez y el hermetismo del gobierno ha producido una falta de información que los medios de comunicación tratan de suplir de diferentes formas. ¿Cómo han hecho los medios de comunicación para informar sin información?
Rumorología
«La desinformación lleva a periodistas y analistas a hacer sesudos ejercicios de lectura entre líneas», dice el corresponsal de BBC Mundo en Caracas, Abraham Zamorano. «Ha surgido el caldo de cultivo perfecto para numerosos rumores que circulan de forma discreta en círculos periodísticos y llegan al gran público fundamentalmente a través de las redes sociales, donde no faltan quienes alardean de contar con supuestas fuentes exclusivas en el entorno del mandatario», señala.
Dos medios de comunicación -o, también, dos activos usuarios de las redes sociales- se han destacado en varias ocasiones por difundir informaciones no verificables -y vehementemente descalificadas por el gobierno- que alientan los rumores.
El primero es el periodista venezolano Nelson Bocaranda, conductor del influyente programa de radio «La cola feliz», columnista del diario El Universal, tuitero con más de un millón de seguidores y director del portal de internet Run Runes, cuyo nombre es una expresión venezolana que hace referencia a los chismes.
Cuando anunció que Chávez había sido trasladado a cuidados intensivos Bocaranda repitió lo que suele decir cuando supuestamente recibe información semejante: «Lo pude confirmar con mis fuentes médicas -a las que consulto desde hace 16 meses bien sea en Cuba, Brasil, España o Venezuela-«.
BBC Mundo intentó que Bocaranda explicara cuál es el proceso de verificación de informaciones que realiza, pero el periodista se negó porque dice ser «acosado» por el gobierno para que revele su fuente. Sobre las posibles imprecisiones de sus informaciones, dijo: «Entonces olvídese de lo que yo digo».
En marzo de 2012, Bocaranda le dijo a BBC Mundo que sus fuentes son variadas, provienen de dentro y fuera del gobierno y se han cuadruplicado desde que empezó a cubrir el cáncer de Chávez en junio de 2011. Así como las exclusivas de Bocaranda, en las que no suele haber documentos o referencias que permitan comprobar la información, el diario español ABC también ha sido un disparador de rumores sobre la enfermedad de Chávez.
El periodista -y tuitero, con 7.400 seguidores- que ha escrito los artículos de ABC sobre la enfermedad de Chávez, Emili J Blasco, le dijo a BBC Mundo que «después de un proceso de verificación de una fuente de inteligencia que tiene acceso a informes médicos, empezamos a publicar las informaciones exclusivas sobre la salud de Chávez». «Yo acepto que haya quienes dan un uso más estricto a las fuentes anónimas», explicó, «pero en este caso de dificultad del acceso creemos que es permisible».
Aunque ABC tiene un corresponsal en Venezuela, Blasco escribe desde Washington y nunca ha visitado el país sudamericano. Y reconoció que «el proceso es más con Madrid que con Caracas». Si bien Blasco admitió que el ABC -así como Bocaranda- tiene una posición clara en contra del gobierno venezolano, aseguró que las publicaciones sobre su enfermedad «no están definidas por una agenda política» y «se dedican exclusivamente a informar».
Información sin información
La socióloga venezolana Maryclen Stelling, del Observatorio de Medios de Venezuela, dice que en ese país lo que queda es creer o no creer. «Creer en las informaciones depende de tu postura política y tu relación afectiva con Chávez».
Por su parte el colombiano Carlos Cortés, del Centro de Estudios de Libertad de Expresión de la Universidad de Palermo, en Buenos Aires, ve otro matiz: «El caso de Chávez apunta a un problema general en el periodismo, y es que le tiene miedo o le parece inaceptable transmitir incertidumbres».
Los analistas que consultó BBC Mundo coincidieron en que el exceso de rumores es producto del hermetismo del gobierno venezolano. Según Cortés, «El primer culpable de la desinformación la salud de Chávez es el propio gobierno». También coinciden en que es difícil aceptar los datos sin pruebas como información veraz.
Eso, al final, son los rumores: según la Real Academia Española, «una voz que corre entre el público», «un ruido confuso de voces» o «un ruido vago, sordo y continuado».