Acusa a su rival de ser el «príncipe decadente de la burguesía parasitaria», habla durante horas en la televisión oficial y cierra sus discursos con un «viva la revolución». Pero no es el presidente Hugo Chávez, sino su heredero político y vicepresidente Nicolás Maduro, quien bate estos días los tambores en Venezuela.
Mientras se agrava el estado de salud del mandatario, enfermo de cáncer y con una severa infección respiratoria, Maduro se parece cada vez más a su mentor, asomando un rostro radical en sus crecientes apariciones públicas. «Eso nosotros compatriotas, lo juramos: No habrá burgués ni burguesito que vuelva a joder al pueblo», dijo el vicepresidente durante una manifestación la semana pasada.
Esa actitud contrasta con algunas expectativas puestas en este ex chofer de autobús, ex sindicalista y ex diputado de hombros anchos y poblado bigote, que era visto como una figura moderada que afiló su tacto diplomático como canciller (2006-2012) de Venezuela. «Es una táctica dura de radicalización y de atemorización de sus adversarios internos y externos» que Maduro utiliza «para consolidar su fuerza», dijo a la AFP, Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis.
«La razón fundamental (para ello) es que tiene que llenar ese vacío. En el corto plazo es importante evitar que adversarios internos y externos tomen ventaja de la ausencia (de Chávez) para intentar un desequilibrio», agregó este analista.
Maduro, 50 años, ahora es visto con frecuencia en los medios oficiales en labores de gobierno luego de que Chávez fue sometido a su cuarta operación contra el cáncer el 11 de diciembre.
Pero también ha lanzado ataques a la oposición, con agrios comentarios en contra del gobernador del Estado Miranda (norte), Henrique Capriles, diez años menor que él, que perdió ante Chávez en las elecciones de octubre y luce como su más posible contrincante en unos comicios adelantados que se perfilan cada vez mías, dado el agravamiento del estado de salud del presidente.
A Capriles lo acusó de «conspirar» contra Venezuela durante un viaje que hizo el fin de semana a Estados Unidos, e incluso le advirtió que estaba siendo vigilado, hasta el punto de revelar la dirección del apartamento en Nueva York donde el líder opositor se alojó.
«El príncipe decadente de esta burguesía parasitaria se fue a Miami y de ahí pasó a Nueva York, y que me desmienta él. Lo reto a que me desmienta», dijo Maduro. Capriles respondió con una foto en Twitter mostrando que visitaba a sus sobrinos.
Fue el tipo de teatro político que perfeccionó Chávez, quien en 2009 utilizó su púlpito televisivo para pedir el encarcelamiento de una jueza, a quien acusó de corrupción. Pero para el asesor político, Farith Fraija, el mensaje de Maduro no ha cambiado desde sus días como parlamentario y canciller.
«Aunque no estoy de acuerdo que es del ala radical, si lo identifican con el ala radical es porque el discurso siempre ha sido así (…) Siempre ha estado cerca» de Chávez, dijo Fraija a la AFP.
Mientras Maduro y Capriles calientan la campaña electoral, surgen cada vez más dudas sobre las afirmaciones del gobierno de que las riendas del poder siguen entre las manos de Chávez, de 58 años.
En las calles de Caracas, muchos chavistas señalan que Chávez, que forjó un vínculo profundo con los más pobres con su carisma y explosivos discursos, es el tipo de líder que solo llega una vez en la vida, aunque reconocen que Maduro hace un buen trabajo y votarían por él si se convocan elecciones.
«Nunca he visto un presidente como éste. Es el único que ha dado el poder al pueblo», dijo Jesús Toledo, un jubilado de 62 años en la Esquina Caliente de la céntrica Plaza Bolívar, un punto habitual de reunión entre chavistas. «Estoy con Maduro. Chávez lo dijo bien claro: ‘apoyen a Maduro'», afirmó.
Sus críticos advierten que Maduro encabeza un gobierno ilegítimo, luego que Chávez, reelecto en octubre para un tercer periodo de seis años, no asistió a su toma de posesión el 10 de enero, aunque el Tribunal Supremo de Justicia avaló postergar el juramento.
«Es una mala imitación de Chávez», afirmó Amanda Escalante, una ex trabajadora parlamentaria de 61 años que se unió a cientos de opositores el domingo en una marcha por Caracas para exigir al gobierno revelar más detalles sobre la salud del mandatario de este país con las mayores reservas de crudo en el mundo.
AFP