No es suficiente el retorno de Chávez, su mandato del 7-O lo obliga a ser activo. Y si su enfermedad no se lo permite, tiene que cumplir con lo que manda la Constitución: renunciar y permitir nuevas elecciones.
Los voceros del Gobierno anunciaron el regreso cuando el avión presidencial ya había aterrizado y el paciente había sido trasladado al Hospital Militar. Como ser humano y ciudadano saludo la presencia del Presidente entre nosotros, los venezolanos que habíamos sido tratados por los usurpadores del Ejecutivo durante el tiempo de su ausencia como menores de edad, incapaces de comprender la situación creada por su enfermedad.
Ahora bien, el regreso de Chávez ocurre en un tiempo en el que los venezolanos no sabemos cuál es el estado de su recuperación. ¿Está curado hasta tal punto que pueda asumir activamente la Presidencia? Por los boletines que nos han suministrado los líderes del PSUV, los jerarcas del Gobierno y hasta los familiares, cabe asumir que la recuperación está aún lejos de ser completa; que existen todavía síntomas que implican una severa restricción de sus habilidades para conducir su «proceso», con las múltiples actividades que esta conducción implica.
¿Significa esto que tenemos que seguir calándonos las numerosas arbitrariedades de los que lideran el proceso político de todos los días? ¿Seremos informados cabalmente, esto es: por boletines serios de los médicos que están a cargo de los tratamientos que Chávez todavía necesita y de sus resultados? Hemos vivido más de dos meses en y con la total ignorancia y confusión que nos causaron las informaciones «oficiales». Se había creado un clima social y político que vivía de rumores, muchas veces muy contradictorios, el cual contribuyó en el cuestionamiento de la legalidad y la legitimidad del Gobierno y sus actos.
A raíz de su reelección el 7-O, Chávez reconoció errores y fallas de su gobierno en los dos periodos constitucionales que cubrían su mandato hasta entonces, con la promesa de querer procurar que no se continuaran en el periodo que comenzó el 10 de enero de 2013. Incluso anunció un órgano que debería supervisar la eficiencia del trabajo del Ejecutivo. Es importante para los ciudadanos saber si este reconocimiento y esta intención todavía existen y si el Presidente los va a traducir en acciones.
Los usurpadores, Maduro, Cabello y Jaua, además de ministros como Giordani y Ramírez, no acometieron ninguna acción para hacerlo, a pesar de que usaron el nombre de Chávez para cuanta arbitrariedad hicieron realidad. Ello se hizo muy claro con la decisión de la devaluación del bolívar que implicará severos problemas precisamente para los sectores a los que el «proyecto» del Presidente está básicamente dedicado.
En fin, queda pendiente la juramentación de Chávez. Actualmente tenemos un Ejecutivo liderado por un vicepresidente no elegido por el pueblo y por tanto ilegítimo. La pregunta es si el Presidente puede juramentarse a la mayor brevedad. Como dijo Ramón Guillermo Aveledo: «Es natural que el Presidente esté en nuestro país». Estoy de acuerdo. Sin embargo, la oposición debe continuar su trabajo en unidad y exigir al Ejecutivo respuestas claras e inequívocas y las acciones correspondientes.
No es suficiente el retorno de Chávez, su mandato del 7-O lo obliga a ser activo. Y si su enfermedad no se lo permite, tiene que cumplir con lo que manda la Constitución: renunciar y permitir nuevas elecciones. Hay otros proyectos para los que «ejecutaban» decisiones cubiertas supuestamente por la aprobación del Chávez. Uno de ellas es el convenio con China para demarcar el mapa de las riquezas del subsuelo. Es obviamente una violación de la soberanía, una preocupación permanente del Presidente.
Heinz R. Sonntag