El Día Internacional de la Mujer debe ser un llamamiento principalmente para los hombres, pero también para las mujeres; debe ser una oportunidad que nos haga caer en cuenta a los hombres de que somos parte del problema y de la solución
La doble moral siempre ha estado presente en la acción humana. Siempre se nos ha dicho que debemos tender hacia lo bueno, hacia lo correcto. Las religiones y la escuela, e incluso y fundamentalmente la familia, nos han dicho en qué consiste ser personas que actúan correctamente. Correctamente, según nuestra cultura y nuestra sociedad, correctamente según la religión de nuestros padres, que termina siendo la religión nuestra. La sociedad en general siempre se ha preocupado por decirnos lo que es bueno y lo que es aceptable y, además, lo que tiene que ser y eso se plasma en los mandamientos, las normas, las leyes, las ordenanzas, la Constitución, en fin.
Sin embargo,y a pesar de eso, terminamos tolerando aquello que va contra lo que se nos ha dicho y sabemos que es lo correcto. Terminamos diciendo una cosa y haciendo otra porque en el fondo no estamos convencidos y convencidas. Y pensamos que al fin y al cabo “mientras los demás no se enteren” no va a pasar nada, o peoraún, nos justificamos pensando que como todas las demás personas lo hacen qué más da.
Así actúa la doble moral: por un lado, decimos que debemos respetar a las mujeres, que ellas tienen derechos, los mismos derechos que los hombres, que deben tener las mismas oportunidades y, además, que son poseedoras de la misma dignidad que los hombres. Bajo estas premisas se hacen asambleas mundiales, hemos construido instrumentos de reconocimiento y protección de esos derechos y hasta hemos declarado el Día Internacional de la Mujer, de la dignidad de la mujer; pero, por otro lado, seguimos tolerando acciones que encierran una profunda contradicción con estas premisas, seguimos volteando la mirada a aquellos elementos que contradicen lo que nos empeñamos a decir que es lo correcto.
Nos empeñamos en reconocer las luchas de las propias mujeres por sus derechos y en relegar en ellas, y solo en ellas, el mantenimiento de esta lucha, como su causa, como las únicas a quienes esta causa les debe doler más que a nadie.
El Día Internacional de la Mujer, que celebramos el 8 de marzo, hoy más que nunca debe ser un llamamiento principalmente para los hombres, pero también para las mujeres; debe ser una oportunidad que nos haga caer en cuenta a los hombres de que somos parte del problema y de la solución. Las mujeres no tienen problema con sí mismas, somos los hombres heterosexuales, principalmente, los que tenemos problemas al relacionarnos con ellas. Somos los hombres los que tenemos que aprender a respetarlas, valorarlas por lo que son y reconocer que merecen ser tratas dignamente. Ellas se reconocen a sí mismas como personas poseedoras de dignidad y, es por eso queluchan día a día para que nosotros las respetemos como queremos nosotros ser respetados.
La doble moral en la cotidianidad
¿Cuándo actúa la doble moral en los hombres y en las mujeres incluso? Cuando:
Vemos a las mujeres como objetos sexuales a nuestro alcance.
Repetimos refranes como: “amarren a su vaca porque yo tengo mi toro suelto”.
Le preguntamos a los varones pequeños de nuestras familias: ¿Para quién es ese “pipicito”?
Toleramos los piropos denigrantes y falta de respeto.
Nos reírnos de los chiste de Jaimito que nos pasan por el pin o por mensaje de texto acerca de la mujer tomada por objeto, denigrando su dignidad, su inteligencia y su estética.
Difundimos por las redes sociales fotos y videos que lastiman profundamente la dignidad de las protagonistas.
Toleramos y disfrutamos con las letras musicales que sitúan a la mujer en la condición de animal.
Invocamos la comprensión o la amabilidad dadivosa para con ellas por el solo hecho de ser mujeres.
Decimos que es una cuaima cuando nos exige el mínimo de lealtad.
La forzamos a complacernos en la cama cuando no está de ánimo o no tiene disposición.
La etiquetamos y la denigramos por el solo hecho de que ella quiere hacer lo que le da la gana con su cuerpo o decide sobre su estética o el libre ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.
Le exigimos que cumpla con roles asignados arbitrariamente por la sociedad: cocer, lavar, planchar, cocinar, atender el hogar, el marido, los hijos, al perro y al gato.
Toleramos y defendemos a medios de comunicaciones masivos, nacionales e internacionales quese encargan de perpetuar esta doble moral en nuestras sociedades por la sencilla razón de que son necesarias y útiles para mantener y seguir estimulando a una sociedad de consumo.
Se nos pregunta que si estamos de acuerdo que las mujeres tienen derechos humanos y además tienen el derecho a una vida libre de violencia y decimos que por supuesto y no nos indignamos frente a aquello que cotidianamente nos desmiente como sociedad.
Actuar acorde a una sola moral
En pleno siglo XXI la sociedad necesita de hombres que tomemos conciencia de todo esto y que decidamos ser distintos, que decidamos construir una masculinidad distinta, honesta, éticamente coherente con la moralidad que profesamos, pero por el otro lado necesitamos no solo construir una nueva masculinidad sino una nueva heterosexualidad e, incluso, una nueva homosexualidad femenina. Una heterosexualidad y una homosexualidad en donde los hombres respetemos a las mujeres por el solo hecho de ser personas con dignidad y que las mujeres se respeten así mismas en virtud de su misma dignidad.
Del mismo modo, la sociedad necesita de mujeres, madres, abuelas, hermanas, tías y primas que contribuyan a educar la heterosexualidad de los hombres de su familia con el fin de formar hombres heterosexuales conscientes, respetuosos y cónsonos con esos valores que promueve la sociedad en general en torno a la dignidad de la mujer. Pero también nuestra sociedad necesita padres, abuelos, hermanos, tíos y primos que respeten a sus familiares mujeres y eduquen a los varones de su propia familia a vivir su heterosexualidad y masculinidad con honor y dignidad, pero reconociendo y aceptando también la homosexualidad como una variante también de la masculinidad sin que esto sea excluyente del resto de posibilidades de la naturaleza humana. En todo caso, estamos llamados y llamadas a combatir la doble moral que nos hace engañarnos a nosotros y nosotras mismas para así poder celebrar el Día Internacional de la Mujer, sin seguir siendo cómplices de sistemas sociales que perpetúen las violaciones a la dignidad de la mujer y sus derechos
Especial / Bryan Barrios Grafe
La Voz de los Derechos Humanos
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz
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