Buenos Aires (AP). Dos de los principales caudillos latinoamericanos, Hugo Chávez Frías y Juan Domingo Perón, transformaron la vida política y social de sus países. Colocaron a las masas de excluidos en el centro de sus políticas de bienestar, mostraron rasgos autoritarios y en el proceso polarizaron a su sociedades, desconocieron algunos derechos y se constituyeron en antagonistas de Estados Unidos.
Ambos tuvieron orígenes políticos similares: el venezolano era teniente coronel cuando protagonizó un fallido golpe de estado y el argentino fue figura estelar de un gobierno militar cuando era coronel. Su acción política trascendió fronteras y sus gobiernos populistas alimentaron un culto a sus personalidades a un pueblo que los eligió y reeligió.
Perón logró afianzar sus ideas como políticas de estado; algo que está aún por verse con el ideario chavista.
Mientras gobernaban, ambos sucumbieron a la fragilidad de su condición humana y fallecieron mientras gobernaban. Su partida creó incertidumbre en las muchedumbres que los siguieron. Chávez murió a los 58 años, víctima de un cáncer, Perón a los 78 años de insuficiencia cardíaca y renal. Ambos caudillos se valieron de un enemigo, sea la oligarquía, los terratenientes, las multinacionales o Estados Unidos, para convocar poder y simpatías alrededor de suyo.
Aunque Chávez se declarara un «peronista de verdad», como también se llamó marxista o bolivariano, y se identificara con el sueño de Perón de que «nuestros países dejen de ser factorías del imperialismo», las diferencias de ambos caudillos en su formación y el desarrollo de sus movimientos y gobiernos, así como el momento histórico que vivieron, hacen poco probable que el chavismo sobreviva a su sucesor de la manera cómo lo hizo el peronismo, dijeron analistas consultados por The Associated Press.
Una de las diferencias más claras entre chavistas y peronistas es que los últimos crearon una militancia a partir de la persecución a su caudillo luego de que Perón fuera enviado a un exilio de 18 años tras un golpe militar en 1955, que interrumpió nueve años de un gobierno muy popular.
«El mito de Perón se construye entre la distancia del exilio y el hecho de que no surja otra propuesta política superadora», dijo Julio Bárbaro, dirigente histórico peronista, ex diputado y escritor del libro ‘1973, El regreso del General’. «El mito necesita de la persecución, pasó con el peronismo durante las 18 años de proscripción».
En contraste, el chavismo enfrenta su primera prueba de fuego en las elecciones de 14 de abril contra Henrique Capriles, un duro contendor que a sus 40 años se convirtió en el más claro opositor que enfrentó Chávez en 14 años de gobierno al alcanzar un 44.3% de los votos en las elecciones presidenciales de octubre pasado.
Al momento, quien parece sufrir de las adversidades impuestas por el poder es el candidato opositor cuyas declaraciones y actos son censurados por la radio y televisión pública venezolana aunque en los últimos días, Capriles y el sucesor chavista, el presidente encargado Nicolás Maduro, han cruzado encendidas acusaciones mutuas.
«El peronismo llevó adelante una práctica política en ausencia de su líder», dijo el historiador argentino Felipe Pigna, editor de la revista Caras y Caretas. «Él seguía vivo, pero no estaba físicamente en el país».
Sin la tecnología de ahora, los textos y discursos grabados del argentino llegaron a cuentagotas al país y de manera clandestina.
El chavismo, en contraste, nunca había padecido la ausencia permanente de su caudillo y sólo empezó a hacer proselitismo con su pomposo y multitudinario funeral, al que asistieron una treintena de jefes de estado y celebridades.
Los actos proselitistas continuaron con el traslado de su ataúd desde la Academia Militar del Ejército, donde fue visitado por miles de seguidores, hasta su morada temporal en la popular barrida capitalina del 23 de Enero, sede de colectivos chavistas armados.
Allí permanecerá hasta que sus partidarios puedan llevar sus restos al Panteón Nacional, donde se encuentran los restos del Libertador Simón Bolívar.
Aunque el chavismo gane las elecciones de abril en un fenómeno político que para el profesor de ciencia política de la Universidad Central de Venezuela, Ángel Álvarez, recordará a la novela de caballería El Cid Campeador, «que ganó la guerra estando muerto», ese movimiento no creó una estructura gremial o sindical que lo sobreviva como entidad en el largo plazo, como lo hizo Perón.
«El ‘peronismo’ perduró porque logró el control férreo de las organizaciones sindicales y posteriormente porque se imbricó en el aparato del Estado, a través de las gobernaciones», dijo Álvarez. «Si (los chavistas) perdieran una elección serían una referencia política importante por dos componentes que están perfectamente articulados, dos caras de la misma moneda: el componente emocional y el clientelar».
A diferencia de Chávez, la formación intelectual de Perón le dio una visión de largo plazo que lo llevó a crear esa estructura gremial que «hoy en día tiene más fuerza política», coincidió el politólogo Bárbaro. El líder de la principal central de trabajadores argentina, Hugo Moyano, «tiene más fuerza política que cualquiera de los jefes de los partidos de la oposición», dijo.
La personalidad de Chávez, en contraste, lo podía hacer aparecer como un hombre muy culto cuando citaba a Marx o a Lenin en sus discursos improvisados o como un sujeto vulgar que lanzaba improperios, hacía chistes o cantaba en plenarias de la OEA; un verdadero ‘showman’, un populista que se permitía estas licencias con una naturalidad sin precedente, y cuya capacidad histriónica debilitó a cualquier estructura que se construyera y que opacó a cualquier sucesor.
Pero el historiador argentino Pigna difiere de esta observación y dice que el «chavismo» sobrevivirá a la manera del peronismo.
«Los liderazgos tan fuertemente marcados plantean cuestiones complejas al momento de la sucesión… pero no es que se murió Chávez y no quedó nada», dijo. «El chavismo es fuerte en muchos sentidos, hay toda una estructura de poder bien montada y una base de poder popular que no será fácil de doblegar».
Una estructura de poder que incluye a más de una veintena de gobernadores y alcaldes chavistas, un hermano de la corporación eléctrica y un primo en la vicepresidencia de la corporación estatal petrolera.
En términos electorales, el peronismo tiene un voto cautivo de alrededor del 30 por ciento del padrón electoral proveniente de los sectores populares y desde el retorno de la democracia a la Argentina, en 1983, el peronismo ha gobernado durante 22 años si se incluyen las presidencias de Carlos Menem (1989-1999) y los Kirchner (2003-2015).
Chávez ganó las elecciones presidenciales de 1998, 2000, 2006 y 2012.
El peronismo también trascendió a su creador por su pragmatismo ideológico que le permitió adaptarse a diferentes contextos políticos. «El peronismo quiere decir casi cualquier cosa», dijo el profesor Luis Daniel Vázquez, coordinador del doctorado en ciencias sociales de la Universidad Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en México. «El peronismo tiene por lo menos tres alas y podemos contarle más».
Esa misma fuerza se volvió neoliberal durante la década de los 90 con Carlos Menem, que mantuvo relaciones diplomáticas tan estrechas con Estados Unidos que se las llamó «carnales». Desde 2003, el peronismo está guiado por el ala progresista, intervencionista y latinoamericanista de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
«El peronismo no es un partido, es la expresión de una identidad cultural que se impuso en forma definitiva», dijo el politólogo Bárbaro. «De ahí la frase de Perón ‘peronistas somos todos»’.
El chavismo, en contraste, es más rígido en su ideología intervencionista, latinoamericanista y anti-estadounidense. En sus comienzos, Perón confrontó a Estados Unidos pero nunca adhirió al marxismo-leninismo como lo hizo Chávez hasta sus últimos días.
El líder argentino, de hecho, fue crítico de la revolución cubana, de Fidel Castro y del Ché Guevara.
La ejecución de sus políticas en favor de los más pobres también difirió. Como movimiento nacionalista, el peronismo logró reformas sociales institucionales que mejoraron las condiciones de vida a millones de argentinos empobrecidos.
Como movimiento de integración latinoamericana, el chavismo mejoró la calidad de vida de millones de venezolanos con programas sociales pero también derrochó miles de millones de dólares en dádivas a países afines ideológicamente a esa corriente como Cuba, Nicaragua, y Bolivia, que hoy tienen al país con un enorme déficit fiscal, un problema cambiario que está a punto de llevar a la quiebra a muchas empresas, un deterioro de la infraestructura petrolera y una rampante inseguridad.
El peronismo tuvo a la descollante figura de Evita Perón, esposa del caudillo, que asumió un rol central en el movimiento cuando arengó a la gente a las calles a pedir la libertad de su marido. La presión popular fue tan grande que el caudillo recuperó la libertad y el liderazgo fue compartido marido y mujer.
La imagen de Evita, como la de su marido, fueron mitificadas especialmente en 1951 cuando el pueblo argentino le pidió que fuera nominada vicepresidente en la misma balota electoral de su marido, en lo que historiadores llamaron un verdadero diálogo espontáneo y abierto con el pueblo en una multitudinaria manifestación.
«Es uno de los pocos casos mundiales, sino el único, de dos conductores carismáticos que conviven», dijo el historiador Pigna. «El conductor carismático por naturaleza es uno y en este caso son dos. Hay una división de tareas, Evita tiene la tarea agitativa, la social y la sindical y Perón tiene la tarea de gobernar, la estrategia y la conducción total del movimiento».
En cambio, Chávez fue un líder solitario y hoy el chavismo tiene en Maduro a un sucesor muy poco carismático, siempre a la sombra del caudillo, y cuyas arengas suenan un tanto forzadas.
Para algunos de los chavistas de a pie no hay duda de que el chavismo sobrevivirá. «Con la muerte del presidente, se crece y sobrepasa toda creencia de que el chavismo va a desaparecer», dijo José Francisco Herrera, un comerciante de 38 años. «La cantidad de beneficios que han conseguido los estratos sociales, los pobres, no se va a conseguir con un gobierno de oposición, con un gobierno de derecho. Cuando tú vas a un país extranjero, Surinam, y dices soy venezolano, dicen ‘ah, de donde es Chávez»’.
AP