El ex comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Alexander García, dijo que la mayoría de los guerrilleros rasos se enteró del comienzo de la negociación de paz en Cuba por la radio y que siguen los avances de la misma por ese mismo medio, el único del que disponen en la selva
BOGOTA. Los combatientes rasos de las FARC escondidos en la selva de Colombia tienen poco optimismo sobre el éxito del diálogo de paz con el Gobierno y cada vez sienten más temor sobre su futuro, dijo un comandante de esa guerrilla que se entregó después de más de dos décadas en las filas rebeldes.
Alexander García, quien pasó 22 de sus 34 años combatiendo en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y desertó esta semana, afirmó que mientras se negocia en Cuba para terminar un conflicto que ha ensangrentado al país por casi medio siglo, crece el escepticismo entre los rebeldes por su futuro.
«Hay duda, hay incertidumbre al interior de la misma guerrillerada, ¿qué va a pasar más adelante?», dijo en una entrevista el miércoles realizada en un jardín del Ministerio de Defensa pocos días después de abandonar al grupo, donde relató que lideraba una unidad de 60 hombres.
García, alias «Caracho», admitió a Reuters que operó junto al fallecido jefe militar «El Mono Jojoy», y que se entregó en una zona selvática del departamento de Guaviare donde luchaba, cansado de la permanente persecución militar, las dificultades de la vida en la jungla y la ausencia de su familia.
«¿Qué se va a poner a hacer cada uno si no va seguir en la guerra?, ¿dónde se va a poner a trabajar a cada uno? y si ellos lo quieren aceptar o no», precisó el ex guerrillero, que ingresó en las FARC en el departamento del Meta, en el sureste de Colombia, como una forma de eludir problemas familiares.
García participa de un programa de reinserción diseñado por el Estado para ex combatientes y accedió a ser entrevistado por un pedido de Reuters a las autoridades colombianas posterior a una conferencia de prensa.
El ex comandante de las FARC dijo que la mayoría de los guerrilleros rasos se enteró del comienzo de la negociación de paz en Cuba por la radio y que siguen los avances de la misma por ese mismo medio, el único del que disponen en la selva.
«Dudo que salga algo en el futuro», respondió cuando se le preguntó su opinión sobre las conversaciones que se celebran en La Habana desde hace tres meses, en el más reciente intento por poner fin a una lucha que cobra miles de vidas y afecta el crecimiento de la cuarta economía latinoamericana.
Pese a que la ofensiva militar contra las FARC ha recortado su fuerza a la mitad y eliminado a gran parte de su cúpula de mando, el conflicto no ha podido ser desactivado por las armas.
• LA INSERCION
Muchos colombianos creen que es inviable que la sociedad acepte a guerrilleros como García, y una vez que las autoridades hayan concluido su trabajo y desaparecido el interés de los medios, probablemente deba empezar otra lucha más personal fuera de las FARC, conocidas por su disciplina e intolerancia a la insubordinación.
El complejo proceso de reinserción de los 16.168 combatientes que desertaron a esa guerrilla desde el 2003 es prueba de eso. Muchos eran campesinos analfabetos o con un bajo nivel de escolaridad, lo que ha dificultado su vinculación laboral, de acuerdo con el Gobierno.
La reinserción a la vida civil es uno de los temas más espinosos de un eventual acuerdo de paz porque encierra el riesgo de que los ex guerrilleros rasos se conviertan en delincuentes comunes o pasen a engrosar las filas de otros grupos armados ilegales que operan en el país.
Rodeado por militares, que suelen mostrar en público a desertores de alto perfil, visiblemente incómodo y vistiendo zapatos deportivos, un pantalón de jean y una gorra, García dijo que el asedio del ejército ha dejado cicatrices internas en las FARC y que hay unidades operando prácticamente por su cuenta.
«En la guerrilla hay un bajón ideológico, hay problemas de mando porque hay mandos que tratan muy mal a la tropa (…) los valores comunistas que se aplicaban antes ya no existen, se acabaron, digamos no por completo pero sí están muy disminuidos», afirmó.
García nunca antes había estado en una ciudad y perteneció a una de las columnas más activas de las FARC, fundadas en los años 60 como una organización insurgente que pugnaba por lograr una reforma agraria y que luego devino en una poderosa fuerza de 17.000 hombres.
Se estima que el grupo tiene en la actualidad unos 9.000 efectivos, mayormente confinados en zonas selváticas o montañosas.
Las FARC, consideradas terroristas por Estados Unidos y la Unión Europea, son acusadas por el Gobierno de haberse convertido en un grupo armado financiado por el narcotráfico, un señalamiento que no fue avalado por García.
«La guerrilla está militarmente diezmada (…) entonces eso también lo pone a uno a pensar. Las Fuerzas Militares están fortalecidas en todo, en su aparato logístico, en entrenamiento», dijo. «Todo eso influye, porque mueren muchos comandantes que eran símbolo de la guerrilla», añadió.
Agencias