El gobierno birmano ha pedido que se ponga fin a la reciente ola de violencia entre comunidades, y aseguró que podría poner en peligro las reformas democráticas del país
NAIPYIDÓ. En un comunicado publicado por la televisión estatal birmana, el gobierno dijo que haría todo lo posible para poner fin a la violencia y la incitación a los disturbios con motivos raciales y religiosos. Desde la semana pasada, ha habido ataques esporádicos en el país. Más de una treintena de personas murieron en enfrentamientos entre budistas y miembros de una minoría musulmana en el centro de Birmania, en la ciudad de Meikhtila, donde además, casas y mezquitas fueron saqueadas.
Este incidente es el peor conflicto sectario desde la violencia que azotó el estado de Rajine el año pasado, donde cerca de 200 personas perdieron la vida y decenas de miles de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares. El conflicto que estalló en Rajine involucró a budistas y musulmanes de la etnia rohingya. Decenas de rohingyas huyeron de lo que dicen es una persecución en Birmania en los últimos meses.
Agencias