El régimen de Asad acusó este jueves a grupos «terroristas» relacionados con la red Al Qaida de haber perpetrado el atentado. La opositora Coalición de Oposición siria denunció el acto «terrorista» y calificó de criminales los ataques contra civiles «independientemente de quien sea el autor»
Al menos 59 personas, en su mayor parte civiles, murieron este jueves en Damasco en un atentado suicida con coche bomba, el más sangriento en la capital siria desde el inicio de la rebelión contra el régimen de Al Asad en marzo de 2011, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El régimen sirio acusó este jueves a grupos «terroristas» relacionados con la red Al Qaida de haber perpetrado el atentado.
Ese atentado fue «ejecutado por grupos terroristas armados relacionados con Al Qaida y que reciben apoyo financiero y logístico», indicó el ministerio sirio de Relaciones Exteriores.
El régimen de Bashar al Asad asimila sistemáticamente a los rebeldes con «terroristas» financiados desde el exterior.
El ministerio señala que el apoyo a esos grupos es «contrario a la ley internacional y las resoluciones de Naciones Unidas en materia de lucha contra el terrorismo».
El atentado fue seguido por dos disparos de mortero contra la sede del Estado Mayor en el barrio de los Omeyas en Damasco, dos días después de la caída de un obús cerca del palacio presidencial, por primera vez desde el inicio del conflicto hace cerca de dos años.
Hacia las 10H00 locales (08H00 GMT), en una hora de gran afluencia en el barrio comerciante de Mazraa, un kamikaze hizo estallar su coche repleto de explosivos delante de un retén formado con bloques de hormigón que obstruye la entrada a la sede del partido Baas, en el poder desde hace medio siglo en el país.
Imágenes difundidas por la televisión mostraban vehículos destruidos por el fuego, una espesa humareda negra, cuerpos ensangrentados y edificios dañados.
«¿Esta es la libertad que quieren? ¿Esto es el Ejército Sirio Libre?», preguntó un hombre, refiriéndose al rebelde ESL, al ser interrogado por la televisión siria en el lugar de los hechos.
«Es terrorismo (…) ¿A esto le llaman islam?», dijo a la televisión uno de los heridos.
La explosión hizo estallar los vidrios de las ventanas de la embajada de Rusia, sin causar heridos, informaron las agencias de prensa en Moscú. Rusia es una de las pocas potencias extranjeras que apoyan al régimen de Damasco y que continúa con una presencia diplomática en la capital.
Al Ejbariya, el canal oficial, aseguró que entre los heridos figuran niños «porque hay una escuela cerca» del lugar de la explosión.
Un policía afirmó que el coche estalló en la Plaza del 16 de Noviembre, cerca de la mezquita Al Iman, donde se halla la sede del partido Baas, en el poder en Siria desde hace medio siglo.
El OSDH asegura que también estallaron otros dos coches bomba cerca de dos puestos de los servicios de seguridad en el barrio de Barzé, en el norte de la capital.
Varios atentados mortíferos, dirigidos principalmente contra los edificios gubernamentales, sacudieron Damasco los últimos meses. La mayoría fueron reivindicados por los rebeldes islamistas.
La opositora Coalición de Oposición siria denunció el atentado «terrorista» con coche bomba y calificó de criminales los ataques contra civiles «independientemente de quien sea el autor».
Las tropas del régimen impiden desde hace meses que los rebeldes ingresen en Damasco, plaza fuerte del poder, y los atacan con aviones y artillería pesada en las cercanías de la capital.
Rebeldes amenazan a Hezbolá
En momentos en que el vecino Líbano procura mantenerse a distancia del conflicto sirio, el ESL amenazó con atacar a partir del jueves las posiciones del movimiento libanés Hezbolá, al que acusa de bombardear localidades rebeldes en Siria, en una escalada que hace temer de nuevo una extensión del conflicto.
Por su parte, la oposición en el exilio estaba reunida en El Cairo para examinar la propuesta de su líder, Ahmed Moab al Jatib, de llevar a cabo conversaciones con representantes del régimen, con el fin, según él, de terminar logrando que el presidente Bashar al Asad abandone el poder.
Rim Haddad / AFP