Gane quien gane el 14 de abril deberá decretar la emergencia nacional, ya que vivir de las emociones y recuerdos del fallecido Comandante, no es garantía de sobrevivencia para un país cuyas cifras económicas disparan alarmas, si no se toman medidas urgentes ante la debacle social que se observa en todos los rincones de Venezuela.
Nuestro país es sacudido por las 7 plagas de Egipto, entre tantas la inflación, desabastecimiento, bajo poder adquisitivo familiar, desempleo y la inseguridad que ha segado la vida a casi 200.000 seres humanos en los últimos 14 años, situación que prefigura una sociedad deshecha y un clima de economía de guerra, aún cuando hayamos tenido una bonanza de ingresos petroleros cercana al billón de dólares durante esta gestión gubernamental. Infinitamente con muchos menos recursos se reconstruyó Europa luego de la II. Guerra Mundial.
Si bien es cierto el difunto presidente Chávez llegó a lo mas profundo de las sensibilidades populares al generarles esperanza, como se demostrara en las ceremonias de su funeral, algo visto similarmente en América Latina con las desapariciones físicas de Evita y Juan Domingo Perón; al mismo tiempo agigantó un Estado deforme incapaz de institucionalizar y producir políticas que integren a la nación, por el camino de la prosperidad y bienestar aún cuando persistan desigualdades, como lo han logrado otras naciones en el continente llámese Brasil, Chile, Perú, Costa Rica, Colombia.
Su propuesta del Socialismo del Siglo XXI y el Estado Comunal fueron el instrumento para distribuir un porcentaje minoritario de la renta petrolera a través de las Misiones y al mismo tiempo imponer control absoluto de la sociedad con la instauración de un Estado Vertical donde la voluntad suprema del Caudillo- Presidente es el método de relación con la sociedad.
Estas políticas de Estado ausentes de la vigente CRBV conllevaron a definiciones excluyentes, a enfrentarnos entre venezolanos; a partir de la discrecionalidad del poder facilitar la corrupción a niveles siderales y a destruir las fuentes de empleo de millones de trabajadores, a ahogar a las universidades públicas y crear sistemas paralelos de salud y educación controlados por el Ejecutivo Nacional.
A la libertad sindical, los sindicatos y los contratos colectivos les dedicó un capítulo aparte propiciando una ofensiva brutal con el objetivo de reducirlos a su mínima expresión, a tal punto que hoy se han triplicado los sindicatos, pero menos afiliados y menos contratos colectivos vigentes. En cuanto las fuentes de empleo privado las redujo en una década según el INE de 672.642 empleadores a 373.204 en 2012, determinando el decrecimiento de un millón de empleos en el sector migrados a la informalidad, el desempleo o hacia el Estado, entre otras causas por expropiaciones y una economía de puertos destructora del Empleo agroindustrial y manufacturero.
El resultado del 14 de abril determina la necesidad de un nuevo gobierno que convoque a los mejores talentos y voluntades para la reconstrucción nacional.
Froilán Barrios