El avance de los derechos de los homosexuales en Estados Unidos está llegando a Puerto Rico, lo que va convirtiendo a la isla en un sitio relativamente acogedor para la comunidad gay en una región donde las leyes contra la sodomía y el hostigamiento a los homosexuales son frecuentes.
El Partido Popular Democrático en el gobierno promueve un proyecto en la legislatura que prohibiría la discriminación en base a género u orientación sexual, una medida adoptada por aproximadamente la mitad de los estados en Estados Unidos. Otro proyecto haría extensiva la ley sobre violencia doméstica a las parejas gay.
Poco después de asumir el puesto en enero, el gobernador Alejandro García Padilla firmó una orden que extendía el seguro de salud para las parejas de los trabajadores en la rama ejecutiva del gobierno que vivieran con ellos, independientemente de su sexo.
Y un popular ex gobernador conservador, Pedro Rosselló, sorprendió tanto a partidarios como a adversarios cuando afirmó el mes pasado que apoyaba inequívocamente el matrimonio entre parejas del mismo sexo. «Es un momento en que es importante hablar de derechos humanos», dijo Rosselló, quien hace 14 años firmó una ley como gobernador que prohibía el reconocimiento de los casamientos homosexuales formalizados en el exterior.
«A mí me parece extraordinario», dijo Pedro Julio Serrano, un activista puertorriqueño por los derechos de los gay. «Hemos llegado a un momento decisivo. Esto es inevitable».
«Los temas que se están discutiendo hoy públicamente eran impensables hace unas décadas atrás», afirmó Osvaldo Burgos, vocero del Comité Amplio por la Búsqueda de Equidad, que representa a más de una decena de organizaciones locales defensoras de los derechos humanos.
Los activistas por los derechos de los homosexuales elogiaron que el Departamento de Justicia en la isla esté llevando el juicio de su primer caso de crimen de odio luego del asesinato de un estilista a quien le prendieron fuego.
Pero la tendencia no ha sido monolítica. La Corte Suprema de la isla ratificó por estrecho margen la semana pasada una ley que prohíbe que las parejas del mismo sexo adopten niños. Pese a una serie de legalizaciones en Estados Unidos en la última década, las adopciones por parte de dichas parejas siguen estando prohibidas también en muchos estados norteamericanos.
Y muchos puertorriqueños siguen disgustados por los cambios. En febrero, grupos eclesiásticos movilizaron a unas 200.000 personas contra toda iniciativa para extender la ley sobre violencia doméstica a las parejas gay.
Mientras tanto, un enorme crucero gay arribó recientemente a Puerto Rico sin que los medios de prensa le prestaran mayor atención. «(Puerto Rico) tiene desde hace tiempo reputación de ser uno de los lugares más amistosos en el Caribe», dijo LoAnn Halden, vocera de la International Gay & Lesbian Travel Association con sede en la Florida.
El fallo judicial sobre el casamiento gay ya ha causado alguna repercusión en favor de los derechos homosexuales. «Eso es una barbaridad lo que se hizo», afirmó Eduardo Bhatia, presidente del Senado de la isla y miembro del partido del gobernador, quien agregó que los hijos de las parejas gay deberían gozar de iguales derechos.
Carmen Milagros Vélez, profesora de ciencias médicas en la Universidad de Puerto Rico y madre de una niña de 12 años sobre la que gira el caso de adopción, dijo que la Corte Suprema debería reconsiderar su decisión. «Somos una familia como cualquier otra, con los mismos retos, incluso tal vez más retos porque tenemos menos derechos», sentenció.
AP