
Joseph Ratzinger abandonará el papado el jueves por la noche, el primer papa en hacerlo en casi 600 años, después de afirmar que ya no tiene la fortaleza física ni mental para liderar a los 1.200 millones de católicos del mundo.
«Dios me pidió dedicarme a la oración y a la meditación», dijo este domingo el papa Benedicto XVI con voz entrecortada a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro en su último Ángelus como pontífice, aunque precisó que no «abandonará» a la Iglesia.
«En este momento de mi vida, siento que la palabra de Dios está dirigida a mí. El Señor me llama a ‘subir a la montaña’, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación», dijo un emocionado pontífice ante unas 100.000 personas que le interrumpieron en varias ocasiones con aplausos y gritos de «¡gracias, gracias!».
«Si Dios me pide esto es justamente para que pueda seguir sirviendo a la Iglesia con la misma dedicación y amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de una manera más adecuada a mi edad y a mis fuerzas», explicó el Papa alemán, que el próximo abril cumplirá 86 años.
El Papa, que abandonará el pontificado el 28 de febrero, un gesto inédito en la historia reciente de la Iglesia, recibió el cariño de la muchedumbre congregada en la explanada, expresado en pancartas y banderas, como una que rezaba en italiano: «Querido Papa, nos vas a hacer falta».
El Ángelus fue pronunciado desde la ventana de su estudio privado en el palacio apostólico, como suele ser costumbre en los meses de verano, ya que en viernes se celebra en la sala Pablo VI, que suele reunir a unas 10.000 personas.
Según el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, más de 100.000 personas asistieron al saludo dominical, nada comparado con el gentío que congregaba su predecesor, Juan Pablo II, antes de morir en abril del 2005.
Como suele ser costumbre en él, el Papa se dirigió en varios idiomas a los peregrinos, entre ellos en español, y concluyó con un sentido: «Estaremos siempre cerca».
«Vine para manifestarle mi apoyo y pedirle su bendición», contó el seminarista brasileño Joao Paulo, de 26 años.
Cientos de voluntarios ayudaron a los peregrinos y turistas venidos a esta histórica audiencia, que coincide además con la celebración de elecciones legislativas claves en Italia.
El miércoles 27 de febrero, el Pontífice realizará su última audiencia general, que también se llevará a cabo en la Plaza de San Pedro, el día antes de su retirada del mundanal ruido.
Benedicto XVI partirá el día 28 en helicóptero hacia Castelgandolfo, a 30 kilómetros de Roma, a las 17H00 y, a las 20H00, se hará efectiva su renuncia al papado, explicó Lombardi.
Todos los actos del Papa previstos para después del 28 de febrero han sido anulados.
Pero su despedida está siendo accidentada. En los últimos días, la prensa italiana ha sacado a relucir escándalos y comportamientos poco éticos en la Curia Romana que han sacudido sus casi ocho años de pontificado.
Según el diario La Repubblica y la revista Panorama, el Papa decidió renunciar al cargo tras recibir un informe ultrasecreto de 300 páginas, realizado por tres ancianos e intachables cardenales. En el informe se describen las luchas internas por el poder y el dinero, así como el sistema de «chantajes» internos basados en debilidades sexuales, el llamado «lobby gay» del Vaticano.
Contrariamente a su costumbre, el Vaticano reaccionó el sábado con firmeza y denunció las «informaciones falsas», «chismes» y «calumnias» publicadas por la prensa y aseguró que se trata de una maniobra para «condicionar» el Cónclave que elegirá al nuevo Papa.
Según esos medios, el informe fue entregado al Papa en diciembre y había sido encargado por el jefe de la Iglesia católica tras el estallido del escándalo de ‘Vatileaks’, sobre la filtración de cartas y documentos confidenciales del pontífice y que acabó con la condena de su mayordomo, aunque fue perdonado posteriormente por el papa alemán.
«Dios me pidió dedicarme a la oración y a la meditación», dijo este domingo el papa Benedicto XVI con voz entrecortada a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro en su último Ángelus como pontífice, aunque precisó que no «abandonará» a la Iglesia.
«Damos las gracias a Dios
por el sol que nos ha dado»,
El domingo se habían pronosticado lluvias fuertes en Roma y una llovizna mojó la plaza a horas tempranas de la mañana. Pero cuando el pontífice salió a la ventana al mediodía, en medio del sonido de las campanas, las nubes dieron paso al azul del cielo.
«Damos gracias a Dios por el sol que nos ha dado», dijo el papa con tono jovial.
Mientras los vítores continuaban entre la multitud, el pontífice simplemente se apartó de la ventana y volvió al interior del apartamento, que abandonará el jueves en un helicóptero rumbo a la residencia papal de descanso en unas colinas de las afueras de Roma mientras aguarda a que el monasterio esté listo.