«Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo». Abraham Lincoln
“Este es el único país del mundo donde la figura del Rey estando fuera del juego de Ajedrez, resulta victoriosa sobre sus adversarios”
Como si fuera un juego de ajedrez, la forma más efectiva de “hacer la política” depende de la habilidad para mover las piezas que conforman las estructuras del Poder de la manera más premeditada, en el momento más oportuno y con el aval de un ejército de peones leales a un Rey que aún estando fuera del juego, todo apunta hacia un inminente “Jaque Mate” a sus adversarios.
Un nuevo escenario electoral se ha convertido en el eje de la atención de millones de personas en el mundo, particularmente los venezolanos y venezolanas aguardan pacientemente el momento propicio para ejercer una vez más el derecho a elegir a quien será esta vez el nuevo jerarca que conducirá los destinos de un país sumergido en la peor de las crisis política que recuerde nuestra historia republicana. Si bien es cierto que desde el punto de vista electoral, contamos con una corta tradición marcada por numerosos eventos comiciales, hay que reconocer el nivel de civismo demostrado por un pueblo cuya madurez y vocación demócrata ha quedado lo suficientemente clara ante los ojos del mundo.
Ése llamado a dirimir nuestras diferencias conforme a las reglas que establece nuestro Estado Social de Derecho y de Justicia, cuenta con un matiz de desconfianza que atendiendo a las máximas de experiencia en materia electoral nos arroja a predecir de manera muy fácil cuál será el desenlace de una crisis política a todas luces presenta una oferta de plan de gobierno visiblemente inclinada hacia una lamentable tendencia a favor de la radicalización y el odio entre hermanos.
El problema no es ni Capriles ni Maduro
La lealtad, así como otras virtudes y razones que llevaron a Chávez a tomar la decisión de designar públicamente a su sucesor, ha traído consigo la realidad que nos presenta Venezuela antes los ojos del mundo, por una parte un candidato opositor cuya trayectoria política viene de larga data, la cual cuenta con el aval de haber sido el Presidente más joven en la historia del otrora Congreso Nacional. Por otro lado un candidato de Gobierno que será recordado en la historia por haber ocupado el cargo de Presidente (E) en ejercicio pleno de sus facultades que por disposición de un Tribunal Supremo chavista, será reelecto sin ser elegido inicialmente por el pueblo. Aquí es donde se configura el juego del ajedrez político que solo apuesta a un solo ganador aunque la ficha más importante (El Rey) ya esté fuera de la contienda. En este juego, el problema no es Maduro, sino la existencia de un desequilibrio de poderes que hoy más que nunca eleva su compromiso y afinidad hacia la hegemonía revolucionaria, cerrado cualquier espacio de diálogo hacia la disidencia.
El legado del Presidente elegido por la mayoría de los venezolanos el pasado 7 de octubre se traduce según sus afectos en la mayor suma de felicidad y justicia social, sin embargo la herencia de la cual nunca se hace mención es que las raíces del odio y de la confrontación germinaron desde hace mucho tiempo, lo lamentable es que no todo el pueblo chavista está formado con el molde fratricida ni toda la oposición está plenamente identificada con el discurso de su candidato. En estos 14 años hemos sido testigos fieles de una metamorfosis institucional inspirada en un proyecto político al servicio de una voz única de mando, dejando a un segundo plano el juramento solemne de guardar respeto a la Constitución y las Leyes.
En opinión de los afectos al chavismo, Venezuela cambió para siempre, sin duda alguna, me suscribo al lema pero sin olvidar que durante este tiempo el Presidente se rodeó de un equipo de profesionales que así como aportaron cambios significativos en cuanto a la estructura del nuevo Estado Social de Derecho y de Justicia, también le concedió poder a cientos de oportunistas y mediocres que hoy día son reconocidos plenamente bajo la mirada crítica y la memoria inmaculada de un pueblo que no olvida a los magistrados del TSJ corear “Uh Ah… Chávez no se va” o por ejemplo episodios íconos de la vergüenza como del “Gral del Eructo”, o tal vez diputados que afirmen que el imperio estadounidense nos espía en nuestras casas a través de las antenitas de Direc Tv. Dios les de brillo e ilumine la conciencia de todos estos personajes, que desde ahora tendrán que asumir un rol de subordinación frente a un liderazgo insostenible en el tiempo e incapaz de brindar ni siquiera un ápice de credibilidad ante sus más cercano círculo de colaboradores.
Las fichas del Ajedréz
*** El Rey: Ha muerto, pero el “Jaque Mate” quedará en contra de quien asumió la decisión de ir a una contienda electoral donde el árbitro es solo uno más de un ejército de peones dirigidos esta vez por un liderazgo que se construye a base de un verbo trastabillante, contradictorio y falso inspirado en la impecable oratoria del máximo líder de la Revolución.
*** La Reina: Con su astucia fría, inteligente y calculadora contempla sobre La Torre el desenlace de los eventos que se avecinan así como las posibles estrategias a seguir ante cualquier evento inesperado, siempre con el aval de sus Alferes que galopan rumbo a la hegemonía y el disfrute de las mieles propias de un poder que materialmente ostentarán desde las alturas pero con el ideal de que reside en la soberanía de quienes resultamos ser los peones en este juego bizarro llamado Ajedrez Político.
El reto para los candidatos
Ambos coinciden en la necesidad responder a los requerimientos que exige un pueblo cansado de ver como la coyuntura política ha privado sobre los problemas reales que consumen la calidad de vida de los venezolanos (Delincuencia, despeñadero económico y una profunda crisis de valores sociales y humanos). Además deben hacerle frente a una crisis de liderazgo capaz de convencer a la mayor suma de voluntades para que concurran a las urnas electorales. Ambos actores tienen menos de 30 días para acoplar sus discursos conforme a las necesidades reales de un pueblo que no logra atinar un rumbo definido ante el vacío dejado por un Comandante Presidente cuya visión de país siempre estuvo acompañada por un modelo de liderazgo inspirado en un ideario de justicia social, un liderazgo capaz de unir el sentir de los grupos más vulnerables de todas las naciones de un continente.
Las fichas más importantes de un Ajedrez bizarro que comienza por la muerte del Rey somos nosotros mismos como pueblo unido bajo una misma premisa… Respeto a la Democracia!
Germán José Mora Medina