Ante la llegada de lo inevitable, nos encontramos frente a una coyuntura difícil, una nueva elección presidencial convocada en un país consternado, con una campaña relámpago, y nuevamente con un ventajismo obsceno por parte del gobierno
Noel Alvarez * /@alvareznv
La prematura e impactante desaparición física del presidente Chávez coloca a Venezuela en una situación institucional extremadamente compleja y delicada, dado que no se han cumplido los preceptos constitucionales para manejar la innegable crisis de poder que este acontecimiento ha detonado.
Dicha situación crítica era esperada por todos los venezolanos, ya que la posibilidad de que sucediera se venía asomando insistentemente y cada vez con más certeza desde que se anunciara el doloroso padecimiento del mandatario hace más de año y medio.
El manejo de la crisis por el poder ha sido criticado por embargar la verdad, por no rendir cuentas y por evitar que se tomaran las previsiones necesarias una transición pacífica y sin mayores sobresaltos para la ciudadanía.
Ante la llegada de lo inevitable, nos encontramos frente a una coyuntura difícil, una nueva elección presidencial convocada en un país consternado, con una campaña relámpago, y nuevamente con un ventajismo obsceno por parte del gobierno.
Nosotros, como numerosos venezolanos, damos un paso adelante con la plena disposición de luchar por principios y valores que consideramos imprescindibles en la vida ciudadana, en la edificación de una patria pacífica, justa y próspera.
En las pocas horas que han mediado entre el anuncio de Henrique Capriles Radonski de aceptar la candidatura de las fuerzas alternativas democráticas y el momento de escribir estas líneas, hemos pulsado el sentir de nuestro entorno.
Queremos compartirlo con ustedes, y confirmar que sí hay angustia e indignación debido al ventajismo oficial, ante el uso indiscriminado de cadenas radiotelevisivas y recursos públicos, por el lenguaje soez que es impropio de funcionarios del Estado, y para colmo, frente a la utilización de la memoria del recientemente desaparecido primer magistrado nacional, de su memoria y de sus restos para intentar manipular al electorado.
Pero debemos decir también que desborda la emoción, la pasión y el coraje ante la oportunidad de medirnos de nuevo, de dejar en claro que, sea cual sea el resultado de este nuevo encuentro en las urnas electorales, dejará en claro que existe una cantidad enorme de venezolanos que tiene una visión distinta de lo que debe ser nuestro destino, y que estamos dispuestos a conquistar el poder por vías pacíficas, democráticas y no violentas, para abrirle la puerta a la convivencia, al respeto y a la unión bajo el manto de un mismo gentilicio, que es la única fórmula para que un pueblo progrese.
No va a ser fácil; pero tampoco es imposible. La peor diligencia es la que no se hace, y como decían nuestros sabios abuelos: “El entierro de Dios no ha pasado”.
*Coordinador nacional de Independientes por el Progreso