A pesar de los intentos de Blair en hacer causa común con Washington para conducir a Venezuela al ostracismo, el enorme prestigio del presidente Chávez entre la izquierda británica lo impidió. Entre marzo de 2004 y febrero de 2006 fueron presentadas seis mociones de apoyo a éste en la Cámara de los Comunes: 17 de marzo 2004; 23 de noviembre 2004; 4 de julio 2005 (dos mociones); 20 de diciembre 2005 y 14 de febrero 2006
Alfredo Toro Hardy
Churchill definió la relación de su país con Estados Unidos en términos de clara subsidiaridad. En lo sucesivo Londres buscaría mantener su relevancia internacional transformándose en el socio minoritario de Washington. Tony Blair llevará esta relación especial a niveles de humillante obsecuencia. Incondicional a Clinton, supo dar un viraje de 360 grados para hacerse igualmente indispensable ante Bush. Adonde éste último fuera, allí parecía seguirlo sumisamente Blair. Esta regla tuvo, sin embargo, una manifiesta excepción: Venezuela.
A pesar de los intentos de Blair en hacer causa común con Washington para conducir a Venezuela al ostracismo, el enorme prestigio del presidente Chávez entre la izquierda británica lo impidió. Entre marzo de 2004 y febrero de 2006 fueron presentadas seis mociones de apoyo a éste en la Cámara de los Comunes: 17 de marzo 2004; 23 de noviembre 2004; 4 de julio 2005 (dos mociones); 20 de diciembre 2005 y 14 de febrero 2006. Esta última moción, inicialmente rubricada por setenta y ocho parlamentarios, fue engrasándose en los días siguientes hasta alcanzar las ciento sesenta firmas. La misma, sustentada básicamente por el propio partido laborista de Blair, enunciaba lo siguiente: «Esta Cámara de los Comunes reconoce el progreso alcanzado por el gobierno democráticamente electo de Venezuela en todo cuanto refiere a la expansión de las áreas de educación, salud, vivienda, tierras, alimentación y microcréditos, para todos aquellos que se encontraban excluidos… En tal sentido, hace un llamado al gobierno británico para que reconozca los beneficios del modelo de desarrollo social venezolano».
Tan significativo como lo anterior fue el respaldo del Congreso General de Trabajadores Británicos (British Trade Union Congress, TUC), el cual reúne a los siete millones de trabajadores sindicalizados de ese país, agrupados en sesenta y siete sindicatos. Entre las varias resoluciones de apoyo al gobierno bolivariano emanadas de dicha institución, cabría citar la del 14 de septiembre del 2005 cuando, en su asamblea anual, aprobó en forma unánime un texto que expresaba lo siguiente: «Este Congreso felicita y apoya al gobierno venezolano por utilizar la riqueza y los recursos del país para aplicar reformas en beneficio de los trabajadores, los pobres y los sin tierra… Este Congreso además observa que los resultados electorales confirman que hay un apoyo mayoritario entre los trabajadores y los pobres por los programas sociales en los campos de educación, alfabetización, formación laboral, salud, reforma agraria y distribución de productos alimentarios a precios subsidiados».
Pero junto a los apoyos de la Cámara de los Comunes y de la TUC, Chávez contó con el respaldo de militantes de numerosas personalidades. Entre ellas cabría citar a Ken Livingstone, poderoso alcalde metropolitano de Londres; Tony Benn, patriarca moral del partido laborista; Harold Pinter, premio Nobel de Literatura; John Pilger, probablemente el más emblemático periodista de ese país; Richard Gott, reconocido periodista e historiador o Tarick Ali, uno de los novelista e intelectuales más importantes del Reino Unido. Con inmensa frustración Blair no pudo complacer a Bush.