El presidente Hugo Chávez ha muerto, pero Venezuela se aboca a unas elecciones en las que el hombre que gobernó el país desde 1999 y hasta el pasado martes, aún sin estar presente, será el protagonista absoluto de las estrategias de campaña tanto del oficialismo como de la oposición.
Con el presidente encargado, Nicolás Maduro, y el gobernador de Miranda, Henrique Capriles, como candidatos definidos en el chavismo y el antichavismo, respectivamente, Venezuela ya cuenta los días hasta la cita electoral del 14 de abril, en la que se definirá un sucesor para Chávez en los terceros comicios en cinco meses que vive el país.
Las primeras elecciones sin Chávez en 14 años lo serán sin su presencia física, pero no sin su figura, según coincidieron en señalar analistas consultados por Efe, que ven en Maduro el candidato favorito y casi seguro ganador. «En el momento de campaña Chávez no es solo un recuerdo, en el momento de campaña Chavez es un gran elector», indicó a Efe el director de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León.
Las estrategia del oficialismo y de la oposición están marcadas de antemano. Para los primeros, el mensaje será el de la «memoria de Chávez» y la petición de respaldar la continuidad de su proyecto político con la legitimidad que le dio el difunto gobernante al ungirle como sucesor político.
Los segundos tratarán de desligar la figura de Maduro de la de Chávez confiados en poder sembrar la duda sobre su eficiencia como gobernante.
Pero sin duda, con miles de venezolanos aún desfilando ante el féretro de Chavez, el factor anímico y la resaca de los funerales del presidente serán un condicionante insoslayable en cuanto ocurra en las elecciones. «Esta es una batalla entre lo divino y lo terrenal donde lo divino lo lleva el chavismo», indicó León.
Maduro ya indicó el domingo que él no es Chávez pero que va a ser presidente porque dijo: «así él (Chávez) me ordenó que lo fuera».
Por su parte, Capriles dijo que algunos le advirtieron de que ir a esta campaña sería como ir a un «matadero» por el favoritismo oficialista pero señaló que no está en política para no quemarse sino para tratar de resolver los problemas del país.
Para los analistas, la oposición tiene que ir «a la batalla» electoral con la confianza de que puede haber un error o un evento no previsto que le dé la posibilidad de capitalizarlo en las urnas.
Además, una victoria de Maduro con una ventaja mayor o menor también puede condicionar la forma de gobernar hasta 2019, cuando acaba el periodo iniciado por Chávez. «Si el resultado de las elecciones es muy amplio le dará al Gobierno mucha capacidad de maniobra para hacer lo que quiera», indicó el periodista Vladimir Villegas, que fue vicencanciller cuando Maduro era ministro de Exteriores.
Para Villegas, diputado constituyente, Maduro se puede ver obligado a tomar medidas impopulares «si son necesarias e inevitables» sobre todo en materia económica y en ese caso habría que ver «la capacidad que pueda tener de comunicar ésto de una manera tal que no genere rechazo sino que genere comprensión». «Tuvimos un periodo de correr arrugas (aplazar la solución de los problemas) que tiene que finalizar y que yo creo que va a terminar después de las elecciones», señaló.
Las elecciones llegan con las cartas a favor del oficialismo tras las victorias del propio Chávez en las elecciones de octubre y del chavismo en las regionales de diciembre, en las que arrasó quedándose con 20 de las 23 gobernaciones.
Para el analista Nícmer Evans, profesor de Ciencia Política de la Universidad Central de Venezuela, Maduro llega como claro favorito y las bases de la oposición se encuentren «profundamente desmotivadas» por lo que la capacidad de Capriles para movilizarlas será un elemento importante para el resultado final.
Para Evans, Maduro «no ganará, tristemente, por sus bondades y virtudes sino como consecuencia del legado del presidente Chávez» y de lo que pidió públicamente el 8 de diciembre: que si algo le pasara a él, el chavismo respaldara a Maduro en las urnas.
Además, la imposibilidad de desarrollar una campaña ante los cortos plazos que se manejan dejan esta elección reducida a la consolidación de las posturas ya decididas en octubre. «Prácticamente esto termina siendo por los tiempos y las circunstancias como una prórroga o una extensión del 7 de octubre», indicó Evans.
EFE