Cardenales procedentes de todo el mundo se reunieron el lunes en el Vaticano para su primera serie de reuniones previas al cónclave que elegirá el nuevo papa, en medio de escándalos dentro y fuera de la Santa Sede y las repercusiones por la decisión de Benedicto XVI de retirarse.
El Vaticano informó que 103 de los 115 electores han llegado, mientras la otra docena está en camino. El decano del Colegio de Cardenales ha dicho que no se fijará fecha para el comienzo del cónclave hasta la llegada del último cardenal.
Entre las primeras órdenes del día figuraba el juramento que formula cada cardenal, comprometiéndose a mantener «un secreto riguroso en relación a todo lo que esté relacionado de algún modo con la elección del pontífice romano». El Colegio de Cardenales también accedió a enviar a Benedicto XVI un mensaje en nombre del grupo, «cuyo texto se está elaborando».
La agenda incluye determinar la fecha del cónclave y los preparativos para llevarlo a cabo, incluso el cierre de la Capilla Sixtina a los visitantes y el desalojo e inspección del hotel del Vaticano para asegurarse de que no haya micrófonos escondidos. En el primer día de discusión el cardenal escocés Keith O’Brien admitió que había incurrido en inconducta sexual indigna de un religioso.
O’Brien renunció la semana pasada como arzobispo de San Andrés y Edimburgo y dijo que no participaría en el cónclave después que cuatro hombres denunciaron que había actuado de manera inapropiada con ellos. Es la primera vez que un cardenal se abstiene de participar en un cónclave debido a un escándalo personal.
Simultáneamente, el Vaticano sigue sintiendo el golpe del escándalo por el robo de documentos papales y la investigación que llevan a cabo tres cardenales para determinar los responsables.
La prensa italiana ha publicado versiones sin atribución sobre el contenido del informe de los cardenales. Aunque las versiones sean falsas, como asegura el Vaticano, las infidencias confirmaron una disfunción en la burocracia vaticana, con intrigas, luchas por el poder, denuncias de corrupción, nepotismo y amiguismo al más alto nivel.
En una de las últimas audiencias antes de renunciar, Benedicto se reunió con los tres cardenales que prepararon el informe y decidió que éste permaneciera secreto. Pero los autorizó a responder preguntas de los cardenales sobre su contenido.
Otra cuestión que enfrentan los cardenales es el motivo por el que están aquí: la renuncia de Benedicto y sus consecuencias. Su decisión de poner fin a 600 años de tradición y retirarse, en vez que seguir hasta la muerte, ha alterado completamente el concepto del papado.
AP