Los cardenales preparan el cónclave secreto en el Vaticano para elegir al nuevo papa, pero la única mujer que se ha visto participar en la preparación del evento es la costurera a la que se encargó confeccionar los manteles que cubrirán las mesas.
«Es una broma: la elección de quien guiará a los católicos del mundo entero la hacen solo hombres. No tener en cuenta la opinión de la mitad de la humanidad, es como dar una bofetada a Dios», declaró Janice Sevre-Duszynska, una sacerdotisa católica excomulgada
Esta estadounidense fue detenida el jueves cuando se manifestaba frente al Vaticano para pedir que la Iglesia acepte la ordenación de mujeres.
Con una pancarta donde decía «¡las mujeres sacerdotes están aquí!», Sevre-Duszynska, quien fue liberada poco después de su arresto, quería llamar la atención sobre la ausencia de voces femeninas en el cónclave, a unos pasos de la capilla Sixtina, donde los cardenales se reunirán para elegir al sucesor de Benedicto XVI.
«¡Mientras los cardenales se reúnen en cónclave, mujeres son ordenadas en el mundo entero!», afirmó a la AFP, vestida con prendas litúrgicas.
Ordenada por una mujer sacerdote, Sevre-Duszynska, miembro de una asociación de sacerdotisas católicas, sigue celebrando desde hace cuatro años la misa en el estado de Kentucky, pese a la inevitable excomunión decidida por el Vaticano para las mujeres ordenadas.
«Hay cerca de 150 sacerdotisas en el mundo. Los fieles están listos para el cambio», aseguró a la AFP ante la basílica de San Pedro, antes de ser detenida.
Observadores del Vaticano afirman que ninguno de los 115 cardenales electores entre los que se elegirá el próximo papa parece dispuesto a dar un vuelco en la materia. En efecto, la Iglesia insiste en que las mujeres no pueden ser sacerdotisas porque los apóstoles de Jesús eran todos hombres.
No obstante, partidarios de la ordenación de las mujeres esperan que el próximo papa abra un debate sobre el papel de la mujer en la Iglesia. «Necesitamos reformas estructurales generales. La mujer puede ayudar a aportar una mayor transparencia», declaró la teóloga Cristiana Simonelli.
«Por ejemplo, su exclusión vuelve doblemente difícil tratar temas de sexualidad y abusos», agregó. «Compadezco a los cardenales», estimó por su parte Christine Anderson, de la asociación Faith and Praxis.
«Debe de haber hombres buenos en medio de ellos, pero les será difícil lograr que se oigan sus voces dentro de esa institución tan cerrada», agregó. «El Vaticano no está en contacto con la realidad. Reprende a las supuestas monjas radicales por atreverse a unirse al debate sobre temas políticos y sociales, pero no se da cuenta de que tenemos más fe (…) que ellos», puntualizó.
En el Vaticano, alrededor de 20% de los empleados son mujeres (secretarias, arqueólogas, restauradoras o periodistas) y ganan lo mismo que los hombres que ocupan puestos comparables, según Gudrun Sailer, autora de un libro sobre las mujeres en el Vaticano.
Durante el pontificado de Benedicto XVI, el periódico oficial del Vaticano, l’Osservatore Romano, publicó un encarte mensual titulado «Mujeres, Iglesia, Mundo» y la periodista de plantilla Lucetta Scaraffia afirma que se debatía el papel no reconocido de la mujer en la Iglesia. «Pero los puestos más altos están fuera de alcance (de las mujeres), porque el derecho canónico dice que sólo quienes han sido ordenados pueden ocuparlos», estimó Sailer.
AFP