Los verdaderos peligros del móvil no son sus radiaciones

ilustracion_CONTORNEO  Un 31% de los estadounidenses teclean mensajes o emails con sus smartphones estando al volante, frente al 15% de los españoles, según este estudio realizado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC) en ocho países

Mucho cuidado con su móvil. Especialmente un smartphone cargado de aplicaciones y programas. Porque es peligroso. Eso sí, olvídese de las radiaciones o del cáncer, porque ese riesgo está lejos de poderse demostrar científicamente. Concéntrese en los verdaderos problemas que le puede acarrear el mal uso de su teléfono inteligente, señalados por estudios serios que llaman la atención sobre algunos riesgos reales, no patrañas interesadas.  Una revisión de la literatura científica indica que si utilizas indebidamente el móvil puedes matarte al volante, perder un buen pedazo de tu vida, estresarte en exceso, suspender el curso, sufrir sexo inseguro, ser atropellado e incluso padecer dolores de cuello.
Todas esas situaciones adversas pueden ocurrir, con más o menos probabilidad y según diversos estudios. Nada que ver con el peligro de las radiaciones que, según la OMS, ”hasta la fecha, no se han encontrado efectos adversos para la salud”. Para muchos, lo que digan los expertos da igual y prefieren seguir creyendo a los virtuosos del alarmismo, que en algunos casos ganan la batalla. En Francia, por ejemplo. El 48,5% de los encuestados en 2005 creían que las antenas de telefonía móvil aumentan las posibilidades de provocar un cáncer en los vecinos expuestos. En 2010, el porcentaje había crecido hasta el 68,9% de los consultados.
Y mientras algunos se agobian por dejar el móvil en la mesilla de noche, cientos de miles de personas sufren accidentes de tráfico cada año por culpa de ese mismo aparato. La semana pasada, un nuevo trabajo mostraba que el 69% de los conductores de EE. UU. usa el móvil mientras conduce, una proporción que en Europa va desde el 59% de Portugal hasta el 21% del Reino Unido. Además, el 31% de los estadounidenses teclean mensajes o emails con sus smartphones estando al volante, frente al 15% de los españoles, según este estudio realizado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC) en ocho países.

Accidentes viales

¿Tan peligroso es hacerlo? Tanto como presupone el sentido común. Un estudio calculó que los conductores que mandan mensajes retiran la vista de la carretera durante 4.6 segundos cada vez aunque estén moviéndose a casi 90km/h. El estudio de CDC trata de ayudar a concienciar a la población (y los líderes políticos) para que se prohíba el uso del móvil en carretera donde aún se permite, porque calculan que provoca 1,3 millones de accidentes de tráfico al año, 100.000 solo por teclear. Ya en 2003 se calculó que los móviles estaban detrás de 2.600 muertes en accidentes viales. Desde entonces, se ha disparado la presencia de smartphones, mucho más absorbentes que los móviles analógicos. Hoy, el 96% de los ciudadanos de EE. UU. se declara partidario de prohibir el texting (teclear en el móvil y otros dispositivos) de los conductores.
En España, el país de la UE con mayor porcentaje de teléfonos inteligentes (66%), las distracciones son la primera causa de accidentes en carretera. Provocaron 33.000 accidentes con heridos en 2010 y 650 muertos en 2011. Y la mayoría de estas distracciones fueron culpa del móvil, según un estudio de Race. No en vano, contestar mensajes al conducir equivale a conducir completamente borracho, como mostró un trabajo reciente de la Universidad de Barcelona.

Los peatones…

Eso sí, los que no conducen no se libran de sufrir un accidente: el 30% de los peatones cruza sin poner su atención en la carretera por estar distraídos con el WhatsApp o el Facebook de su aparato. Estos peatones descuidados tardan mucho más en cruzar la calle y sin atender debidamente a lo que ocurría a su alrededor: un viandante que teclea multiplica por cuatro sus posibilidades de cruzar de forma insegura, ya sea por no hacer caso a las señales, por no mirar a los lados o por circular por donde no debe.

La vida en la mano

Más allá de los accidentes, el mayor uso que cada vez le damos a los smartphones provoca que más pedazos de nuestra vida puedan desaparecer con él… o aparecer expuestos en público. Perder el móvil o no tenerlo correctamente protegido puede ser peor que perder el DNI y las llaves de casa: no es que no tengas acceso a tus cosas, es que cualquiera puede estar accediendo a ellas. Por eso los expertos recomiendan que se protejan debidamente: según el último informe de Cisco, el último año crecieron un 2.577% los programas informáticos maliciosos para Android, el sistema que usan la mayoría de los españoles.
Eso sí, aunque crece como un tiro, el malware asociado al móvil todavía es residual y representa tan sólo el 0,5% del total. Pero ya no es necesario acceder directamente al móvil para disponer de, por ejemplo, las fotos realizadas con él. Que se lo digan a Scarlett Johansson; el ladrón de fotos consiguió las imágenes íntimas de su teléfono porque tenía una contraseña de su email poco segura.

La tendinitis
por el tecleo

Además, hay otros males asociados a la telefonía móvil que de vez en cuando tienen su visibilidad mediática, como aquel que habla de dolencias en las articulaciones. Parece evidente, si se pasan horas wasapeando, como muchos adolescentes: más de una hora y media diaria. No es extraño que una chica de 14 años llegara a la consulta retorciéndose de dolor en el pulgar derecho tras pasar cuatro horas diarias tecleando en su móvil. Es lo que algunos expertos han venido en llamar “texting tendinitis”.
Afortunadamente, la respuesta a los dolores que provoca este tecleo es similar a otro más estudiado, el de quienes pasan horas escribiendo frente al ordenador. Al fin y al cabo, es una conducta similar: hombros, espalda y cuello rígidos mientras se mueven rápidamente los dedos. También entre los estudiantes, el uso del teléfono está asociado a peores niveles de concentración y rendimiento escolar.
A menudo se habla en los medios de la posible adicción al móvil. Los expertos niegan que pueda ser considerada tal y como patología, aunque reconocen ciertos puntos en común con otros elementos adictivos que pueden generar casos de uso ansioso o problemático, que estaría afectando a entre el 2.8% y el 10% de los usuarios, según distintos estudios, y especialmente entre los más jóvenes. Determinados ejecutivos enganchados a sus Blackberrys también pueden sufrir altos niveles de estrés, sobre todo aquellos australianos que no podían evitar seguir la evolución de los mercados en otros husos horarios.
El uso del smartphone y sus cada vez más jugosas aplicaciones también está influyendo en nuestras relaciones sociales, afectivas y sexuales. Negativamente, según un trabajo de la Universidad de Indiana, que alertaba de que el tonteo con el móvil cuando uno ya está muy borracho ha multiplicado los encuentros sexuales de riesgo. Una situación que no parece tener ventajas: esos mensajes subidos de tono no hacen que se tengan más parejas sexuales o más encuentros, solo que se hagan sin el cuidado debido. Aunque aquí cabe un matiz: esos mensajes sucios no sólo se mandan borrachos y entre los jóvenes adultos de EE. UU. el sexting, que así lo llaman, es tan común como ir a ligar a los bares.

• Javier Salas

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