El gobierno de Venezuela presenta este martes una enmienda constitucional para llevar el cuerpo embalsamado de Hugo Chávez al Panteón Nacional, donde yace el Libertador Simón Bolívar, paso clave hacia la consolidación del mito del hombre que en 14 años transformó la vida de los venezolanos.
Una semana después del fallecimiento de Chávez y ya en plena disputa electoral entre el oficialista Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles, la Asamblea Nacional, de mayoría chavista, se reúne esta tarde para aprobar la enmienda, que debe ser sometida a referendo en 30 días, lo cual coincidiría con las elecciones del 14 de enero.
«Simón Bolívar está vivo porque Chávez lo resucitó en el pueblo», manifestó este martes Maduro, a quien el presidente designó su heredero político y candidato en caso de que muriera.
La decisión de llevar los restos al Panteón revierte de mayor simbolismo a una campaña electoral ya de por sí centrada en la figura del mandatario, que aunque formalmente inicia el 2 de abril arrancó con ácidos ataques entre Maduro, un exchofer de bus y ex sindicalista de 50 años, y Capriles, un abogado de 40 años y gobernador del importante estado de Miranda (norte).
«No soy Chávez, pero soy su hijo y todos juntos, el pueblo, somos Chávez», dijo Maduro, quien el viernes asumió como presidente encargado del país, al darse un baño de multitudes el lunes cuando inscribió su candidatura.
«Comandante supremo»
El yerno de Chávez, Jorge Arreaza, un joven con corta trayectoria política a quien Maduro nombró su vicepresidente, confirmó este martes que la enmienda, que según el gobierno responde al clamor del pueblo, debe ser sometida a referendo.
La Constitución reserva el honor de ser llevados al Panteón a venezolanos «ilustres que hayan prestado servicios eminentes a la República, después de transcurridos 25 años de su fallecimiento», por lo que en el caso de Chávez, fallecido el martes de cáncer, se requiere la enmienda.
Las imágenes de un Chávez sonriente y victorioso abundan en las calles. Tras su muerte, empezó a ser llamado «comandante supremo de la revolución», «segundo libertador de Venezuela (después de Bolívar)», «padre redentor».
Los medios oficiales venezolanos, principalmente la televisión, tienen una transmisión ininterrumpida con imágenes desde la Academia Militar, donde continúa el desfile de dolientes ante el cuerpo del líder, y documentales sobre su vida.
«El presidente ha sido elevado al grado de redentor de los pobres», afirma Maduro, quien en sus intervenciones siempre aparece con el retrato de Chávez y ahora en campaña lleva como «testamento político» el proyecto con el que el mandatario le ganó a Capriles las elecciones de octubre pasado para un tercer periodo de seis años.
El mito es tal que ni la oposición se atreve a tocarlo. «En 14 años de gobierno siempre respeté al presidente (…). Esta campaña es entre tú y yo, Nicolás», dijo Capriles, quien perdió por 11 puntos las elecciones de octubre, lo más cerca que estuvo la oposición disputándole el poder a Chávez en las urnas.
El mito
Inspirador de pasiones desbordadas y odios enconados, Chávez, quien murió a los 58 años cuando pretendía profundizar aún más su revolución socialista, partió políticamente en dos a Venezuela.
Sus seguidores lo aman por haberse ocupado de los amplios sectores de población relegada, con proyectos sociales como la «Misión Robinson» de educación o «Barrio adentro» de salud. «Después de Dios, Chávez. Nos representó a nosotros los pobres. Nos enseñó a redescubrir la historia. Yo soy Chávez. En nosotros, su pueblo, es inmortal, eterno como Simón Bolívar», expresó a la AFP Grisel Fuentes, de 53 años, envuelta en una bandera venezolana, a la espera de pasar frente al ataúd.
Sus críticos lo consideran un «caudillo populista», los más acérrimos lo tildan de «dictador», y le achacan haber cimentado su popularidad en los barriles de petróleo. «En 14 años ha hundido a este país, no hizo nada contra la violencia, los malandros (delincuentes), y la economía es un caos. Poner a ese señor junto a Bolívar es una ofensa», afirmó Pedro Delgado, de 53 años, quien se gana la vida de taxista por las calles de Caracas.
Omnipresente en la vida de los venezolanos, Chávez batió todos los récord de popularidad. Cantaba, recitaba, bailaba frente a las cámaras, en su programa Aló Presidente o desde el balcón del Palacio Miraflores. «La momificación es la personificación del amor y de la preocupación por los débiles (…). El líder ocupa un espacio mítico paradigmático separado de la realidad», aseguró el psicólogo Axel Capriles.
En los últimos dos años, sobre todo desde que cayó enfermo, según la historiadora Margarita Lopez, el oficialismo lo fue posicionando como un «héroe». «Chávez ya no soy yo, Chávez es un pueblo, Chávez somos millones», dijo el mandatario en la campaña para su reelección en 2012. Esa frase resuena hoy en los medios oficialistas.
Bajo la consigna «Chávez al Panteón, junto con Simón», sus seguidores podrán seguir rindiéndole honores en el Cuartel de la Montaña, hoy museo, adónde su cuerpo será trasladado el viernes. Desde ese cuertel, Hugo Chávez lanzó el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 contra el presidente Carlos Andrés Pérez, que aunque falló, lo catapultó para llegar siete años después al poder.
Fue allí, según los analistas, donde, tras salir ante las cámaras y decir que había fracasado «por ahora», nació el mito.
AFP