No puede confundirse la oposición pensando que ya están en el poder y que en 30 días serán gobierno. Pero tampoco pueden confundirse quienes han sido designados por Chávez en vida para seguir gobernando, porque si hay algo que está claro es que un liderazgo religioso no es transmisible
Tiempos turbulentos vive Venezuela. Una noticia que muchos esperaban irrumpió en todos los espacios de nuestro país, pues si bien la mayoría creíamos en la enfermedad del presidente Hugo Chávez, fue sorprendente oír a Nicolás Maduro anunciar su muerte.
Es impactante saber que un hombre joven, vigoroso y con una fuerza arrolladora, esté ahora muerto. Cuando se reflexiona sobre sus discursos, sobre aquellas expresiones que lo hicieron célebre, jamás se piensa en un hombre que puede morir. Ciertamente el ciclo de la vida es ese, nadie está libre de morir, pero Hugo Chávez no transmitía ser un hombre que iba a marcharse temprano. Cuando repitieron su despedida en diciembre de 2012, aún asoma esa fortaleza física con la cual gobernó durante 14 años. Nos guste o no, era el Presidente y reelecto en dos oportunidades.
Un antes y un después
A quienes lo quieran y a quienes no, les debe quedar claro que sentó un antes y un después en la historia de nuestro país. Para bien o para mal, nadie se pareció a él. Sus acciones convulsionaron no sólo Venezuela sino, a Latinoamérica. Se convirtió en un líder seguido, querido y también odiado y adversado. Lo que queda claro es que jamás pasará a la historia como cualquier otro.
Para algunos un héroe, un prócer, un padre. Para otros un nefasto recuerdo de la división y la destrucción de los venezolanos. Pero para nadie indiferente, gris o desapercibido.
Liderazgo no se hereda
Muchos creen que el chavismo murió con él. Demasiadas personas confundidas creyendo que la historia acabó y que el poder se desplazará a otros. Si hay algo muy claro es que el liderazgo no se hereda, tampoco el carisma, menos aún el amor divino, religioso, con el que los seguidores de Hugo Chávez lo veneran. No hablo de los interesados políticos, de aquellos que por conveniencia o coyuntura abrazaban al chavismo como opción política o económica. Estos se unirán al mejor postor, porque en definitiva sus intereses no son Venezuela, sino sus propios negocios.
Durante tres meses, quien fue designado como su sucesor político se ha encargado de hablar a los radicales, ha insistido en la división, en la advertencia permanente para todos de quienes mandan y quienes concentran el poder, pero olvida que Chávez es insustituible desde el punto de vista emocional y que este es un pueblo de electores emocionales. El uso de la imagen de Hugo Chavez, el recuerdo constante de su gestión y sus discursos serán la herramienta más poderosa de una campaña que ya había comenzado en diciembre. La manipulación de las emociones será permanente y causará el efecto que debe causar. No debería provocar sorpresa para los opositores, a menos que sigan tan confundidos como siempre.
No cualquiera puede ser presidente…
Vienen tiempos de análisis, de confusiones, de confrontaciones. Jamás será igual el liderazgo de Hugo Chávez sobre sus partidarios políticos que el de cualquier otro, aún y cuando al principio esa sombra lo cobije y lo impulse a tomar el poder. Esto implicará que cada día se tornará más complicada la conducción de los destinos de Venezuela, para eso es imprescindible el ejercicio de un poder legítimo, carismático, pero sobre todo preparado y con conocimientos políticos suficientes. No cualquiera puede ser presidente en este país, pero menos ahora, cuando la muerte de Chávez lo convierte en un héroe. Decía Nicolás Maduro entre tantas cosas “que nadie se confunda” y estoy de acuerdo. No puede confundirse la oposición pensando que ya están en el poder y que en 30 días serán gobierno. Pero tampoco pueden confundirse quienes han sido designados por Chávez en vida para seguir gobernando, porque si hay algo que está claro es que un liderazgo religioso no es transmisible.
Interpretar el dolor de un pueblo
Ninguna transición es sencilla, menos aún cuando durante 14 años ha sido una constante y agotadora confrontación. Seguir manteniendo el país en la confrontación no será posible, pero menos aún conveniente.
Es imprescindible que aparezcan interlocutores, mediadores, personas de peso y trascendencia con conocimientos reales en la política y en la historia de Venezuela. Hay demasiadas cosas sobre las cuales reflexionar. El análisis precipitado no traerá ningún buen resultado.
Quienes gobiernan han preparado paso a paso lo que sucede; el mismo presidente Chávez, dejó claro el camino a seguir para sus partidarios, no dejó nada en blanco. El guión se construyó con tiempo suficiente, tres meses de Nicolás Maduro al frente del país fue una ganancia política relevante que le permite espacio, reconocimiento y tiempo.
Las lágrimas de muchos de los seguidores de Chávez son sinceras, poderosas, reflejan el dolor de quienes realmente lo aman y que harán lo que él dijo que hicieran, es un mandato casi divino para ellos. Allí estará la clave de nuestros próximos pasos. Interpretar el dolor de un pueblo, entender el mandado en “artículo mortis” de Chávez y reconocer la crisis económica y social en la que nos encontramos.
Oremos por los confundidos
Los confundidos están en ambos lados, pero el pueblo, el necesitado, el que llora a su Presidente, o el que no lo sigue, o el que llora por su hijo perdido entre las balas de la violencia, o está desasistido a las puertas de un hospital sin insumos, no va a perdonar ningún error. Ya no es tiempo de amores ciegos y divinos, vienen los días de los señalamientos y las responsabilidades para lo que no cualquiera está preparado. Oremos por los confundidos
Para que te defiendas /Mónica Fernández/ Twitter: @monifernandez