Benedicto XVI será recordado por haber tomado la histórica decisión de renunciar a su papado, tras un corto pontificado de ocho años durante el que puso todo su empeño en luchar contra el «relativismo» del mundo moderno pero que se vio empañado por escándalos e intrigas.
El primer papa alemán de la era moderna, Joseph Ratzinger, de 85 años, sustituyó en 2005 a Juan Pablo II, uno de los pontífices más carismáticos de la historia.
Su figura reservada y enfermiza contrasta sin embargo con los imponentes trajes litúrgicos antiguos rescatados de los museos vaticanos y el espectacular anillo del Pescador que luce.
El refinado teólogo, que presidió con mano dura la célebre Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio de la Inquisición, participó como consejero en las labores del Concilio Vaticano II (1962-1965), que modernizaron y renovaron a la Iglesia.
Pero pronto se alineó con los sectores conservadores de la Curia y encabezó con vigor la lucha contra la «Teología de la Liberación». Ya en el trono de Pedro, lanzó una ofensiva mundial contra el aborto, la eutanasia y la legalización de las uniones homosexuales.
Y no se cansó de denunciar las tentaciones del mundo moderno.
«El relativismo, al dar valor indiscriminado a prácticamente todo, hace de la experiencia algo de fundamental importancia». Pero las experiencias sin consideración de lo bueno y lo malo llevan a «la confusión intelectual, la disminución de los estándares y la pérdida del respeto propio», advirtió por ejemplo en la Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) en Sídney.
Pero su estilo y su mensaje son complejos y presentan numerosos matices.
Benedicto XVI mantuvo abierto el diálogo con otras religiones, aunque no exentos de polémicas.
En los últimos años, cuando enfrentó un aluvión de denuncias de abusos sexuales de religiosos católicos contra menores en numerosos países, tomó la decisión de pedir perdón y de preconizar la «tolerancia cero» contra los curas pedófilos.
Se vio confrontado además al escándalo del ‘Vatileaks’, como se conoce la filtración en 2012 de documentos confidenciales a la prensa italiana, que puso de manifiesto las intrigas y divisiones en la Curia.
Según la prensa italiana, un informe secreto elaborado por tres cardenales escogidos por el Papa «enfermo y sin fuerzas» para investigar el caso terminó por convencerlo de que se necesita a alguien joven, fuerte y enérgico para hacer limpieza en la milenaria institución, lo que sin duda ha pesado en su decisión de dejar el Trono de Pedro.
Al anunciar su renuncia, alegó «falta de fuerzas» y se refirió en sus últimos mensajes a las «aguas agitadas» en las que tuvo que mantener el timón de una congregación religiosa de 1.200 millones de fieles. Aunque también se dijo convencido de que Dios no permitirá que la barca de la Iglesia «se hunda».
Sacerdote desde 1951, Ratzinger pasó la mayor parte de su vida dentro de los palacios vaticanos, por lo que su experiencia pastoral fue muy corta, de 1977 a 1981 en Munich, Alemania.
Nacido el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, en la diócesis de Passau, en Baviera, Ratzinger fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951, nombrado arzobispo de Múnich en marzo de 1977 y proclamado cardenal el 27 de junio de 1977 por el papa Pablo VI.
El Papa creció en el seno de una familia bávara muy católica y patriótica. Su padre era gendarme de policía.
En 1943, con 16 años, fue incorporado, al igual que todos los demás seminaristas de su clase, como auxiliar de la defensa antiaérea nazi y en septiembre de 1944, cuando tenía la edad requerida, tuvo que ingresar al ejército.
En varias ocasiones, como cardenal y como pontífice, denunció «la inhumanidad» del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial, disipando así toda sospecha de complicidad.
Después del conflicto, a comienzos de la década de los 50, Ratzinger comenzó a enseñar teología en el Instituto Superior de Fresssing y se convirtió en brillante profesor de numerosas universidades alemanas, entre ellas las de Bonn, Münster y Ratisbona.
El segundo Papa extranjero en más de cuatro siglos, elegido pontífice el 19 de abril del 2005 tras un Cónclave que duró menos de 24 horas, autorizó la misa en latín (en septiembre del 2007) y levantó en 2009 la excomunión a cuatro obispos integristas del movimiento ultraconservador de Marcel Lefebvre, entre ellos el británico Richard Williamson, quien negaba la existencia del Holocausto nazi, lo que desató la ira de la comunidad judía.
Entre 2007 y 2012 publicó tres libros en los que reflexiona sobre la figura de Jesucristo, un imponente ejercicio intelectual, que además fue un éxito internacional de ventas.
El Papa número 265 de la historia de la Iglesia visitó durante su pontificado una veintena de países, entre ellos España, en tres ocasiones, así como Brasil, México y Cuba.
KV / AFP