La depresión y la ansiedad asociada con el hostigamiento escolar se prolongaron hasta por lo menos los 20 años de edad en un nuevo estudio publicado en JAMA Psychiatry. Los más afectados eran quienes habían sido hostigadores y hostigados.
«Obviamente, se conocen las consecuencias del bullying en el corto plazo. Me sorprendió que una década después de la victimización, en la transición a la edad adulta, aún siguiéramos viendo las marcas emocionales en las víctimas y los hostigadores/hostigados», dijo el doctor William Copeland, autor principal del nuevo estudio de la Duke University, en Durham, Carolina del Norte.
El equipo estudió a 1.420 niños y adolescentes de la zona oeste de Carolina del Norte, a los que les preguntaron sobre sus experiencias con el hostigamiento, o bullying, en distintos momentos, entre los 9 y los 16 años. Luego se los controló hasta los 26 años para detectar trastornos psiquiátricos.
Un cuarto de los participantes y sus padres dijeron que habían sido hostigado por pares por lo menos una vez y uno de cada 10 admitió que había hostigado a otros niños.
Tras considerar las adversidades familiares de cada participante, el equipo observó que los que habían sido víctimas del bullying tenían algo más de riesgo que los adultos jóvenes sin esos antecedentes de padecer varios trastornos psiquiátricos.
Por ejemplo, el 6 por ciento de los jóvenes sin exposición al hostigamiento tenía un trastorno de ansiedad, comparado con el 24 por ciento de las exvíctimas del bullying entre pares y el 32 por ciento de los que habían sido hostigadores/hostigados.
Los niños que habían hostigado y habían sido hostigados eran los más propensos a padecer un trastorno de pánico o depresión en la juventud o a pensar en suicidarse.
«Esto no sorprende porque, en parte, es una reacción a la experiencia traumática del hostigamiento y, además, conviven con la experiencia de haber hostigado a otros», dijo el doctor Mark
Schuster, jefe de pediatría general del Hospital de Niños de Boston y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, que no participó del estudio.
Los jóvenes que sólo habían hostigado a otros tenían cuatro veces más riesgo de tener un trastorno de personalidad antisocial, que se caracteriza por la falta de empatía y el maltrato a otros.
Los trastornos psiquiátricos y los problemas familiares en la niñez estuvieron asociados con el bullying, pero no explicaron por completo la aparición de las complicaciones en el futuro.
Los autores dijeron que algunos de los trastornos en la edad adulta parecían ser una consecuencia directa del bullying.
El estudio «llama la atención a la gravedad del bullying y refuerza lo aprendido: que no es sólo un rito del crecimiento que todos los niños padecen y pueden soportarlo», dijo Schuster.
Los autores recomendaron que las escuelas, los padres y los médicos trabajen juntos para prevenir el bullying. Para los niños que lo padecieron, Schuster recomendó el acompañamiento adulto para evitar consecuencias psicológicas futuras.
Agencias