«¡Déjennos un mínimo de suspenso, es necesario!», pidió al referirse a «uno de los momentos más bellos y apasionantes» para un católico cuando se anuncia que la Iglesia tiene un nuevo pontífice y sale el humo de la chimenea de la Capilla Sixtina y repican a fiesta las campanas a San Pedro.
«Mucho mejor que enviar un SMS, puntual como un reloj suizo. Vivamos ese evento, sin mensaje, observando cuando se eleva el humo, tratando de entender, esperando que se asome al balcón», dijo.
El espontáneo y poético pedido de Lombardi, que desde hace una semana ofrece todos los días una conferencia de prensa sobre el cónclave a miles de periodistas acreditados (cerca de 5.000 entre televisión, radio y prensa escrita), generó aplausos en la sala colmada de reporteros.
El mismo vocero del Vaticano, que en el 2005 dirigía la emisora de la Santa Sede, contó que hace ocho años, suscitando la desesperación de los periodistas, hubo dificultades para reconocer la «fumata bianca» que anunciaba la elección de Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) porque coincidía con un atardecer gris y las campanas se demoraron mucho para repicar.
«Pasan unos 45 minutos», explicó Lombardi entre el rito de aceptación, la promesa de obediencia, medirse los hábitos, vestirse en la «Sala de las lágrimas», donde todos los elegidos lloran ante la magnitud de la responsabilidad y asomarse al balcón donde se pronuncia la célebre frase «Habemus papam».
De todos modos, para evitar de nuevo confusión, la «fumata» será iluminada para que las cámaras de televisión puedan transmitir en directo al mundo la elección del Papa número 266 de la historia.
AFP