Sede Vacante, el término que emplea el Vaticano para designar la fase de transición entre dos reinados, a la espera de la elección de un nuevo Pontífice, retrata perfectamente la crisis política que vive Italia en estos momentos tras las elecciones legislativas
La Ciudad Eterna, Roma, se encuentra en el ojo del huracán, sin un jefe de Gobierno por el atolladero en el que se encuentra Italia tras las elecciones legislativas, y sin Papa por la inédita renuncia de Benedicto XVI.
‘Sede Vacante’, el término que emplea el Vaticano para designar la fase de transición entre dos reinados, a la espera de la elección de un nuevo Papa, retrata perfectamente la crisis política que vive Italia en estos momentos tras las elecciones legislativas.
Nadie sabe el nombre de la persona que el presidente de la República escogerá como nuevo jefe de Gobierno, ya que los comicios no arrojaron una clara mayoría en el Parlamento, necesaria para gobernar.
Lo mismo ocurre en el Vaticano, la lista de ‘papables’ se alarga día a día, después de la renuncia histórica el jueves pasado de Benedicto XVI: el perfil del candidato se complica.
Además, es posible que el cónclave para la elección del nuevo pontífice se inicie el lunes 11 de marzo, la misma semana que el nuevo jefe de Gobierno debería pedir la confianza del Parlamento.
La danza de fechas coinciden y reina la incertidumbre en los dos casos. No se descarta que sea más rápido elegir al Papa que lidera a 1.200 millones de católicos que al primer ministro de Italia.
La reunión el lunes de los 163 parlamentarios elegidos en las listas del cómico Beppe Grillo en un hotel romano para conocerse personalmente fue calificada de ‘cónclave’.
Si bien las labores de los ‘grillini’ fueron transmitidas en directo por la ‘web’, el precónclave de los cardenales se llevó a puerta cerrada dentro de las murallas del Vaticano y durante la elección del Papa en la Capilla Sixtina deberán despojarse de toda tecnología: móvil, ordenador, ‘tweets’, etc, so pena de excomunión.
El lunes, de todos modos, tanto los cardenales, más de 140, como el ejército de ‘grillini’ se reunieron sólo para conocerse.
La primera víctima de esa colisión entre crisis política y crisis vaticana es el cardenal de Ghana. Una serie de carteles aparecieron en Roma en las que se instaba al Colegio Cardenalicio a votar por el cardenal africano, una burla lanzada por un grupo de artistas.
«¡Al cónclave voten por Peter Kodwo Appiah Turkson !», reza el cartel ilustrado con la foto del purpurado con los ojos hacia el cielo, una parodia de los carteles electorales que llenan la capital italiana.
La insólita campaña fue firmada por el colectivo de artistas ‘ZeroZeroKappaKappa’ (00kk.org), el mismo que sorprendió a los romanos al protestar contra el aumento del precio de la cocaína, la marihuana y la heroína.
Los dos eventos, religioso y político, se celebran separadamente, aunque Ferruccio Sansa, del diario Il Fatto Quotidiano, sostiene que «los italianos han confundido siempre lo sagrado de Dios con lo sagrado de César».
En los dos casos fueron los escándalos los que desataron la crisis. Las revelaciones de Vatileaks y las acusaciones de pedofilia de los curas sacudieron el seno de la Iglesia Católica, mientras la corrupción, los abusos de poder y la malversación de dinero público desacreditaron a la clase política italiana
En los dos casos, se pide honradez, renovación de las instituciones, ‘aggiornamento’, es decir la adaptación al mundo moderno.
Fórmulas «decrépitas»
Para el diario Il Fatto Quotidiano, la respuesta ha sido más rápida dentro de la Iglesia: «El Papa dejó de ser Papa y pasó a la historia con pocos pasos y gestos simples, lo que abre el camino para la modernización de una institución mundial», escribió.
Según el rotativo, los políticos y la prensa italiana siguen empleando fórmulas «decrépitas», sin lograr innovarse.
«Roma está vacía, espera la ocupación de los palacios del poder en las dos orillas del Tíber», revela el diario que no pierde de todos modos la esperanza: «Los lugares del poder pueden trazar un futuro mejor. Tienen el gran deber de inventar un nuevo Renacimiento».
Michele Leridon / AFP