Estamos en presencia de un fenómeno social, cultural y político que, de manera paradójica, con la ausencia física de Chávez ha mostrado la fortaleza con la que se ha arraigado en las entrañas del pueblo
Los “expertos” y “academicistas” suelen despachar el fenómeno Chávez diciendo que fue un populista que repartió plata entre las “grandes masas pobres e ignorantes”; y que como “al venezolano le gusta todo regalado, Chávez ‘compró’ a la gente y por eso gana elecciones”.
Palabras más, palabras menos, el espíritu de esa “tesis” es “comprado” por algunos sectores opositores, que lo “complementan” hablando con la señora que hace el servicio en su casa, con el taxista que llaman eventualmente para un transporte, o escuchando programas de radio en los que se habla sobre “la actualidad nacional”.
Es así como creyendo tener un conocimiento sobre “la realidad nacional”, los “sabios” y los extremistas banalizan una situación mucho más compleja, que se evidencia con el fervor popular visto en estos últimos días durante los funerales del presidente Chávez. Esa conexión en mensaje y en políticas públicas –sin entrar a considerar si son “malas” o “buenas”-, construyeron para el fallecido líder una ruta de sucesivas victorias electorales, siendo la muerte el único escollo que lo derrotó y lo sacó de Miraflores.
En blanco y negro
¿Qué hubo abuso de poder? Claro que lo hubo. ¿Qué se hizo un uso cuestionable de los recursos del Estado con fines partidistas, a favor del chavismo? Rigurosamente cierto. ¿Qué se incrementó el control estatal en áreas claves de la economía? También es verdad. ¿Qué la inseguridad y la inflación son los grandes fracasos de este Gobierno? No cabe la menor duda que así es. Y podríamos argumentar una larga e inagotable lista de cuestionamientos atribuidos a la gestión de los últimos 14 años, que para unos ha enrumbado a Venezuela “hacia el desarrollo”, mientras que otros observan que más bien vamos cayendo por un abismo.
Pero en medio de esos extremos están los excluidos, a los que el liderazgo político de los 20 años previos a Chávez marginó sistemáticamente, cuando la pobreza se disparó y la clase media ignoró ese cerro que creció descomunalmente en sus narices.
En esos barrios no vivían esos “academicistas” de ahora, por lo que nunca se enteraron cuando una madre tenía que bajar desde el rancho, con el chamo a cuestas prendido en fiebre, por incontables escaleras a las tres de la mañana hasta el Hospital de Coche. Y vino Chávez, con fines politiqueros o genuinamente humanitarios –eso la historia lo juzgará-, a ponerles el Barrio Adentro en los módulos que décadas antes habían abandonado los médicos venezolanos, por razones en muchos casos justificadas por las carencias de los gobiernos de entonces. ¿Qué la medicina cubana “no tiene nivel”? No lo sé, no soy experto en eso, pero hay gente en la que uno confía y que sí conoce sobre esa materia, que ha señalado sus argumentadas discrepancias con los galenos antillanos. Pero más allá sobre la calidad del Barrio Adentro, esa madre excluida encontró en su propio sector a un cubano que a las tres de la mañana le tendía la mano, la escuchaba, atendía y le acompañaba en su angustia por el chamo prendido en fiebre.
Oposición sin estrategia
Cito Barrio Adentro porque con todo y sus fallas se convirtió en una especie de buque insignia para Hugo Chávez. Y el resto de las misiones en general no son rechazadas por el pueblo, por lo que el mismo Henrique Capriles Radonski en su campaña electoral presidencial se vio obligado a abordarlas y a proponer una ley que garantizara que nadie quedara excluido de las mismas.
Esa visión estratégica de Chávez, de enfocar su discurso y su acción de Gobierno en los más pobres del país, tuvo los frutos que vemos hoy: basta con revisar la prensa internacional para notar lo perplejo que se encuentran en buena parte del mundo, tratando de buscarle alguna explicación a la avalancha humana que no ha parado de acudir desde el miércoles a la Academia Militar para rendir homenaje a su líder.
Estamos en presencia de un fenómeno social, cultural y político que, de manera paradójica, con la ausencia física de Chávez ha mostrado la fortaleza con la que se ha arraigado en las entrañas del pueblo.
Mientras más rápido se entienda y asimile esto en la oposición, más posibilidades habrán de construir una estrategia y un mensaje que la conviertan en una real opción electoral. Perder el tiempo “analizando” que “cambiaron la urna” o que “ya está embalsamado”, son solemnes pajas. Aquí aún hay oportunidad para integrarnos como nación, para el diálogo constructivo, para hablar con respeto sincero a los excluidos que Chávez sacó del olvido.
Hacerse los locos ante lo que está pasando o confiar en los “expertos academicistas” que dicen que todo esto es “populismo tercermundista” nos llevaría a seguir llenando de trofeos para fracasados las salas de nuestros “líderes” opositores…
LA CITA
“En estos días hemos visto expresiones de dolor legítimas, respetables y conmovedoras, como todo lo que duele. No se puede desestimar el dolor ajeno, porque ningún dolor es ajeno si somos auténticos seres humano”.
Laureano Márquez (diario Tal Cual, 08/03/2013)
LA FRASE
“Nada hay en este mundo más previsible que un discurso de la oposición. Un discurso de la oposición es un cassette previamente grabado. Se trata de una oposición ‘programada’ como una Apple II”
José Ignacio Cabrujas (1937-1995)
AL CIERRE
Viendo Cala por CNN la noche del pasado martes, por segunda vez en mi vida sentí vergüenza de ser venezolano: en Miami, en un establecimiento llamado El Arepazo, nacidos en esta tierra tenían una rumba prendida por la muerte de Hugo Chávez. La primera vez que experimenté esa sensación fue cuando un grupo de chavistas se regocijaba por el deceso del expresidente Carlos Andrés Pérez…
SIN RODEOS
Richard Sanz
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