«Yo soy católica, muchas lo somos y recurrimos a la Iglesia en los primeros tiempos de la represión porque pensábamos que los obispos estaban de nuestro lado», afirmó la presidenta de la entidad, Estela Carlotto, en una reunión con periodistas
La entidad humanitaria Abuelas de Plaza de Mayo afirmó este viernes tener «reproches» para hacer al nuevo papa argentino Francisco porque nunca habló de los desaparecidos durante la dictadura argentina (1976-83).
«Las Abuelas, como institución, tienen reproches que hacerle porque nunca habló del tema de los desaparecidos y ya han pasado 30 años desde la llegada de la democracia», dijo la presidenta de la entidad, Estela Carlotto, en una reunión con periodistas.
La mujer, de 82 años -que busca a su nieto nacido en el cautiverio de su madre asesinada tras dar a luz-, recordó que muchas de las abuelas confiaron al principio en que la Iglesia iba a ayudarlas.
Carlotto aseguró que el silencio de la jerarquía eclesiástica les provocó «una profunda decepción», pero estimó que «todo se podría haber corregido con la llegada de la democracia. Pero no lo hicieron».
La elección del Papa Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires hace 76 años, despertó críticas por su supuesta pasividad ante las violaciones a los derechos humanos en Argentina, lo que motivó que el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, hiciera el viernes una declaración formal.
«La campaña» contra el entonces jefe de los jesuitas «es conocida, se refiere a hechos de hace mucho tiempo y ha sido promovida por una publicación que en ocasiones es calumniosa y difamatoria», en relación al diario argentino Página 12, al que acusó de ser de «izquierda anticlerical», dijo Lombardi.
Consultada sobre el punto, Carlotto respondió que «complicidad es una palabra fuerte en el caso del excardenal Jorge Bergoglio, pero creo que la jerarquía eclesiástica fue cómplice por error u omisión».
«Algunos curas lo consentían, otros sabían pero no hicieron nada. Yo creo que Bergoglio sabía», señaló.
Un caso citado por la prensa en estos días fue el de los jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio, secuestrados después de que el actual Papa les quitara la licencia religiosa para predicar en una zona marginal de Buenos Aires, según las denuncias.
Bergoglio siempre negó cualquier implicación en el caso e insistió en que abogó por su liberación ante el entonces jefe de la Junta Militar que gobernaba Argentina, Jorge Videla (1976-1981).
En el libro de entrevistas «El Jesuita», de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Bergoglio asegura: «No los eché de la congregación ni quería que quedaran desprotegidos».
Con todo, Carlotto confesó que está «emocionada porque haya sido elegido Papa un hombre del fin del mundo», repitiendo las palabras que Francisco pronunció en referencia a su origen poco después de haber sido elegido Papa, y dijo que las puertas de la entidad estarán abiertas si el Pontífice decide visitarla en algún viaje a Argentina.
«Hoy lo vi en la televisión saludando a los cardenales y se veía como un hombre sincero, tierno, nada acartonado, muy agradable», señaló.
«Ojalá ahora nos ayude a encontrar la verdad y la Iglesia nos dé información sobre lo que sucedió con los desaparecidos y con nuestros nietos robados», manifestó.
Al respecto, recordó que tanto la entidad como la justicia habían solicitado a la Iglesia la apertura de sus archivos y los del Movimiento Familiar Cristiano, que aparece vinculado a adopciones irregulares de niños.
Criticó duramente a varios acusados por crímenes de lesa humanidad que se presentaron ante el tribunal el jueves con cintas con los colores del Vaticano en homenaje a la elección de Bergoglio.
«Ellos se reivindican católicos. Son asesinos, ladrones de niños y de bienes y no se arrepienten de haber pecado. Se sonreían ante las cámaras», dijo.
Destacó además que «ningún represor fue excomulgado, incluso los condenados, y la Iglesia le sigue dando la comunión».
Por su parte, el abogado de las Abuelas, Alan Iud, recordó que en el juicio en el que se investigó el robo de bebés quedó probado que en la maternidad del centro de detención clandestino de Campo de Mayo (periferia norte), había monjas que cuidaban a las parturientas y a los bebés.
Por ese campo de exterminio, el mayor de la dictadura, pasaron miles de prisioneros, de los que sobrevivió un centenar, dijo.
«Los organismos de derechos humanos estamos pensando en identificar al régimen de facto como una dictadura cívico-militar y religiosa», reveló Carlotto.
Las Abuelas encontraron ya a 108 de los 500 niños que fueron robados en la dictadura, que dejó 30.000 desaparecidos, según entidades humanitarias.
AFP