Si uno no supiera que está en Venezuela, se podría pensar que en estas opulentas colinas, pobladas de árboles, mansiones y parques del este de Caracas, se trata de una mañana cualquiera con personas haciendo aeróbicos o corriendo, otras leyendo el periódico en bancas y uno más revisando el motor de su auto en la calle.
Mientras las miradas del mundo apuntan hacía la Academia Militar en Caracas, donde una treintena de mandatarios y líderes acuden a despedir al líder que llamó a su gobierno una «revolución socialista», en el parque de La Floresta, uno de los barrios más prósperos de la ciudad, no parece que haya alguien que quiera ofrecer sus condolencias al «comandante». Pero en Venezuela este viernes no es un día cualquiera.
Este viernes es el día fijado para que la mayoría de los venezolanos se reúnan al torno del televisor o las calles y tramiten un duelo colectivo para despedir al popular caudillo Hugo Chávez, que recibirá honores de jefe de estado tras gobernar por 14 años a una nación que polarizó entre las clases populares que lo han seguido casi a ciegas y entre quienes han mantenido una posición crítica o incluso de abierta oposición, y que han despreciado el culto a su personalidad, su intolerancia frente a las voces disidentes y su mal manejo de la economía.
«Esto es una payasada», dijo Eduardo Pérez, un abogado de 44 años, sobre la pomposa ceremonia organizada para despedir al mandatario que fue relegido tres veces y que falleció hace tres días atrás víctima de un cáncer, según la versión oficial.
«Este país es un chiste, como venezolano yo me siento ridículo», dijo Pérez enfundado en una playera Adidas mientras revisaba el motor de su camioneta Ford Explorer. «No podemos ser tan radicales y decir que no hizo (nada), pero la persona cuando ve las cosas a un nivel macro hoy, te das cuenta que estamos mal, Venezuela está mal».
Varios metros adelante, César Álvarez lee el periódico «El Nacional» sentado en una banca. Cree que es posible que haya su patria tenga un mejor futuro ahora que Chávez ha muerto. «Este señor ha hecho mucho daño, porque él siempre trató de ganarse a la gente popular y de hecho es un gobierno muy populista regalando cosas a la gente, repartiendo dinero sin ningún tipo de trabajo», dijo el comerciante de 62 años.
Para él, aún hay muchas cuentas pendientes. «A Cuba prácticamente la mantuvo; a Bolivia, ahí tienes a Evo Morales llorando como un niño, porque recibió dinero; Nicaragua ni se diga», dijo el hombre mientras al otro extremo de la ciudad las autoridades venezolanas recibían al triunvirato de mandatarios y países que él menciona.
Los gobiernos de La Habana y Managua han recibido, en su conjunto, miles de millones de dólares en petróleo a un precio por debajo del mercado.
Estos funerales de estado de Chávez se celebran un después de que el vicepresidente Nicolás Maduro anunciara la decisión de embalsamar su cuerpo y exponerlo indefinidamente en el lugar donde comenzó a construir su carrera, un museo militar de Caracas. «Ellos están capitalizando la imagen de Chávez, lo van a poner en un mausoleo para que lo tengan como un símbolo, porque ellos, cada uno de ellos, por sí mismos, no valen nada», dijo Álvarez.
Cerca de ahí, en La Castellana, otro barrio pudiente, Oscar Carreño pasea su perro schnauzer. Los vecinos del lugar tampoco hay muestra alguna de la agitación que puede verse en algunas zonas populares donde sus habitantes no se quieren perder ni un segundo de la ceremonia que honra a su líder.
«El tipo era un tremendo político y lo demostró en todas las cosas que hizo», dijo el economista de 23 años. «Que no compartiera su punto de vista o la forma en que se hicieron las cosas no quiere decir que él no fuera un buen político». Sin embargo, para él no hay duda que Chávez dividió a su país y confía que su patria pueda cambiar en el futuro. «Él se basó en recriminar mucho a los antiguos gobiernos y él mismo se encargó de enfatizar eso y de dividir», dijo.
Maduro, que fue ungido por el propio Chávez como su sucesor, va a ser investido como presidente interino en la ceremonia a la que los legisladores opositores dijeron que no asistirían por considerar que no se trataba de un acto democrático sino que revestía intenciones políticas de perpetuar la imagen del caudillo.
El candidato de la oposición en las pasadas elecciones de octubre, Henrique Capriles, de 40 años, obtuvo el 45 por ciento de los votos. El opositor no ha anunciado formalmente su candidatura para las elecciones que, según la constitución bolivariana, se deben celebrar en 30 días. La constitución también dice que el presidente de la Asamblea Nacional debe asumir la presidencia temporalmente mientras se convoca a una nueva jornada electoral y no el vicepresidente.
AP