Decenas de miles de venezolanos dieron este viernes el último adiós al fallecido presidente Hugo Chávez en un país que se debate entre la incertidumbre generada por la pérdida del mandatario y en medio de un tenso ambiente preelectoral en el que los actos fúnebres han pasado a formar parte de la contienda política para los comicios del 14 de abril.
La mezcla entre el pesar por la muerte del gobernante y el uso de su imagen para la campaña electoral del presidente encargado y candidato oficialista Nicolás Maduro se hizo evidente en las calles de la capital, donde pudo observarse en los postes algunos carteles con el rostro de Chávez con mensajes como «de tus manos brota lluvia de vida. ¡Te amamos¡», así como propagandas «Maduro desde mi corazón».
Este curioso ambiente preelectoral se ha visto atizado por duras declaraciones de parte de Maduro y el candidato presidencial opositor Henrique Capriles, quienes nos escatimado oportunidad para lanzarse feroces críticas e insultos. Algunos miembros de la familia de Chávez y dirigentes oficialistas han fustigado al opositor con adjetivos como «miserable» y «sucio» por denunciar el uso de los sepelios como parte de la campaña y expresar dudas sobre la fecha de la muerte del gobernante.
21 cañonazos y el himno nacional marcaron el inicio de un recorrido de los restos del mandatario a través de las principales autopistas y avenidas del oeste de la capital donde se aglomeraron numerosos seguidores para saludarlo.
Al grito de «Chávez vive, la lucha sigue», miles de simpatizantes del gobierno, con sus características camisetas y gorras rojas y levantando banderas venezolanas, despidieron a Chávez en el recorrido que realizó su féretro, escoltado por 10 caballos con jinetes vestidos con los trajes rojos de húsares, la guardia de honor de El Libertador Simón Bolívar, por el paseo militar de Los Próceres, en el Fuerte Tiuna, mientras desde el aire tres aviones Sukhoi de las fuerza aérea venezolana acompañaron el desfile.
La caravana fúnebre , de unos quince vehículos, estuvo encabezada por un carro militar que conducía Maduro y lloevaba de copiloto al presidente boliviano Evo Morales.
La presencia del presidente encargado desató gran emoción entre algunos de los manifestantes oficialistas que comenzaron a gritar vivas a favor de Maduro, mientras que otros levantaron pancartas en las que se leía «con Chávez y Maduro el pueblo está seguro» convirtiendo el evento en un acto de campaña electoral.
Luego de 9 días de velatorios y de un fastuoso funeral de estado el 8 de marzo, las autoridades trasladaron el cuerpo de Chávez hasta su morada temporal en la sede de las milicias en el popular barrio capitalino 23 de Enero, donde permanecerá hasta que pueda ser llevado al Panteón Nacional donde están los restos de Bolívar.
La amplia difusión de los actos fúnebres y los recurrentes llamados del gobierno a apoyar a Maduro para garantizar la continuidad del proceso chavista, han llevado a Capriles y otros líderes opositores a denunciar que el funeral de Chávez está siendo utilizado con fines políticos, hecho que ha sido rechazado por las autoridades.
El analista político Edgar Gutiérrez afirmó el viernes que los actos funerales de Chávez «constituyen la columna vertebral del esfuerzo electoral de Maduro».
Gutiérrez dijo a la AP, en entrevista telefónica, que el presidente encargado tiene que sacar «el máximo provecho» a esos actos para «reforzar el testamento» que dejó Chávez meses antes de morir cuando designó a Maduro como su heredero político. «Capriles encara una situación difícil en la que debe ser muy cuidadoso y a la vez agresivo ante el evidente uso emocional del momento que hace el chavismo», agregó.
Así como se manejó por casi dos años el cáncer del gobernante como extremo sigilo, las autoridades también han mantenido gran reserva sobre el funeral de Chávez. Aunque desde un principio se habló que el cuerpo del mandatario sería embalsamado, Maduro anunció a mediados de semana que existen dificultades para ejecutar ese proceso, pero no indicó que sucedería en el caso que se descarte esa opción.
El secretismo oficialista también se hizo evidente en la víspera cuando las autoridades restringieron el paso a los alrededores del «Cuartel de la Montaña», antiguo museo militar donde Chávez se reguardó durante el fallido golpe que encabezó en 1992. Hasta el momento las autoridades no han suministrado mayores detalles sobre los cambios y arreglos que se hicieron en la instalación para recibir y preservar el cuerpo del mandatario que falleció el 5 de marzo.
Con el pasar de los días parece ir en aumento la coincidencia entre adversarios y seguidores del mandatario fallecido de que ya era hora que los partidarios de Chávez diesen fin a la exhibición pública de su cuerpo, que incluyó varios actos políticos y musicales.
«Vamos a ver si por fin lo dejan descansar en paz. Ya basta de tanto circo, es una desconsideración con su familia y con el propio difunto», dijo Patricia Rojas, una ama de casa de 31 años, que veía parte de la transmisión televisiva de una eucaristía ante de comenzar el traslado del féretro de Chávez, mientras compraba en una frutería. «Lo único que les falta a (Nicolás) Maduro es colocar un ataúd en cada tarima durante la campaña», agregó Rojas, que se identificó como opositora del gobierno.
Teresa González, una secretaria de 26 años, afirmó que: «Yo siempre voté por el presidente Chávez, pero no me parece bien eso que hacen, están usando su cadáver para hacerse campaña. Estoy de acuerdo que hay que mantener viva su memoria, pero también tienen que respetar su dignidad, sus restos».
Doris Amaya, una cajera de 37 años, negó que los actos fúnebres de Chávez hayan sido utilizados como eventos de campaña a favor de Maduro, y dijo que el fallecido mandatario se merecía eso porque «a él lo quería el pueblo y lo quería ver».
En el sector de Monte Piedad de la populosa barriada del 23 de Enero, en el oeste de la capital, los humildes habitantes de la comunidad, que en su mayoría son considerados chavistas de izquierda radical, se aprestan a recibir a su nuevo vecino.
En todas las azoteas de los edificios y en algunas de las humildes viviendas de los alrededores de cuartel fueron izadas pequeñas banderas venezolanas y rojas, y colocados carteles con el rostro de Chávez en señal de bienvenida.
Uno de los grupos pro oficialistas armados que controlan la zona, conocido como «La Piedrita», colocó en la fachada de una de las casas cercanas a la sede de las milicias una pancarta en las que se lee en letras rojas «hasta siempre comandante».
AP