Las representante de la Comisión de Nutrición de la Unidad, Marianela Herrera, exhortó al gobierno nacional darle la importancia que corresponde a la alimentación de los venezolanos, de lo contrario, en veinte años, tendremos una población sumamente deteriorada, incapaz de poder expresar su máximo potencial.
“El gobierno nacional bombardea la opinión pública nacional e internacional asegurando que el país disfruta de seguridad alimentaria, que los venezolanos comen demás, por eso tienen sobrepeso y obesidad y hemos superado el hambre y la desnutrición. Realmente es muy fácil vender este discurso, pues para un país que ha recibido y recibe altos volúmenes de ingresos petroleros, es lógico pensar que la calidad de vida de sus habitantes está muy bien”, dijo Marianela Herrera.
Reveló datos de Estudio Nacional de Prevalencia de Sobrepeso y Obesidad del INN-2010, – de los últimos a los qué se ha tenido acceso- en los que se reporta déficit de niños menores a cinco años de un 17% en el Área Metropolitana y 23% en la región zuliana; cuyas madres, según el mismo estudio, promedian los 9 y 13 años, procedentes de hogares de bajos recursos que padecen cuadros anémicos, por desnutrición o malnutrición.
De acuerdo a esto, la representante de la Unidad denunció, “comer más no es estar saludable. No hay acceso a los alimentos, el salario mínimo merma el poder adquisitivo. Las familias con menos ingreso compran calorías más baratas para satisfacer su necesidad básica de sobrevivencia, con alimentos calóricos, grasas y azúcares. En consecuencia, la obesidad por malnutrición se incrementa. El patrón tradicional viene siendo sustituido por alimentos más densos calóricamente, pero más baratos y menos saludables, que incide negativamente en el incremento de las enfermedades crónicas, nuestras primeras causas de morbilidad y muerte, entre ellas, cardiovasculares, hipertensión, obesidad y diabetes, estas últimas enfermedades, ya no son exclusivas del adulto, sino que cada vez con mayor frecuencia se presentan en los niños”.
Finalmente señaló, “No solo se trata de expresar cuantos kilos de alimentos ingresan al país, sino garantizar que las familias tengan suficientes ingresos para adquirir una dieta saludable, para que nuestros niños y sus familias, puedan recibir la energía indispensable para lograr una mejor educación y salud, que le permita romper el círculo perverso de pobreza y malnutrición, que actualmente pende como espada de Damocles, en nuestra población con menos recursos.”