Su estilo de gobierno aunque, autocrático y personalista, se caracterizó por su increíble efectividad para promover el progreso
Edda Pujadas / @epujadas
Conocido como “El Ilustre Americano”, Antonio Guzmán Blanco fue un militar, estadista, caudillo, diplomático, abogado y político venezolano, partícipe y general durante la Guerra Federal y presidente del país en tres ocasiones (1870-1877, 1879-1884 y 1886-1887).
Ha sido considerado como el más grande ejemplo del “Autócrata Civilizador”, dada su innegable capacidad para promover el progreso en su país, su extraordinaria preparación y su amplio bagaje cultural, pero siempre manteniendo la plena intención de concentrar el poder en su persona, creando una extraordinaria hegemonía política sobre el país que se extendió durante casi dos décadas.
DESDE EL PODER
Nació en Caracas un 28 de febrero de 1829, siendo hijo de Antonio Leocadio Guzmán, fundador del Partido Liberal y de Carlota Blanco Jerez de Aristiguieta, familiar de Simón Bolívar. Con tan sólo 19 años de edad desempeña su primer cargo público, como jefe de sección en la Secretaria de Relaciones Exteriores.
En 1856 se gradúa de abogado y en esta misma época es nombrado cónsul de Venezuela en Filadelfia, de donde pasó con el mismo cargo a Nueva York y luego como secretario de la legación de nuestro país a Washington. En 1858 regresa a Venezuela y es acusado de participar en un movimiento conspirativo contra el gobierno de Julián Castro llamado “La Galipanada”.
Sin embargo, la verdadera carrera política y militar de Guzmán Blanco se inicia en 1859, cuando se origina la Guerra Federal y el futuro caudillo liberal se alinea al lado de Juan Crisóstomo Falcón y de Ezequiel Zamora. Al triunfar la Revolución, en 1863, pasa Guzmán Blanco a formar Gobierno.
En 1870, él mismo encabeza una revolución y logra entronizarse a la manera de los dictadores. En 1873 es electo Presidente de la República y gobierna en forma progresista hasta 1877, a este período se conoce con el nombre de Septenio. Luego asciende al poder Linares Alcántara, quien muere repentinamente y es Guzmán Blanco quien se encarga de nuevo de la Presidencia, desde 1879 hasta 1884, durante el llamado Quinquenio.
De 1884 a 1886 gobernó Joaquín Crespo, tornó a mandar Guzmán Blanco desde 1886 a 1888, período conocido con el nombre de Bienio. Durante estos tres períodos Guzmán fue un autócrata, hizo un gobierno personalista y acomodó la Constitución Nacional a su conveniencia, sin embargo, la historia le reconoce el papel de civilizador y de modernizador de la Venezuela en la que él vivió.
Durante los 18 años que Guzmán Blanco se mantuvo en el poder, se implementaron importantes medidas orientadas a hacer de Venezuela un moderno Estado Nacional. En tal sentido, se pueden mencionar la construcción del Panteón Nacional (1875), la creación del bolívar de plata como unidad monetaria nacional (1879), la declaratoria oficial del Gloria al Bravo Pueblo como himno nacional (1881), la realización del II Censo Nacional, la inauguración del ferrocarril Caracas-La Guaira (1883), la instalación de la Academia Venezolana de la Lengua (1883) y la introducción del servicio telefónico en la línea Caracas-La Guaira.
Una vez apartado del gobierno, desde mediados de 1887 hasta julio de 1889, concentró Guzmán sus esfuerzos diplomáticos en la solución del conflicto de Venezuela con Inglaterra por los límites de la colonia guayanesa, planteando al gobierno británico que la frontera se fijará en el río Esequibo.
En julio de 1889, después de un conflicto con el gobierno de Rojas Paúl, renuncia a sus cargos diplomáticos. Una vez alejado de Venezuela y del poder, se dedicó a escribir sus memorias (cuyo paradero se ignora hoy). En 1894 son publicados en París sus libros “En Defensa de la Causa Liberal” y “Muerte del General Ezequiel Zamora”. Sus últimos años transcurrieron en París, donde falleció el 28 de julio de 1899 y sus restos se mantuvieron hasta 1999.
El 31 de julio de 1899 el presidente Ignacio Andrade emitió un decreto por el cual los restos del General Antonio Guzmán Blanco, debían ser trasladados a Caracas desde París, para que tuviesen eterno descanso en unas de las tantas obras que había sembrado en el país (el Panteón Nacional), pero esto no sucedió.
Más tarde, el General Manuel Antonio Matos, yerno de Guzmán, quiso traerlo pero fue absorbido por la Revolución Libertadora en contra de Cipriano Castro. Durante sus 27 años de mandato, Juan Vicente Gómez ignoró el asunto, al igual que Eleazar López Contreras.
De los presidentes democráticos, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi estuvieron dispuestos a llevar a cabo la misión, pero no logró concretarse. Finalmente, los restos de Guzmán Blanco regresaron a Venezuela en 1999, por las gestiones de la Cancillería venezolana, al mando de José Vicente Rangel y el Embajador de Venezuela en Francia, Hiram Gaviria.
Los restos del “Ilustre Americano” arribaron a Caracas el 07 de agosto de 1999, procedentes de París, tras cumplirse 100 años de su muerte y fueron consignados al Panteón Nacional.
Según los historiadores, dos cosas son innegables acerca de Antonio Guzmán Blanco, la primera que dispuso de una gran fortuna, con haciendas, hatos, inversiones, empresas y propiedades en toda Venezuela e inclusive varias de ellas en Francia y otros países europeos. La segunda es que dicha fortuna se forjó en gran medida gracias a la variedad de movimientos ilícitos o cuestionables, todos estos realizados desde la Presidencia de Venezuela.