Embalsamar al difunto presidente Hugo Chávez y conservar su rostro intacto, como ya se hizo con el soviético Lenin o el norcoreano Kim Il-Sung, responde a una estrategia del régimen venezolano para perpetuar el culto a su personalidad, consideran los expertos.
Con su muerte, «esa presencia, ese carisma que llenaba absolutamente todos los espacios, para bien o para mal, del día a día del venezolano pierde una fuerza muy importante», señaló Juan Carlos Triviño, politólogo de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en España.
«La idea de embalsamarlo es precisamente para mantener de alguna forma esta presencia material y tangible del presidente en la memoria de los venezolanos», añadió, destacando que «por primera vez en la historia democrática de Venezuela, se oficializa un culto a la personalidad de un líder desde el mismo Estado».
Una decisión «estratégica» de su entorno que pese a la ausencia de su líder «asume la responsabilidad de mantener el ‘chavismo'», sustentado durante años por la fuerte personalidad del presidente, apuntó. «Ciertamente quieren asegurarse que el líder sigue siendo un símbolo para la historia y la lucha del país» y embalsamarlo es «una manera muy visual y concreta de mantener el recuerdo del héroe en la gente», comentó Joseph Cheng, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Hong Kong.
«Gracias al culto a la personalidad, se pueden crear muchos mitos para fortalecer el apoyo de la gente hacia el régimen y sus políticas», subrayó. El vicepresidente venezolano Nicolás Maduro, que este viernes debía prestar juramento como presidente interino, causó sensación el jueves al anunciar que el líder bolivariano iba a ser embalsamado «como Lenin».
Vladimir Illich Lenin fue embalsamado tras su muerte en 1924 y situado en un mausoleo en la Plaza Roja de Moscú, que actualmente está cerrado para restaurarlo y cubierto por una gran cúpula blanca. Su sucesor, Josef Stalin, fue también embalsamado al morir en 1953.
Según un sondeo publicado en abril de 2012, la mayoría de los rusos (56%) es partidaria de que el cadáver de Lenin sea enterrado, aunque no es un debate abierto entre la sociedad. En Corea del Norte, centenares de visitantes desfilan diariamente, en silencio, delante de los despojos de Kim Il-Sung, el «gran líder» norcoreano, muerto en 1994.
Con una música revolucionaria sonando de fondo, numerosos norcoreanos rompen en sollozos cuando se encuentran cara a cara con el cristal que protege su cadáver, vestido con un traje negro impoluto y con el rostro cubierto de una espesa capa de maquillaje.
En China, el cuerpo también embalsamado del dirigente comunista Mao Zedong (Mao Tse-tung), fallecido en 1976, reposa en un mausoleo erigido en la popular plaza Tiananmen de Pekín. Y en Vietnam, los sucesores del fundador del partido comunista, Ho Chi Minh, decidieron embalsamarlo tras su muerte en 1969, pese a que había pedido ser incinerado. Su cuerpo se expone en un mausoleo de mármol y granito instalado en Hanoi, en el mismo sitio donde declaró la independencia del país en 1945.
El embalsamamiento de Lenin, Stalin, Ho Chi Minh y Kim Il-Sung, así como el del dirigente comunista búlgaro Georgi Dimitrov, fallecido en 1949, llevan la firma del mismo laboratorio ruso.
Esta técnica de embalsamar «es bastante complicada ya que no se trata de momias reales», explicó el francés Philipe Charlier, médico forense, antropólogo e historiador. «El cadáver se ha de conservar de manera más o menos completa mediante la inyección de formol, productos desinfectantes y deshidratantes, y seguidamente recubrirlo con cera, como en la momia de Santa Teresa por ejemplo», detalló.
Esto permite «conservar la integridad física del individuo, así como un rostro relajado, bello y agradable».
AFP